Esclavos de la palabra
Tras dos ¨®peras de c¨¢mara -Ruleta (1998) y Juana (2005)-, el compositor catal¨¢n Enric Palomar (Badalona, Barcelona, 1964) da un paso de gigante en la consolidaci¨®n de su lenguaje oper¨ªstico con el estreno mundial, en el Liceo y a lo grande, de La cabeza del Baustista, adaptaci¨®n l¨ªrica de la obra de Ram¨®n Mar¨ªa del Valle-Incl¨¢n. De la calidad de su teatro no es necesario hablar, pero en la ¨®pera no basta la riqueza de un texto para lograr la gloria l¨ªrica. Palomar ha topado con la dureza del lenguaje de Valle-Incl¨¢n, descarnado y lacerante, de apabullante riqueza, pero bastante hostil al canto, e intenta domar tan desbordante verbo combinando partes habladas, declamaci¨®n y un canto que se torna mon¨®tono en sus recurrentes saltos y cambios de registro.
LA CABEZA DEL BAUTISTA
De Enric Palomar. Libreto adaptado por Carlos Wagner sobre la obra teatral hom¨®nima de Valle-Incl¨¢n. Int¨¦rpretes: ?ngeles Blancas, Jos¨¦ Manuel Zapata, Alejandro Marco-Buhrmester, Michael Kraus, Antonio Lozano, Enric Mart¨ªnez Castignani, Roberto Accurso, Javier Abreu y Fabiola Masino. Coro y Orquesta del Liceo: Josep Caball¨¦-Dom¨¨nech. Direcci¨®n de escena: Carlos Wagner. Escenograf¨ªa: Alfons Flores. Vestuario: Merc¨¨ Paloma. Iluminaci¨®n: Xavier Clot. Estreno mundial. Teatro del Liceo. Barcelona, 20 de abril.
Enric Palomar ha topado con la dureza del lenguaje de Valle-Incl¨¢n
Por este lado, que determina la escritura vocal de la ¨®pera y convierte a los cantantes, y al propio compositor, en esclavos de la palabra, flaquea una partitura de brillante colorido y vigor sinf¨®nico que Josep Caball¨¦-Dom¨¨nech recrea con estupendos resultados en el foso liceista. La obra, que contiene aciertos incuestionables, y la calidad del montaje firmado por Carlos Wagner, obtuvieron una muy buena acogida en una noche de estreno que termin¨® con aplausos casi un¨¢nimes.
Las referencias a la Salom¨¦ de Oscar Wilde y Richard Strauss son evidentes, pero s¨®lo como punto de partida: Valle-Incl¨¢n convierte el drama decadentista de Wilde en un esperpento sarc¨¢stico y salvaje que s¨®lo coincide con Salom¨¦ en su m¨¢s escandalosa escena; el beso de la princesa a la cabeza degollada del Bautista. Palomar ampl¨ªa las referencias straussianas calcando las tesituras vocales del tri¨¢ngulo protagonista: una voz aguda de tenor para Herodes/ Don Igi; voz de bar¨ªtono para el Bautista/ El J¨¢ndalo; y voz de soprano para Salom¨¦/ La Pepona.
Valle-Incl¨¢n sit¨²a el argumento en un caf¨¦ espa?ol que Carlos Wagner recrea a trav¨¦s de un soberbio espacio esc¨¦nico creado por Alfons Flores e iluminado con ricos matices por Xavi Clot: una bater¨ªa de 15 mesas de billar y tres ¨¢rboles que identifican el entorno rural del drama. Por este paisaje on¨ªrico que huele a Espa?a negra desfilan tullidos, ciegos y pordioseros: im¨¢genes poderosas -acertado vestuario de Merc¨¨ Paloma- que son puro Valle-Incl¨¢n y tambi¨¦n puro Bu?uel y Azcona. No falla el ritmo teatral, ni el vigor dram¨¢tico: este esperpento de resonancias b¨ªblicas da mucho juego que Wagner resuelve con una espl¨¦ndida direcci¨®n de actores.
?ngeles Blancas no deja cabos sueltos en su vigorosa creaci¨®n de La Pepona y su arrolladora presencia tira del carro en la mayor¨ªa de las escenas. A su lado, se crece en entrega actoral el tenor Jos¨¦ Manuel Zapata en un papel, Don Igi, muy alejado de su habitual- y menos sangriento- terreno belcantista. Ambos apechugan con una tensa escritura vocal y se dejan la piel en el escenario.
Los bar¨ªtonos Alejandro Marco-Buhrmester (El J¨¢ndalo) y Michael Kraus (El ciego) lucen s¨®lidos medios vocales en un reparto completado con suma eficacia por Enric Mart¨ªnez-Castignani, Antonio Lozano, Roberto Accurso, Javier Abreu y Fabiola Masino. Palomar consigue en la parte coral -bien defendida por el coro del Liceo- sugerentes matices con un h¨¢bil juego de disonancias, pero es en el foso, muy bien controlado por Caball¨¨-Dom¨¨nech, donde brillan sus mejores recursos, con un lenguaje de gran vigor descriptivo y r¨ªtmico que se nutre de muchas influencias -Bart¨®k, Shostak¨®vich, Puccini, Hermann, Strauss- y sigue la huella trazada por Falla y Gerhard en el uso de elementos, temas y giros de la m¨²sica popular.
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