De la c¨¢tedra al 'best seller'
Profesores universitarios convertidos en narradores de ficci¨®n impulsan en Espa?a un g¨¦nero superventas - Historiadores y literatos debaten en Valladolid
Uno de los grandes cl¨¢sicos de la historia universal de la perplejidad es Preguntas de un obrero lector, el poema de Bertolt Brecht que plantea dudas como ¨¦stas: "Tebas, la de las Siete Puertas, ?qui¨¦n la construy¨®? En los libros figuran los nombres de los reyes. ?Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra? (...) Una victoria en cada p¨¢gina. Un gran hombre cada diez a?os. ?Qui¨¦n paga sus gastos?".
A ese tipo de preguntas trata de responder la novela hist¨®rica, un g¨¦nero que tapa con la argamasa de la ficci¨®n los huecos que deja la historiograf¨ªa y que vive un momento de auge entre los escritores espa?oles. Es cierto que el ¨¦xito de El nombre de la rosa, publicada en 1980, dio el empuj¨®n definitivo a un g¨¦nero que, m¨¢s all¨¢ de Walter Scott, contaba ya con hitos como Yo, Claudio, Ben-Hur o Memorias de Adriano. Durante dos d¨¦cadas fue, sin embargo, un ¨¦xito de importaci¨®n. Y eso a pesar del precedente de los Episodios Nacionales de Gald¨®s y al reconocimiento popular de un francotirador como Arturo P¨¦rez-Reverte, que public¨® en 1986 su primera novela, El h¨²sar, ambientada en la Guerra de la Independencia. Ese mismo a?o Terenci Moix ganaba el Planeta con No digas que fue un sue?o, una recreaci¨®n de los amores entre Marco Antonio y Cleopatra.
Algunos literatos 'puros', como Delibes, han contribuido al g¨¦nero
Conocer el pasado
?Qu¨¦ ha pasado para que los lectores espa?oles se hayan puesto a leer a sus paisanos? B¨¢sicamente, que los historiadores profesionales han empezado a cultivar la novela hist¨®rica. El gran pionero es Jos¨¦ Luis Corral, catedr¨¢tico de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, que en 1996 debut¨® en la ficci¨®n con El sal¨®n dorado. Cuatro a?os m¨¢s tarde se convirti¨® en un best seller con El Cid, que lleva vendidos cerca de 600.000 ejemplares. Para Corral, que acaba de publicar El Rey Fel¨®n (en Edhasa, como los anteriores), una ficci¨®n en torno a Jos¨¦ Bonaparte, el fen¨®meno se explica por dos razones muy relacionadas: el creciente inter¨¦s de los lectores en la historia de Espa?a y la falta de tradici¨®n divulgadora entre los profesores espa?oles. "Durante a?os", recuerda Corral, "los historiadores y los autores de novela hist¨®rica se ignoraban o se despreciaban". Unos no se preocupaban por el estilo. Los otros no se preocupaban por el rigor de los datos. "Pero el p¨²blico quer¨ªa conocer el pasado, y como los historiadores no se esforzaban en ser accesibles, los novelistas ocuparon su lugar. Pero, ojo, las novelas hist¨®ricas hay que juzgarlas como ficci¨®n, no como libros de historia".
Hoy la cosa ha cambiado. No faltan divulgadores y muchos novelistas presentan entre sus credenciales una labor acad¨¦mica paralela. Es el caso de Corral y de autores como Pedro Garc¨ªa Mart¨ªn, Alfonso Mateo Sagasta, Enrique Gavil¨¢n, Santiago Postiguillo o Luis Garc¨ªa Jambrina. Todos participar¨¢n desde hoy hasta el domingo en el I Encuentro Internacional sobre Novela Hist¨®rica que se celebrar¨¢ durante la Feria del Libro de Valladolid.
El director del encuentro es el helenista Carlos Garc¨ªa Gual, autor de Apolog¨ªa de la novela hist¨®rica (Pen¨ªnsula) y participante en el volumen colectivo Cinco miradas sobre la novela hist¨®rica (Evoh¨¦). Garc¨ªa Gual destaca el car¨¢cter h¨ªbrido del g¨¦nero, que a lo hist¨®rico suma la aventura y la investigaci¨®n detectivesca, pero lo distingue de lo que ¨¦l llama "novela de misterio seudohist¨®rica" que usa la historia como tel¨®n de fondo para dar prestigio a tramas de templarios, s¨¢banas santas y ¨²ltimas cenas. Tambi¨¦n subraya esa distinci¨®n Daniel Fern¨¢ndez, director de Edhasa, que en 1976 se convirti¨® en la primera editorial en lengua castellana en dedicar una colecci¨®n a la novela hist¨®rica, que no es lo mismo, dice, que "el best seller esot¨¦rico".
Junto al rigor acad¨¦mico de los nuevos autores, Fern¨¢ndez apunta para explicar el boom actual: "En Espa?a hay que establecer por ley la memoria hist¨®rica porque no lo consigue por tradici¨®n. Adem¨¢s, ahora que la historia casi ha desaparecido de los planes de estudio parece que interesa al p¨²blico. Cada a?o vendemos una edici¨®n de Espa?a, un enigma hist¨®rico, de S¨¢nchez Albornoz, que es historia pura y dura". A ese inter¨¦s se han sumado literatos puros que han contribuido a un g¨¦nero hasta hoy mejor tratado por los lectores que por la cr¨ªtica. Ah¨ª est¨¢n Miguel Delibes, con El hereje, y autores como Francisco Casavella, Soledad Pu¨¦rtolas, Carme Riera, Paloma D¨ªaz-Mas, ?lvaro Pombo o Antonio Orejudo.
La tormenta hist¨®rica se prolongar¨¢ todo el a?o. Por el lado superventas, Ildefonso Falcones publicar¨¢ en junio La mano de F¨¢tima (Plaza & Jan¨¦s), coincidiendo con el cuarto centenario de la expulsi¨®n de los moriscos. Antes habr¨¢ llegado a las librer¨ªas El viajero del siglo (Alfaguara), situada por Andr¨¦s Neuman a principios del siglo XIX. Aunque tradicionalmente la novela hist¨®rica se mov¨ªa entre la prehistoria y Napole¨®n, Garc¨ªa Gual apunta un criterio para integrar los t¨ªtulos que, crecientemente, pisan los umbrales del siglo XX: "Que no haya testigos". El gran fil¨®n de la Guerra Civil espera su turno.
Cuando Europa no com¨ªa patatas
El paso de muchos autores de la c¨¢tedra a la lista de libros m¨¢s vendidos no es la panacea, pero s¨ª una garant¨ªa mayor contra uno de los males de la novela hist¨®rica: el anacronismo. Es dif¨ªcil que un medievalista coloque a un personaje comiendo patatas, que proceden de Am¨¦rica, en el siglo XII, como hace Ken Follet en Los pilares de la Tierra. Eso s¨ª, al puntilloso Flaubert se le colaron unas chumberas, tambi¨¦n americanas, en Salamb¨®, su novela africana sobre los tiempos de An¨ªbal. Los novelistas, no obstante, cada vez recurren menos a la descripci¨®n. "Es la influencia del cine", apunta Garc¨ªa Gual con ?gora, de Alejandro Amen¨¢bar, en puertas.
Para Jos¨¦ Luis Corral, no obstante, peor que los gazapos inconscientes es la manipulaci¨®n consciente de la historia, "algo en lo que han ca¨ªdo tanto los espa?olistas como los nacionalistas perif¨¦ricos". Tanto ¨¦l como Sagasta o Garc¨ªa Mart¨ªn subrayan, con todo, que la historia no es una ciencia pura. "Las interpretaciones cambian", dice Corral. "Lo que en los a?os cincuenta era 'descubrimiento y evangelizaci¨®n' de Am¨¦rica, en 1992 fue encuentro entre dos mundos. Y la 'reconquista' cristiana de los a?os setenta es, desde los noventa, 'ocupaci¨®n social del espacio". Todos insisten en pedir un juicio est¨¦tico para la literatura y un filtro para los documentos con los que se escriben los libros de historia. Como dice el propio Corral, "?qu¨¦ pasar¨ªa si alguien escribiera sobre el valor de los pisos en la Espa?a de hoy consultando s¨®lo los documentos notariales?".
Babelia
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