Memoria de una reina del porno
La pornograf¨ªa alberga dos misterios. Primero: ?consumen los actores sustancias que prolonguen sus erecciones? Contesta uno de ellos: "La Viagra se ha extendido en el porno como la p¨®lvora; ha sido nuestra revoluci¨®n sexual. Pero ning¨²n actor se lo reconocer¨¢. Es su secreto mejor guardado". Segundo: ?alcanzan las actrices orgasmos durante los rodajes? Contesta una de ellas: "Esto es cine. Finges. Te pueden estar penetrando dos t¨ªos y t¨² pensando en los guisantes de la cena. Nadie te lo va a confesar. Es como si le preguntas a la Princesa si disfruta con su profesi¨®n; aunque se aburra como una mona, no lo va a admitir; acabar¨ªa con la magia. Aqu¨ª lo mismo".
Esta respuesta no es de Sophie Evans. Tiene demasiado respeto hacia su oficio. Es una profesional. "Yo no finjo; act¨²o. Hago lo que me gusta y me gusta estar donde estoy. Intento sacar lo mejor de m¨ª en cada escena er¨®tica. He vivido dedicada al porno; lo he hecho de coraz¨®n. Hay chicas que lo hacen por temporadas; vienen y van; se sacan unos euros y luego dejan colgado al empresario. Yo no. Yo he vivido de esto y para esto".
"Nadie me ha ense?ado a hacer porno. No hay profesores. Cuando empiezas, copias a otras"
"Si me llaman puta, no me est¨¢n insultando,pero no lo soy. soy actriz. Es un trabajo distinto"
"Yo no finjo; act¨²o. Hago lo que me gusta. He vivido dedicada al porno, lo he hecho de coraz¨®n"
"El porno es una burbuja. es dif¨ªcil salir, que alguien de fuera Entienda nuestra vida"
Sophie Evans es una estrella. Perfeccionista y exigente. Se cuida. Pasa controles de hepatitis, VIH y herpes genital. Es mon¨®gama. No fuma ni bebe ni se droga. Lleva una vida ordenada. Como una deportista de ¨¦lite. Ha intervenido en 200 pel¨ªculas. Ha rodado en Los ?ngeles y Budapest, las mecas del sector. A la orden de los m¨¢s grandes directores del cine para adultos. Junto a los galanes del g¨¦nero. Ha protagonizado miles de escenas sexuales. Sin trampa ni cart¨®n. Ni cond¨®n. Felaciones, sexo anal y vaginal; n¨²meros l¨¦sbicos; dobles penetraciones. Su r¨¦cord en pantalla ha sido mantener sexo con cinco hombres a la vez. "Fue muy bonito. Una sensaci¨®n diferente. Era precioso ver a esos cinco chicos tan excitados conmigo. He hecho de todo en pantalla salvo cosas extremas; no me gusta que me aten; ni hago nada con animales ni lluvia dorada. Y prefiero la doble penetraci¨®n al anal, me excita m¨¢s y pagan mejor".
Sophie Evans es la hero¨ªna del porno espa?ol. Y un referente mundial. La versi¨®n femenina de Nacho Vidal. Entra cada d¨ªa en miles de hogares en todo el planeta a trav¨¦s de las ventanas del DVD, la televisi¨®n de pago, Internet y la telefon¨ªa m¨®vil. Un negocio, la pornograf¨ªa, que s¨®lo en Espa?a factura 450 millones al a?o y da empleo a un centenar de actores y actrices y una veintena de directores a trav¨¦s de 178 empresas. Tiene seguidores desde Europa e India hasta Estados Unidos. Veneran cada cent¨ªmetro de su cuerpo. Hace unas semanas, un joven se le acerc¨® en Barcelona y le dijo: "Sophie, no sabes la de pajas que me he hecho contigo". "Y no me pareci¨® un insulto. Me pareci¨® muy bonito. Me lo dijo con cari?o. Mi trabajo es excitar a gente como el de un c¨®mico hacer re¨ªr. Puro espect¨¢culo".
-?Usted consume mucho porno?
-Me da corte. Como soy amiga de los protagonistas, no me excito vi¨¦ndolos. No me pone. Son amigos. Y a lo mejor he cenado la noche anterior con ellos. Los veo y no se me ocurre pensar: "?Qu¨¦ bueno est¨¢ este t¨ªo!", sino "?qu¨¦ ilusi¨®n verlo!". Adem¨¢s, cuando veo una peli estoy todo el tiempo pensando: "Esa penetraci¨®n est¨¢ mal hecha o no se ve bien o no me gusta el decorado". Lo veo desde el punto de vista profesional y no disfruto.
-?Y haci¨¦ndolo?
-A veces s¨ª; depende del rodaje. Si es en un sitio ¨ªntimo; si est¨¢s relajada, c¨®moda; con un chico que lo hace bien y tienes un buen d¨ªa, te puedes correr. Hombre, si tienes calor, la escena es larga y lo tienes que hacer en la playa y se te clava la arena, no disfrutas; todo es interpretaci¨®n.
-?Cu¨¢l es su secreto para calentar al p¨²blico?
-Disfrutar con lo que haces. Y para que disfrutes, el actor te debe respetar y ser sensato. El actor tiene que tratarte con cari?o. Es bueno hablar antes del rodaje de lo que te gusta y no te gusta. De las posturas. Para eso, Nacho Vidal es extraordinario. He trabajado con ¨¦l en diez pel¨ªculas y es un amigo. Si existe ese feeling, sale una buena escena. Pero si el actor tiene reputaci¨®n de tratar mal a las actrices o viene sucio, me niego a trabajar con ¨¦l.
Sophie Evans habla despacio con un curioso deje entre castizo, catal¨¢n y h¨²ngaro. Es educada. Flem¨¢tica y modosa. De una timidez infantil. Alta, delgada, de constituci¨®n atl¨¦tica, pecho perfecto y caderas amplias y ondulantes. De las pocas estrellas del porno que no han sucumbido a la silicona. Un ejemplo de pornostar europea frente al californiano de adictas al bistur¨ª. El aclarado pelo rubio recogido, boca grande, nariz de Mar¨ªa Callas y unos bell¨ªsimos ojos verdes. Vaqueros ce?idos, m¨ªnimo top y botas de alt¨ªsimos tacones. Maquillaje excesivo. Est¨¢ recostada indolente en un sof¨¢ desventrado del camerino de la sala Bagdad, el templo barcelon¨¦s del sexo duro. A su lado, sus uniformes de trabajo envueltos con mimo en fundas de tela: "El vestuario es important¨ªsimo; me gasto lo que haga falta; ¨¦ste es el de polic¨ªa con su porra y su gorra; ¨¦ste, de colegiala; aqu¨¦l, de enfermera hecho de l¨¢tex, y el que m¨¢s me gusta, el de ninfa con sus alitas". El elegido para su primer n¨²mero esta madrugada es el de corredora de f¨®rmula 1: rosa chicle, ce?ido como un guante y escotado hasta la cintura.
El espacio donde se cambian y descansan y aguardan turno para saltar al escenario las estrellas del Bagdad es una enorme, destartalada y mal ventilada sala a la que se accede por una estrecha escalera de caracol, con un largo mostrador abrasado por miles de cigarrillos, espejos enmarcados por bombillas fundidas, taquillas cuarteleras y sillones hu¨¦rfanos. Llamar camerino a este rinc¨®n es un eufemismo. Huele a comida de varias nacionalidades consumida con cubiertos de pl¨¢stico; algunos artistas dormitan, saben que su trabajo concluir¨¢ rayando el alba y conviene estar fresco para aguantar los tres pases. Chirr¨ªan en la radio ritmos latinos. Los profesionales del porno se cambian, desnudan y duchan ante los ojos de sus colegas. La piel es su mono de trabajo. Un semental del Este cruza la sala con cara de pocos amigos. Acaba de eyacular en el escenario y est¨¢ enfadado con su pareja. Es mejor no cruzarse en su trayectoria. Tara, una transexual brasile?a, balancea sus posaderas embutidas en un vestido rojo. Una stripper chilena chatea ausente con su port¨¢til. Y la argentina Karyna Moure, abultados labios y pechos con implantes, se despoja de sus vaqueros y Converse de adolescente, se calza un tanga de lentejuelas y se transforma en la bomba sexual de la noche. Acaba de ser portada de Interviu. En la pared, un sobado pasqu¨ªn advierte: "La entrada de todos los artistas es a las 22.45; si llegan m¨¢s tarde, no trabajan".
Las normas del Bagdad son estrictas. Hay que ser puntual; nada de drogas ni alcohol; ni hablar de prostituirse. Gobierna con mano de hierro Juani de Luc¨ªa. La matriarca del porno espa?ol. La emperatriz del Paralelo. Roza los 60 y recibe cordial y redicha en un despacho presidido por una caja fuerte y decorado con un mural de una sensual puesta de sol caribe?a. Todo en ella es muy Miami Vice. El traje-pantal¨®n blanco y las botas tejanas; el ampl¨ªsimo escote y el Rolex de oro. Se las sabe todas. Es jefa, maestra, consejera sentimental y madre postiza de los actores y actrices del Bagdad. Cuida su salud y asuntos financieros. Les anima a ahorrar y estudiar. A ellas les ense?a c¨®mo se hace una felaci¨®n; a ellos, a retrasar su eyaculaci¨®n. Para ser un buen profesional del porno hay que ser un atleta. Olvidar el placer propio para brind¨¢rselo al p¨²blico. "La relaci¨®n sexual se tiene que ver; a la gente le gusta que la penetraci¨®n se distinga; que la pareja no se acurruque en una posici¨®n c¨®moda. No quiere perderse nada. Y tiene que ser est¨¦tico", describe Sophie. "Hay que ser profesional y artista. Esto es un espect¨¢culo, no Gran Hermano. Se trata de cubrir pista; de cambiar de postura aunque est¨¦s c¨®modo y cambiar suponga que puedas perder la erecci¨®n. Al chico le gustar¨ªa eyacular dentro, pero no puede, no es bonito para el p¨²blico. Se tiene que ver. Si hay conexi¨®n entre la pareja, el p¨²blico lo percibe. Hay que ser artista. Si lo haces s¨®lo por dinero? es mejor que te vayas de puta", recalca Juani de Luc¨ªa.
En diciembre de 1975, con el cad¨¢ver de Franco a¨²n caliente, Juani levant¨® sobre un polvoriento tablao flamenco de posguerra este santuario del porno espa?ol. En aquellos tiempos importaba n¨²meros er¨®ticos desde Hamburgo, entonces capital de la industria europea. "No ten¨ªamos actores en Espa?a; el porno hab¨ªa estado prohibido durante 40 a?os. Nos obligaron a poner un cartel en la puerta advirtiendo a la gente que aqu¨ª hab¨ªa sexo expl¨ªcito", explica Juani. En poco tiempo crear¨ªa su cantera. Toda productora que pretendiera rodar cine er¨®tico en Espa?a tendr¨ªa que recurrir al Bagdad para sus castings. De esta factor¨ªa saldr¨ªan grandes estrellas mundiales. En cabeza, Sophie Evans.
La sala Bagdad ha conservado en todos estos a?os esa decoraci¨®n de tablao kitsch y decadente que ten¨ªa en tiempos de su primera propietaria, la Bella Dorita. Con su escueto escenario rodeado de celos¨ªas de patio andaluz y un mostrador tapizado de espejos donde ponen copas las actrices en min¨²scula ropa de trabajo. Se mira pero no se toca. Todo tiene un tono entre lila y rosa y aroma a desinfectante. Varias c¨¢maras filman las actuaciones y las difunden desde la web del Bagdad. Sophie es la atracci¨®n de la noche. Puede cobrar hasta 500 euros por jornada. Algo m¨¢s si hay una despedida de soltero y le piden un pase privado. Inicia un strip tease que no deja nada a la imaginaci¨®n. Su rostro muta de ni?a buena a chica mala. Insin¨²a. Sonr¨ªe. Provoca. Deja que el cava se deslice por su cuerpo. La noche est¨¢ floja. Hay crisis y la entrada cuesta 90 euros. Ella se esmera. Resulta graciosa y elegante. Relajada y sensual. Es un porno aligerado. Borda los movimientos. Entre 1997 y 2000 hizo el amor en este escenario con su ex marido -el actor y director de cine porno Toni Ribas- dos veces por noche seis d¨ªas a la semana. Ribas resume esa ¨¦poca en 1.500 penetraciones en directo. No fallaron ni una vez.
Sophie Evans no es una gran actriz. No es Meryl Streep. Lleva tres a?os estudiando interpretaci¨®n en el Centro de Estudios de las Artes Cinematogr¨¢ficas y Esc¨¦nicas de Barcelona con intenci¨®n de saltar al cine convencional, pero confiesa que cuando trabaja en montajes normales le cuesta sustraerse al registro histri¨®nico del porno, a su actitud exagerada y depredadora. "Al principio, en la escuela hac¨ªa siempre el mismo personaje. En el porno te inventas uno y lo interpretas mil veces, hagas de enfermera, azafata o ama de casa. Siempre es igual. El mismo ritmo, gemidos y final. Con el tiempo he aprendido otros movimientos e incluso he hecho teatro cl¨¢sico. Pero en el porno he sido una autodidacta", explica al final de su actuaci¨®n, con la piel reluciente de cava y sudor. Exhibe su desnudez con naturalidad. "Nadie me ha ense?ado a hacer porno. No hay profesores. Cuando empiezas, copias a las otras; pones las caras que ellas ponen; c¨®mo se acarician y miran al espectador. A partir de ah¨ª, vas creando tu imagen. Toni y yo nos inventamos un estilo especial; durante la penetraci¨®n cambi¨¢bamos de posici¨®n sin separarnos; est¨¢bamos como fundidos. Nos copiaban. Y despu¨¦s de haber hecho tantos espect¨¢culos en vivo, rodar la escena de una peli er¨®tica es un juego de ni?os. Si eres capaz de hacer sexo tres veces por noche, eres capaz de cualquier cosa ante una c¨¢mara. Y un actor, ni te cuento. Delante del p¨²blico no se le puede caer la erecci¨®n. Sin erecci¨®n no hay espect¨¢culo. Y en el cine porno, eso es lo m¨¢s importante; cada gatillazo significa perder tiempo y dinero".
No, a primera vista Sophie Evans no parece una gran int¨¦rprete. Pero no es del todo cierto. Cuando uno reflexiona, llega a la conclusi¨®n de que si a lo largo de 12 a?os ha hecho creer a millones de espectadores de todas las razas y edades que experimentaba grandes y felices orgasmos mientras era atravesada por un miembro de 25 cent¨ªmetros, es que es merecedora del Oscar.
No estaba destinada a ser estrella del porno. No naci¨® en una familia rota ni marginal. Vino al mundo como Zsofia Szabo, en 1976, en Szeged, una somnolienta capital h¨²ngara. Sus padres eran una joven pareja de bi¨®logos. Ganaban poco dinero; en Hungr¨ªa coleaba el r¨¦gimen comunista y los intelectuales hu¨ªan. A mediados de los ochenta obtuvieron sendas becas de investigaci¨®n en la Universidad de Tennessee. Su padre, en biolog¨ªa molecular y gen¨¦tica, y su madre, en el campo de los estudios biom¨¦dicos. La pareja y sus dos hijas vivir¨ªan en aquel campus de la Am¨¦rica conservadora durante tres a?os. Zsofia aprender¨ªa un buen ingl¨¦s. "Era una ni?a t¨ªmida, pero me gustaba actuar y disfrazarme; ten¨ªa una educaci¨®n cristiana tradicional. Nunca fui lanzada en cosas de sexo aunque me gustaba divertirme y experimentar".
En 1990, la familia regresaba a Budapest. Tras terminar el instituto, Zsofia se matricul¨® en psicolog¨ªa. Ese verano, con 18 a?os, comenz¨® a trabajar de camarera y, para sacarse un sobresueldo, pos¨® para un cat¨¢logo de lencer¨ªa. Hab¨ªa comenzado a subir los pelda?os del estrellato. Su siguiente paso ser¨ªa un club de strip tease en Atenas durante las vacaciones de verano. "Fue de broma; no hab¨ªa visto un espect¨¢culo de esos en mi vida; estaba muy nerviosa y no ten¨ªa vestuario. Sal¨ª a bailar de los nervios, pero me gust¨®. Descubr¨ª que era una exhibicionista. Me pone que me miren. Gustar a los hombres. Ver sus ojos de deseo. Para m¨ª no es algo sucio, sino un piropo. Y se me daba bien. Era 1994. Me apunt¨¦ a una agencia de bailarinas y les dije que quer¨ªa ir a otro pa¨ªs y seguir actuando. Me mandaron a Toronto. All¨ª estuve seis meses en un club y aprend¨ª la t¨¦cnica de stripper. Quer¨ªa seguir conociendo mundo. Me apetec¨ªa moverme a un lugar m¨¢s c¨¢lido. Por ejemplo, Espa?a".
Zsofia, conocida en el negocio como Leslie, aterrizaba en 1997 en Asturias. Batacazo. Era una encerrona. No hab¨ªa club. El empleo era de prostituta. "Un enga?o. No llegu¨¦ a actuar. Sal¨ª disparada. Cog¨ª un avi¨®n con mi ¨²ltimo dinero y vine a Barcelona. Ten¨ªa 23 a?os. Me hab¨ªan hablado de un club que se llamaba Bagdad. Pensaba que era de strip tease. No sab¨ªa que exist¨ªa el porno. Juani me lo explic¨® como pudo y me dijo que probara sin compromiso. Ensay¨¦ con una chica y un chico. El chico era Ram¨®n Nomar, que hoy es un n¨²mero uno. Hicimos de todo, y todo es todo, pero no me doli¨® porque Ram¨®n es un profesional. Me trat¨® bien, vio que era novata. Me gust¨®. Y Juani me contrat¨®. As¨ª empez¨® todo. Nunca imagin¨¦ que me iba a meter tanto en este mundo; que se iba a convertir en mi vida. Y Espa?a, en mi pa¨ªs. Me gust¨® el ambiente. Y pod¨ªas ganar 900 euros (de entonces) a la semana. ?ramos gente joven y con ganas de divertirnos. Como una familia. Siempre est¨¢bamos juntos. Que tengamos sexo entre nosotros hace que se rompan muchas barreras. No hay hipocres¨ªa".
Bagdad ya era una leyenda en el porno europeo. Nacho Vidal, una estrella en ciernes. La industria espa?ola comenzaba a despegar. En gran parte gracias al director Jos¨¦ Mar¨ªa Ponce, que con su novia, la actriz Mar¨ªa Bianco, un v¨ªdeo dom¨¦stico y un grupo de amigos luchaba por revitalizar el paup¨¦rrimo cine er¨®tico made in Spain a base de t¨ªtulos como Los vicios de Mar¨ªa, Venganza sexual o Perras callejeras. En ese trasvase de profesionales entre el Bagdad y el cine para adultos, Ponce dar¨ªa a Zsofia su primera oportunidad. Antes enterrar¨ªa su viejo sosias art¨ªstico, Leslie, y la bautizar¨ªa Sophie Evans. Era 1997. En una de aquellas pel¨ªculas conocer¨ªa al que ser¨ªa durante diez a?os su socio, marido y pareja art¨ªstica: Toni Ribas. Fue un flechazo. "No ten¨ªa ninguna escena con ¨¦l; la ten¨ªa con Nacho; pero mientras hac¨ªa el amor le miraba a ¨¦l".
La industria mundial del porno viv¨ªa un momento dorado gracias a la explosi¨®n de Internet y la extensi¨®n de la televisi¨®n de pago. La web era el man¨¢, como lo hab¨ªa sido en los ochenta el v¨ªdeo dom¨¦stico. Corr¨ªa el dinero. Brotaban las productoras. En Espa?a, 18; adem¨¢s de 28 distribuidoras y en torno a 50 webs. Se hablaba de un negocio global de 10.000 millones de euros. Hac¨ªan falta contenidos. Espa?a quer¨ªa su tajada. En 1997, Juani de Luc¨ªa comenzaba a emitir por la web los n¨²meros del Bagdad y ofrec¨ªa conexiones ¨ªntimas con sus chicas. Un negocio hoy extendido al tel¨¦fono m¨®vil de tercera generaci¨®n. En los suburbios de Los ?ngeles se rodaban a diario decenas de escenas. Y Hungr¨ªa y la Rep¨²blica Checa brotaban como capitales europeas del porno tras la ca¨ªda del muro. Faltaban chicas. "Siempre se necesitan actrices", explica Natalia Kim, una de las organizadoras del Festival Internacional de Cine Er¨®tico de Barcelona. "El porno est¨¢ hecho para hombres. Y las protagonistas de las pel¨ªculas son t¨ªas, y mejor si son desconocidas. El problema es que se queman enseguida. Tienen una vida m¨¢s corta que los actores. Por eso cobran m¨¢s. Con los actores, por el contrario, las productoras apuestan por valores consagrados. La t¨ªa puede ser la protagonista, pero si el t¨ªo no funciona, si se le baja, no hay escena. No es un oficio f¨¢cil y los que valen pueden seguir en la brecha con 50 a?os, como Rocco Siffredi. El ¨¦xito de Sophie ha sido aguantar. Pocas estrellas han tenido una carrera tan larga y son tan respetadas".
En aquellos fulgurantes a?os noventa iba a surgir un peculiar star system en la industria del porno. Un Hollywood en pobre. Una estrella del cine para adultos puede cobrar un m¨¢ximo de 5.000 euros por pel¨ªcula. Una actriz de segunda divisi¨®n, poco m¨¢s de 1.000. A partir de ah¨ª, el negocio est¨¢ en entrar en el circuito de los clubes de strip tease, las discotecas, las apariciones en Internet y las despedidas de soltero. "Se gana mucho m¨¢s en la prostituci¨®n", reflexiona Sophie. "Aunque en el porno cada una tiene su precio; decide d¨®nde, c¨®mo y con qui¨¦n trabaja y qu¨¦ est¨¢ dispuesta a hacer. Te pagan seg¨²n lo lejos que llegues. Si lo haces sin cond¨®n, ganas m¨¢s. Y cuanto m¨¢s lejos vayas, cobras m¨¢s".
-Habla de prostituci¨®n. ?En qu¨¦ se diferencia de su profesi¨®n? Porque ustedes cobran por vender su sexo?
-Es diferente. Si me llaman puta, no me est¨¢n insultando; es que no lo soy. Soy actriz. Es un trabajo distinto; una prostituta va en secreto con un cliente al que no elige y yo tengo sexo con un director y un equipo de cine y exclusivamente para hacer una pel¨ªcula. Todo es sexo pagado, pero el cliente es distinto. Y la forma de expresarnos? la prostituta se mueve en el anonimato, y nosotras, cuanto m¨¢s conocidas seamos, cuantas m¨¢s pel¨ªculas, fotos y actuaciones hagamos, mejor.
"Hay muy pocas actrices porno que se dediquen a la prostituci¨®n", aclara Juani de Luc¨ªa, que da trabajo a una veintena de chicas en el Bagdad de Barcelona adem¨¢s de decenas m¨¢s a las que subcontrata para alimentar sus contenidos en la web. "Una puta no se pone a follar a cara descubierta. Y nadie la protege. En el Bagdad tenemos contratos, pagamos laSeguridad Social, exigimos a las extranjeras el permiso de trabajo, y a todas, que se hagan un an¨¢lisis de sangre peri¨®dico. Vivimos del espect¨¢culo; esto es espect¨¢culo y diversi¨®n. Industria del ocio. El que quiera putas, que se vaya a otro sitio".
Dentro de ese peculiar star system del porno, Sophie Evans y Toni Ribas se convertir¨ªan en los Angelina Jolie y Brad Pitt del cine para adultos. La pareja de oro. Su boda, el 19 de diciembre de 1998 en Catalu?a, de blanco y por la Iglesia, supondr¨ªa la consagraci¨®n de la industria espa?ola. Estaban todos. Actores y actrices; productores y directores. Y sus padres. Cuando el oficiante exhort¨® a los contrayentes, "Antonio y Sof¨ªa", a la fidelidad absoluta, surgieron en el templo risas contenidas. "Muchos de los que est¨¢bamos all¨ª hab¨ªamos tenido sexo con los novios; el serm¨®n era un chiste para nosotros", explica una asistente al enlace. "La endogamia en esta profesi¨®n es total. El porno es una burbuja. Y es dif¨ªcil salir. Es muy dif¨ªcil que alguien de fuera entienda nuestra forma de vida. Por eso las estrellas se casan con estrellas".
Sophie y Toni decidieron apostar por su amor y no trabajar en el porno con otras parejas. De esa decisi¨®n saldr¨ªan sus 1.500 penetraciones en directo y m¨¢s de 50 pel¨ªculas juntos. "?ramos muy posesivos y nada liberales, optamos por no trabajar con nadie m¨¢s. Nos ofrec¨ªan rodar con otros actores, pero aguant¨¢bamos por amor. Y tambi¨¦n por celos. No es agradable ver a la persona que quieres disfrutando con otro. Despu¨¦s nos dimos cuenta de que ¨¦ramos j¨®venes y est¨¢bamos perdiendo dinero. Y volvimos a trabajar con otros actores, pero con preservativo. Y nos pagaban menos. Total, que volvimos a hacerlo sin cond¨®n. Aquello resucit¨® nuestra carrera. Hab¨ªa que explotar el fil¨®n. Entendimos que lo pod¨ªamos pasar bien rodando con otras personas y probar cosas nuevas y que eso fortalecer¨ªa nuestra relaci¨®n? en teor¨ªa".
-?No sent¨ªan celos?
-El tema de los celos es complicado en el porno. Comprendes que es tu trabajo y el de tu pareja, pero surgen emociones muy fuertes cuando ves que tu chico est¨¢ practicando sexo con otra mujer y se est¨¢ corriendo y la gente lo ve. Ten¨ªamos unas broncas impresionantes. Es complicado que un matrimonio aguante en este negocio.
Era la pareja del momento. Rodaron de Catalu?a a Francia, Italia, Europa del Este y por la puerta grande a California, al Valle de San Fernando, el "Hollywood del porno"; el "otro Silicon Valley". "Viv¨ªamos como estrellas. No ten¨ªamos mucha pasta, pero era bonito estar en comunidad, ser conocido y respetado. All¨ª todo est¨¢ organizado alrededor del porno. El 90% de las pel¨ªculas para adultos se producen en San Fernando. Yo rodaba todos los d¨ªas. Es una industria paralela a la del cine convencional, con sus agencias de actores, asociaciones y hasta un sindicato. Tienen incluso sus cl¨ªnicas para hacer an¨¢lisis a los actores. Cuando en 2004 se supo que un actor con VIH hab¨ªa infectado a varias actrices, se pararon los rodajes durante un mes, se nos puso en cuarentena y se hizo un estudio de todos los que hab¨ªan trabajado con esa persona en las ¨²ltimas semanas y con quien hab¨ªa rodado a continuaci¨®n. Eran 65. Todos nos hicimos an¨¢lisis. Y se control¨® el contagio. En la industria no hay sida, se controla demasiado. Estuvimos en San Fernando un par de a?os. Toni comenz¨® a dirigir y yo me encargaba de la producci¨®n y los castings. Gan¨¢bamos dinero. Y empec¨¦ a plantearme dejar el porno. Ya no me sent¨ªa c¨®moda rodando con algunos actores. Cada vez me ped¨ªan cosas m¨¢s bestias para la web. Ten¨ªa 200 pel¨ªculas a mi espalda y hab¨ªa hecho todo lo que ten¨ªa que hacer. Pero Toni me animaba a seguir. Toni no paraba".
La mayor¨ªa de los grandes actores y actrices de la industria del porno se han convertido en directores y productores. A la cabeza, Toni Ribas con su productora, Hot Frames. Produce, rueda, dirige, protagoniza y promociona. Un hombre orquesta. Cubriendo todos los resquicios del negocio. Es la ¨²nica forma de ganar dinero para los actores profesionales en un momento en que cualquier aficionado con una c¨¢mara barata puede filmar porno y lanzarlo a la Red sin intermediarios. En 2005 ya se rodaba menos. Y con presupuestos m¨¢s bajos. La pirater¨ªa, sumada a la avalancha de contenidos gratuitos en Internet, estaba machacando a las productoras. No pod¨ªan competir. Comenzaron a tirar de sus viejos ¨¦xitos. De su librer¨ªa. La web, que hab¨ªa sido una bendici¨®n para la industria a mediados de los noventa, se estaba convirtiendo en su verdugo. El pudding del porno se iba desinflando. Y tambi¨¦n el matrimonio de Sophie Evans y Toni Ribas. La pareja de oro del porno no daba m¨¢s de s¨ª. Se divorciaron en 2005. "Se nos acab¨® la pasi¨®n de tanto usarla".
Pasadas las cuatro de la madrugada, concluido su ¨²ltimo n¨²mero en el Bagdad, Sophie Evans despacha una raci¨®n de mel¨®n con jam¨®n, pan tumaca y una Fanta de naranja con pajita. Su cena y su desayuno. Caen las luces del escenario. A primera hora tiene clase de interpretaci¨®n. No puede faltar. Es su futuro. En los ¨²ltimos tres a?os s¨®lo ha rodado media docena de pel¨ªculas porno. Quiere cambiar de registro. Pero tiene que comer. Y la transici¨®n no es f¨¢cil. "El porno te cierra muchas puertas en el cine convencional. Mucha gente no se da cuenta de que esto es un trabajo y que cuando acabas eres una persona como otra cualquiera". Durante este tiempo de reflexi¨®n ha simultaneado el cine con apariciones en discotecas, televisiones locales y festivales er¨®ticos, espect¨¢culos de strip tease y actuaciones en el Bagdad. Hace tiempo que la p¨¢gina web que lleva su nombre se vino abajo. "No pod¨ªa competir con los contenidos gratis (incluso fotos m¨ªas) que ofrec¨ªan otras p¨¢ginas y dej¨¦ que se muriera". A sus 34 a?os, Sophie tiene una nueva pareja que nada tiene que ver con la industria y se plantea tener un hijo. "Me gustar¨ªa ser madre pronto. Y contarles que he sido una estrella del cine para adultos antes de que se lo digan los otros ni?os".
-?Le recomendar¨ªa a su hija que se dedicara al porno?
-No se lo recomendar¨ªa, pero le ayudar¨ªa si se metiera en esto. Le aconsejar¨ªa que tuviera cuidado con qui¨¦n trabaja; hay productores falsos; t¨ªos que son unos cerdos y quieren acostarse contigo, te contratan y no hay pel¨ªcula detr¨¢s. Hay mucha mentira.
-?C¨®mo es la vida sexual de una estrella del porno?
-Normalita. En casa no hago acrobacias. Las dejo para la pantalla. Pero los hombres me tienen miedo. Les asusta no dar la talla; que les vayas a exigir mucho. Piensan que te van a dejar insatisfecha y se ponen a hacer cosas raras en la cama, como si fueran actores porno. Y a m¨ª me entra la risa. Mi trabajo no es normal. Pero yo lo soy.
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