Jeremy Irons: ¡°Me encantan los villanos, me identifico con ellos¡±
¡®Retorno a Brideshead¡¯, ¡®La misi¨®n¡¯, ¡®La mujer del teniente franc¨¦s¡¯¡ son algunos de los t¨ªtulos en el cine y en la televisi¨®n que fraguaron la carrera de este may¨²sculo actor brit¨¢nico que iba para m¨²sico, pero cuyo f¨ªsico, voz y dotes interpretativas lo llevaron por el camino del cine. Conversamos con ¨¦l en Sevilla.
Aparece solo, sin blindaje de m¨¢nager, y rechaza pasar por maquillaje y peluquer¨ªa. De estilismo, ni hablamos. Imposible desligar a Jeremy Irons (Cowes, Inglaterra, 76 a?os) de la estampa de gentleman fugado al campo que cultiva fuera de pantalla: pa?uelo al cuello, gorro de estibador, loden y chaleco desgastados, vaqueros y botas camperas. El hotel Alfonso XIII de Sevilla bulle por una boda india al estilo Bollywood, pero nos abren un fastuoso sal¨®n apartado del bullicio. Seg¨²n asoma, mira por los ventanales con un ¨²nico reclamo: quiere fumar. Afuera hace fr¨ªo y se anuncian m¨¢s aguaceros. No hay discusi¨®n, improvisamos un saloncito con butacones bajo un toldo en el mirador del jard¨ªn. Irons es conocido por encadenar un cigarrillo tras otro. Los l¨ªa a m¨¢quina. En apenas un par de horas, caer¨¢n cuatro. ¡°Vicios¡ son tan necesarios¡¡±, se excusa con pesarosa sonrisa.
El insigne protagonista de pel¨ªculas como Herida (1992) o La casa de los esp¨ªritus (1993) acude como jurado al Festival de Cine Europeo de Sevilla [el certamen se celebr¨® entre el 8 y el 16 de noviembre], para recoger un premio de honor a su carrera y participar en una charla junto al productor David Puttnam sobre La misi¨®n (1986), la cinta que los uni¨®. Siguen siendo amigos y vecinos en el sur de Irlanda, donde el actor compr¨® un castillo en 1998. Irons llega a Sevilla procedente de Los ?ngeles. All¨ª le pill¨® la reelecci¨®n de Trump. Inevitable arrancar con esa pregunta.
?C¨®mo ha recibido el regreso de Trump?
Ha sido un baj¨®n, aunque muchos lo imaginaban. Los ?ngeles es habitual feudo dem¨®crata, pero all¨ª se ha vivido sin grandes dramas. Quiz¨¢ no se esperaba una victoria tan amplia. El mecanismo me resulta muy similar al del Brexit: la gente diciendo ¡°nada ha cambiado, queremos un cambio¡±. Y Trump promet¨ªa disrupci¨®n. Puede que una disrupci¨®n sea buena, pero ?a qu¨¦ precio? Para m¨ª es un coste preocupante.
?Qu¨¦ mundo intuye tras este giro pol¨ªtico?
Nos esperan tiempos duros. No podr¨ªamos estar ante un peor escenario para Gaza, para Ucrania, para las relaciones entre Europa y EE UU, y entre China y EE UU. Veremos. No creo que las opiniones de los actores resulten particularmente ¨²tiles, pero est¨¢ claro que ser¨¢ m¨¢s duro entrar en EE UU y que mucha gente se marchar¨¢ del pa¨ªs.
?Hab¨ªa visitado Sevilla antes?
S¨ª, hace 20 a?os estuve aqu¨ª filmando El reino de los cielos (2005), con Ridley Scott. Creo que sale el Real Alc¨¢zar. Recuerdo haber visto un flamenco maravilloso en algunos tablaos. Espero repetir la experiencia.
Vista hoy, La misi¨®n, donde interpret¨® a un misionero jesuita, toca conflictos supervigentes tres siglos despu¨¦s de aquella ¨¦poca: el extractivismo colonial, los genocidios, las imposiciones de credo, la supremac¨ªa blanca¡ ?Tan poco hemos evolucionado?
Hay problemas que nunca desaparecen. Y eso al p¨²blico le llega.
Aquel rodaje est¨¢ rodeado de leyendas. Una dice que trajeron a George Martin, productor de los Beatles, para ense?arle a tocar el oboe vintage para los ind¨ªgenas. ?Es cierto?
Cierto. El oboe del siglo XVIII es un instrumento muy dif¨ªcil de tocar. Martin viv¨ªa en el Caribe y nosotros rod¨¢bamos en Cartagena de Indias. Tuvo esa generosidad. Me esforc¨¦ much¨ªsimo en sacar la melod¨ªa para luego encontrarme con que la hab¨ªan doblado con la grabaci¨®n de estudio de Ennio Morricone [risas].
Sigamos con las leyendas. ?Es cierto que recorri¨® Espa?a en moto de arriba abajo?
S¨ª. De Bilbao a M¨¢laga, pasando por Madrid. En Espa?a hay muchas curvas estupendas para moteros. Tenemos un club: The Guggenheim Motorcycle Club, organizado por Thomas Krens [exdirector de la Fundaci¨®n Guggenheim] con Dennis Hopper, Lauren Hutton o Laurence Fishburne. Tambi¨¦n estaba la esposa de un arquitecto estupendo franc¨¦s¡ cada vez me patina m¨¢s la memoria [se refiere a Catherine Richard, exmujer de Jean Nouvel].
La arquitectura le queda cerca. Es usted amigo de Renzo Piano, ?no?
Renzo es un gran amigo. S¨ª, me interesa mucho. De no haber sido actor, creo que habr¨ªa sido arquitecto, aunque nunca fui un estudiante muy brillante. Me encanta cuando un espacio funciona y resulta confortable.
Vino a Espa?a por primera vez con 15 a?os, a Gibraltar. ?C¨®mo fue aquella experiencia?
Vine a la boda de mi hermano. Tras navegar por aqu¨ª y all¨¢, pas¨® una temporada en Gibraltar. Pasaba cigarrillos a Espa?a. Se enamor¨® de una enfermera inglesa que trabajaba en Marbella y se casaron. Yo vine de padrino, haciendo dedo desde Francia. Me oblig¨® a conducir su coche lleno de cigarrillos por las carreteras de esa costa. Ni ten¨ªa carn¨¦; fue la primera vez que us¨¦ el cambio de marchas. Viv¨ªamos en el barco, en el puerto de Estepona. El viaje fue lo m¨¢s emocionante. La gente ya no hace dedo. Imagino que es por miedo. Es una pena que nos hayamos cogido tanto miedo los unos a los otros.
?Usted nunca tuvo miedo de hacer autostop?
La verdad es que no. Era joven y quer¨ªa conocer mundo. Hice mucho dedo. La guitarra me daba de comer. Viv¨ª esta fantas¨ªa del m¨²sico ambulante.
?Es por eso que le gusta decir que quer¨ªa la vida de un n¨®mada gitano?
S¨ª, siempre me result¨® un estilo de vida muy atractivo. Y quer¨ªa seguir haci¨¦ndolo. No sab¨ªa c¨®mo. Cuando decid¨ª no ser m¨²sico sino actor, logr¨¦ ese estilo de vida gitano: viajo, trabajo con gente diferente de una manera muy cercana y desaparezco. Soy un afortunado.
?Y por eso eligi¨® quedarse a vivir entre Londres e Irlanda, huyendo de los cantos de sirena de Los ?ngeles?
S¨ª. No podr¨ªa soportar pasar media vida almorzando y atrapado en una autopista, y la otra media rodando. Escuch¨¦ mis necesidades, sin preocuparme por la inseguridad de mi profesi¨®n. Es importante si te quieres dedicar a esto. Sobre todo cuando eres un actor joven, que no sabes cu¨¢ndo va a llegar el siguiente trabajo. Hay que ser consecuente con el modo de vida que eliges. Yo hice todo tipo de cosas: limpi¨¦ casas, cuid¨¦ jardines, restauraba y vend¨ªa antiguallas para poder seguir estudiando interpretaci¨®n¡
?Recuerda su primer papel?
Ten¨ªa 12 a?os. Hac¨ªa de una detective tipo Agatha Christie en una obra de misterio. No hab¨ªa chicas en mi colegio. Mi personaje llevaba trajes de falda de tweed. El profesor que dirig¨ªa me dijo: ¡°No olvides atusar tu falda para abajo al sentarte, como har¨ªa una chica¡±. Y, claro, yo hac¨ªa lo contrario, lo que hacemos los chicos, tirar de la pernera para arriba. Es la primera vez que recuerdo haber hecho re¨ªr al p¨²blico.
?Estaban all¨ª sus padres para verlo?
No. Era una funci¨®n escolar, a ellos no les interesaban esas cosas. Ya en el instituto hice alguna funci¨®n m¨¢s y suspend¨ªa todo el rato por estar ensayando.
?Les pareci¨® bien que fuera actor?
Mi padre, que era contable, no estaba muy de acuerdo. Me dijo que los actores no se apa?an bien para mantener sus matrimonios [Irons lleva 52 a?os casado con otra actriz, la irlandesa Sin¨¦ad Cusack]. Pero tambi¨¦n me dijo: ¡°Si lo tienes claro, int¨¦ntalo¡±. Quiso animar a mi hermano para que se alistara en la Marina, y no logr¨® convencerlo; as¨ª que cuando lleg¨® mi momento, me apoy¨®.
Naci¨® en la isla de Wight. All¨ª se celebr¨® en 1968 el m¨ªtico festival de rock, donde actuaron Jefferson Airplane o T. Rex. Usted ten¨ªa 20 a?os. ?Fue uno de esos locos hippies que acudieron?
?Ja, ja, ja! Ojal¨¢. Por entonces estaba trabajando en Bristol. Y de ah¨ª me mov¨ª a Londres como voluntario en la Iglesia.
O sea, ?que se salt¨® todo eso del ¡°sexo, drogas y rock and roll¡± de los swinging sixties?
Por supuesto que compraba los discos de los Beatles y esas cosas. Pero yo estaba en la escuela de teatro, y empec¨¦ a trabajar, primero limpiando los escenarios y despu¨¦s gan¨¢ndome papeles cada vez m¨¢s prominentes.
Seg¨²n ha contado, podr¨ªa haber sido veterinario, artista circense, anticuario, trabajador social o m¨²sico. ?Qu¨¦ le ha quedado de todo esto?
Decoro mis propias casas. De hecho, mis viajes son una gran excusa para rebuscar en mercadillos. Y la m¨²sica siempre me acompa?a. Ahora estoy aprendiendo a tocar la viola.
?Cu¨¢ntos instrumentos toca?
En mi grupo juvenil tocaba la bater¨ªa y la arm¨®nica. Y, gracias a la guitarra, aprend¨ª a ligar. Yo no era muy locuaz con las chicas, pero cuando cantaba se quedaban ah¨ª, escuchando. Despu¨¦s, ya en Londres, toqu¨¦ el ¨®rgano para una organizaci¨®n caritativa. Nunca he sido muy bueno con ning¨²n instrumento, pero lo disfruto mucho. En Irlanda todo el mundo sabe interpretar m¨²sica. Es el entretenimiento al caer la tarde: juntarse con familia y amigos a tocar y tomar algo. Una de mis cosas favoritas del mundo es sentarme en un pub con mi pinta de Guinness y tocar con gente. Lo hago a menudo. En Skibbereen, un pueblito de costa al sur, cerca de Cork.
Ah¨ª es donde compr¨® su castillo cuando cumpli¨® 50 a?os, un momento en el que en Hollywood te dejan de llamar. ?C¨®mo vivi¨® esa crisis?
Es un momento dif¨ªcil, de reajuste. Es una de las razones por las que compr¨¦ el castillo y me puse a trabajar en ¨¦l, para ocupar mi tiempo y aparcar un poco el negocio. Estuve como tres a?os sin rodar, construyendo un hogar muy ¨ªntimo. Si no estoy en Londres o viajando, me puedes encontrar all¨ª. Es mi espacio de felicidad.
Siempre se ha rodeado de agua. Creci¨® en la costa, suele nadar en aguas abiertas y es un consumado navegante. ?Pasa las horas mirando al mar, como hac¨ªa Meryl Streep en La mujer del teniente franc¨¦s (1981), aquella pel¨ªcula que le trajo la fama?
[Risas] No arrastro una tragedia tan rom¨¢ntica como ella, pero s¨ª, necesito estar cerca del agua. La calma y el peligro del mar, ese contraste, es casi un reflejo de mi personalidad. De ni?o, justo debajo del jard¨ªn de casa, ten¨ªa un puerto. As¨ª que a los cinco a?os ya aprend¨ª a navegar. Llevo el mar en la sangre.
Se dio hasta los 30 a?os para abrirse paso en la actuaci¨®n. Lo consigui¨® a los 33 con el ¨¦xito de la serie Retorno a Brideshead (1981). Hoy, un actor que no ha despegado a los 25 lo tiene dif¨ªcil. Su hijo, Max Irons, tambi¨¦n es actor. ?Dir¨ªa que lo tuvo m¨¢s f¨¢cil que la generaci¨®n actual?
Tuve mucha suerte, porque entonces hab¨ªa muchos teatros en Inglaterra; pod¨ªas saltar de uno a otro aprendiendo. Mi hijo, por ejemplo, lo ha evitado. Hoy la referencia son las teleseries. Y muchos se hacen actores en busca de la fama. Yo solo quer¨ªa trabajar, contar historias. No era un talento natural, pero fui mejorando a medida que lo disfrutaba. Mi carrera fue progresiva. Pero nunca pens¨¦ que tendr¨ªa dinero y fama.
?Se digiere mejor el ¨¦xito cuando llega con cierta madurez?
Yo pas¨¦ de la precariedad a ver mi cara en los peri¨®dicos por protagonizar la serie del momento. Convertirme en una persona p¨²blica me sobrepas¨® un poco. De pronto, el mundo es tu pueblo: te saludan por la calle. Puedo decir que no he tenido experiencias desagradables, la gente tiende a ser amable conmigo. Tambi¨¦n es porque nunca he sido demasiado famoso. Vivo una vida bastante normal.
Suele decir que le gustan los personajes que ocultan alg¨²n secreto. ?Tiene que ver con su obsesi¨®n por la privacidad?
Probablemente. Y tambi¨¦n con mi fascinaci¨®n por la gente que de primeras no est¨¢ exponi¨¦ndotelo todo. Necesito el descubrimiento, esa llamada a profundizar, el misterio. Y eso se refleja en mi trabajo.
?Es cierto que rechaz¨® hasta tres veces ser James Bond?
M¨¢s o menos. Me vino a ver Cubby Broccoli [hist¨®rico productor de los filmes del agente 007]. Hab¨ªa una posibilidad, pero no me entusiasmaba la idea. Despu¨¦s de Sean Connery y Roger Moore, escoger¨ªan a Timothy Dalton. Visto con el tiempo, probablemente me equivoqu¨¦, no ten¨ªa por qu¨¦ da?ar mi carrera en absoluto. No lo s¨¦. Estoy tan feliz con todo lo que hice en esa ¨¦poca que no echo en falta a James Bond en mi filmograf¨ªa.
A sus 76 a?os ya le han ca¨ªdo algunos premios a toda una vida. Algunos actores los encuentran insultantes, ?usted?
No me preocupa mucho. Lo cierto es que no necesito premios [lo dice uno de los pocos actores que tiene la triada Oscar, Globo de Oro, C¨¦sar]. Siempre es agradable recibir uno, pero al final es un objeto m¨¢s cogiendo polvo en una estanter¨ªa.
Hasta bien entrada su carrera le hemos visto en pocas comedias. ?Las ha evitado?
Los productores no han visto mi lado c¨®mico. La gente se hace una idea sobre ti. Evidentemente, Retorno a Brideshead y La mujer del teniente franc¨¦s marcaron una trayectoria dram¨¢tica que se cimentar¨ªa con El misterio Von B¨¹low [la cinta que le vali¨® el Oscar a mejor actor en 1990]. Y eso es lo que ve¨ªan en m¨ª. Algo enigm¨¢tico, no necesariamente c¨®mico. Pero est¨¢ bien, porque la comedia en pantalla es muy dif¨ªcil. Necesitas guionistas que realmente entiendan tu vis c¨®mica.
Hubo un tiempo en que sobre todo interpret¨® personajes de ¨¦poca y se?ores pudientes, reprimidos y arrogantes. ?Se sinti¨® encasillado?
Igual he hecho 100 pel¨ªculas, pero muchas veces la gente se queda con uno o dos papeles. Y puede pensar que siempre interpreto al malo. Mi rango actoral es m¨¢s que eso. Los tipos de clase alta deben venir por mi manera de hablar, pero no soy un gentleman, eso te lo garantizo.
No negar¨¢ que disfruta haciendo de villano. Incluso puso voz al malo de El rey le¨®n (1994).
Me encantan los villanos, son mucho m¨¢s divertidos de interpretar. Esa gente que vive fuera de la ley siempre es interesante¡ Me identifico con ellos.
?Dir¨ªa que con Inseparables (1988), la cinta de David Cronenberg donde encarna a dos cirujanos gemelos que se autodestruyen, alcanz¨® sus m¨¢ximas cotas de perturbaci¨®n?
S¨ª, probablemente sea lo m¨¢s inquietante que haya hecho nunca. Pero hay que echarle la culpa a Cronenberg [risas]. Es una pel¨ªcula buen¨ªsima.
En su ¨¦poca m¨¢s exitosa explot¨® una sexualidad diferente en pantalla: el militar gay de Retorno a Brideshead, el pol¨ªtico con una relaci¨®n t¨®xica con la novia de su hijo en Herida (1992), el diplom¨¢tico que se enamora de una esp¨ªa transexual en M. Butterfly (1993), el pederasta en Lolita (1997). ?Qu¨¦ le ha aportado esta exploraci¨®n a nivel personal?
Nuestra sexualidad es una gran parte de todo esto; de vivir, me refiero. No s¨¦ c¨®mo acab¨¦ traslad¨¢ndolo a mi carrera, pero result¨® as¨ª. Para profundizar en un papel tambi¨¦n tienes que hacerlo en la sexualidad del personaje.
?Rechaz¨® hacer de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos?
S¨ª. Probablemente ese s¨ª fue un error, aunque nunca lo habr¨ªa hecho tan bien como Anthony Hopkins. Pero me di cuenta de que empezaba a acumular demasiados personajes extra?os, tipos oscuros.
Se va a reencontrar con Glenn Close en la comedia Encore (pendiente de rodaje), donde un grupo de actores retirados coinciden en una residencia y montan una obra de teatro. ?Con qui¨¦n se juntar¨ªa usted, llegado el caso?
[Risas] Me traer¨ªa a Glenn, eso seguro. Y a Meryl Streep. A mis amigos de siempre. Aunque, para serte honesto, no creo que yo fuera feliz en una comunidad as¨ª. Nunca he pasado mi tiempo rodeado de actores, excepto cuando trabajo. Para m¨ª ser¨ªa una pesadilla. Quiz¨¢s yo ser¨ªa su pesadilla.
?Cu¨¢l es su idea de la felicidad hoy?
De joven sol¨ªa pensar que el ep¨ªtome de la sabidur¨ªa y a lo que deber¨ªa aspirar era a sentarme feliz bajo un ¨¢rbol. Y encontr¨¦ ese ¨¢rbol; queda muy cerca de mi casa, en Irlanda. Me siento bajo su sombra, contemplo el paisaje y soy completamente feliz.
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