Las obsesiones de Modiano
Un d¨ªa de hace casi 20 a?os, Patrick Modiano encontr¨® en un viejo peri¨®dico parisino de principios de los cuarenta un peque?o anuncio que le impresion¨®. Dec¨ªa as¨ª: "Se busca a una joven, Dora Bruder, de 15 a?os, 1,55 metros, rostro ovalado, ojos gris marr¨®n, abrigo sport gris, pullover burdeos, falda y sombrero azul marino, zapatos sport marr¨®n. Ponerse en contacto con el se?or y la se?ora Bruder, bulevar Ornano, 41, Par¨ªs". Modiano se obsesion¨® con el anuncio, con la chica y con la historia que ah¨ª lat¨ªa, en parte porque ¨¦l hab¨ªa visitado mucho esa calle de adolescente. Se convirti¨® en una especie de detective privado contratado por s¨ª mismo. Pronto descubri¨® que Dora Bruder era jud¨ªa, que tras escaparse de casa fue detenida por la polic¨ªa colaboracionista y deportada a Auschwitz, donde muri¨®. Modiano busc¨® m¨¢s. Revis¨® los archivos policiales, espulg¨® las viejas gu¨ªas de tel¨¦fonos de Par¨ªs que nunca faltan en su casa, consult¨® fichas municipales, entrevist¨® a varios testigos de la ¨¦poca y del barrio que pudieran a¨²n recordar que la conocieron. Anduvo como un lun¨¢tico errando por las calles que Dora recorri¨® y que ¨¦l conoc¨ªa bien por haberlas andado de adolescente; entraba en los portales de los edificios que ella habit¨® y se quedaba ah¨ª, quieto, esperando no se sabe qu¨¦... Ya no encontr¨® nada m¨¢s. Ten¨ªa el fin de la historia de Dora Bruder pero muy poca cosa de ella. Su rastro se hab¨ªa perdido casi definitivamente, como tantos otros. Sin embargo, con ese casi, con esas min¨²sculas certidumbres y utilizando tambi¨¦n como material narrativo su propia obsesi¨®n y su b¨²squeda, Modiano escribi¨® una joya estremecedora titulada Dora Bruder que habla de la memoria, de la dignidad y de la vida, contenida en apenas un centenar largo de p¨¢ginas que ahora se vuelve a publicar en Espa?a.
"Ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien. Siempre es as¨ª. Y siempre es inconsciente"
"El Par¨ªs de mis novelas nace de las cosas que me impresionaron cuando era un adolescente. Es como un cuadro de Magritte"
"Luego, con los a?os, y con el libro ya publicado, me lleg¨® algo m¨¢s de documentaci¨®n sobre Dora. Y me plante¨¦ la cuesti¨®n de si merec¨ªa la pena reescribir la novela o no. Decid¨ª que no. No soy historiador. Soy novelista. No importa tanto el resultado de la b¨²squeda como la b¨²squeda en s¨ª. As¨ª que la novela se qued¨® como est¨¢".
PREGUNTA. ?Y por qu¨¦ esa obsesi¨®n por alguien que no conoce de nada?
RESPUESTA. Yo tambi¨¦n me he hecho muchas veces esa pregunta: ?por qu¨¦ est¨¢s obsesionado con las huellas de otras personas? Y creo que es porque vivo en el siglo XX o XXI. Si yo hubiera vivido en el siglo XIX habr¨ªa escrito novelas rurales: largas novelas redondas y completas. Pero en esta ¨¦poca todo es fragmentario, y las grandes ciudades favorecen eso, el anonimato, que el rastro de las personas se pierda. No s¨¦ si me explico
... Tambi¨¦n es verdad que yo siempre he estado impresionado por las desapariciones, por las ausencias. Por eso me fascinan las viejas gu¨ªas de tel¨¦fonos en las que aparecen los nombres de los abonados, porque de un a?o al otro hay gente que desaparece, que se va
..., en especial de algunos barrios, como el XVI.
P. Precisamente, muchas de sus novelas se desarrollan en esa parte de Par¨ªs, el XVI, cerca de Trocadero, que no tiene nada de especial. ?Por qu¨¦?
R. Por eso, porque no tiene nada de especial. Muchos lo consideran un t¨ªpico barrio burgu¨¦s. Pero no es as¨ª del todo. Tiene una parte de barrio an¨®nimo, banal, sin monumentos hist¨®ricos, donde uno puede imaginarse cosas. En otros barrios parisinos te sientes bloqueado por la historia. En Trocadero y sus alrededores uno puede observar las calles y la gente que las habita de una manera un poco on¨ªrica. Es un barrio donde, en determinadas calles, la gente desaparec¨ªa mucho. Como le he dicho, yo lo he comprobado con las gu¨ªas de tel¨¦fonos. Hay una suerte de movilidad extra?a. Es un barrio burgu¨¦s, pero tiene su lado extra?o... Luego est¨¢n mis propios recuerdos de infancia y adolescencia...Todo es un poco confuso. Yo no conozco Madrid, pero estoy seguro de que en Madrid debe de haber barrios as¨ª...
Patrick Modiano es muy alto, muy amable, algo torpe y muy t¨ªmido. Duda al hablar, le cuesta acabar las frases y su muletilla favorita es "no s¨¦ si me explico". Vive en una vieja casa a la espalda del Jard¨ªn de Luxemburgo, no muy lejos del barrio donde pas¨® parte de su infancia: todo un s¨ªntoma de su relaci¨®n con el tiempo y la memoria. El cuarto desde el que escribe es una habitaci¨®n semicircular, tapizada de libros con una ventana tambi¨¦n muy alta que da a un jardincito interior. Hay un div¨¢n arrugado en el que se sienta a leer cuando no trabaja. Escribe dos o tres horas al d¨ªa sentado a una mesa colocada frente a la ventana y al jard¨ªn. Nunca m¨¢s. Asegura que si hiciera caso a su car¨¢cter, terminar¨ªa sus novelas de un tir¨®n, sin detenerse, pero que se obliga a refrenarse y a parar cuando han pasado esas dos horas a fin de mantener una tensi¨®n que s¨®lo ¨¦l percibe pero que, seg¨²n ¨¦l, es esencial para que la obra culmine.
Este hombre acogedor y atento nacido en 1945 es simplemente uno de los m¨¢s importantes escritores vivos en Francia, due?o de un mundo propio, autor de m¨¢s de 30 obras, ganador del Goncourt o del premio de novela de la Academia Francesa, entre otros. En Espa?a se han publicado recientemente, adem¨¢s de la citada Dora Bruder, En el caf¨¦ de la juventud perdida, Reducci¨®n de condena y Calle de las tiendas oscuras. Confiesa con naturalidad que escribe desde que ten¨ªa 20 a?os porque no sabe hacer otra cosa. No ha trabajado jam¨¢s en nada que no sea sentarse dos horas enfrente de esa ventana y pasarse las 22 restantes del d¨ªa pensando en las p¨¢ginas que quedan. Sus novelas siempre son cortas y exactas, transcurren siempre en los a?os cuarenta o sesenta, en un Par¨ªs particular y vagamente irreal, dilatado, enorme, donde siempre hay garajes, adolescentes abandonados a su suerte que se agotan en brutales caminatas errabundas y adultos que se buscan unos a otros como dentro de un laberinto: un verdadero territorio m¨ªtico que comparte con el Par¨ªs real los nombres de las calles y la ubicaci¨®n precisa de los n¨²meros. ?l mismo es un mani¨¢tico de la topograf¨ªa parisina y si uno le menciona una calle cualquiera no es raro que Modiano no s¨®lo la conozca, sino que la haya recorrido o la hayan recorrido sus personajes.
P. ?Por qu¨¦ las direcciones y los n¨²meros de los portales son tan precisos?
R. El Par¨ªs de mis novelas, m¨¢s que un Par¨ªs de hace d¨¦cadas, es un Par¨ªs interior, casi on¨ªrico, que nace de las cosas que me impresionaron cuando yo era un adolescente. Y para que ese lado on¨ªrico se desarrolle, es preciso que las direcciones sean exactas. Puede que el edificio que se describe sea banal, no importante, pero s¨ª que su ubicaci¨®n en la novela sea perfecta. Es como un cuadro de Magritte: los objetos, aunque de car¨¢cter on¨ªrico, est¨¢n dibujados de forma muy n¨ªtida.
P. ?Y por qu¨¦ unas direcciones y no otras?
R. Porque las guardo en la memoria: la direcci¨®n, el n¨²mero, el edificio...
P. ?Y ha cambiado mucho Par¨ªs desde su adolescencia?
R. El centro no ha cambiado tanto porque no se pueden destruir los edificios hist¨®ricos. Pero en los barrios perif¨¦ricos s¨ª se han demolido muchas manzanas. Adem¨¢s, cuando yo era adolescente, exist¨ªa en Par¨ªs una suerte de... fant¨¢stica mezcla de la sociedad. Por ejemplo, en el barrio de Les Halles, cuando a¨²n exist¨ªa el mercado, a partir de medianoche, con los camiones que iban y ven¨ªan, o el barrio de la prensa, alrededor del Boulevard Reaomur, hab¨ªa una especie de sociedad fant¨¢stica y atrayente, todo estaba muy animado, no s¨¦ c¨®mo decirlo. Incluso Los Campos El¨ªseos, o en Pigalle. Ahora es diferente. Y eso me ha marcado.
P. ?Y su barrio, Saint-Germain-des-Pr¨¨s?
R. Ha cambiado much¨ªsimo desde mi infancia. Aparte de los dos caf¨¦s, Les Deux Magots y Le Flore, era un barrio muy provinciano, por as¨ª decir. Hab¨ªa una mezcla muy extra?a. Por una parte, era un barrio muy tranquilo, con personas mayores sentadas en la plaza, y por otra, hab¨ªa caf¨¦s modernos y lugares donde se tocaba jazz. Me acuerdo, cuando yo iba a la escuela, que estaba en la Rue Dauphine, de que a veces pas¨¢bamos por una tienda a comprar bombones y ve¨ªamos a Picasso o a Giacometti. Todo mezclado, no se perd¨ªa el lado provinciano.
P. En
Calle de las tiendas oscuras hay un detective sin memoria que busca su propio pasado; en En el caf¨¦ de la juventud perdida todos los personajes se preguntan lo que fue de una chica que les impresion¨®; en Dora Bruder usted mismo se convierte en un investigador
... ?No le da la impresi¨®n de escribir continuamente la misma novela?
R. S¨ª, s¨ª. Yo ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien, o alguien que intenta recuperar las huellas de alguien. Siempre es as¨ª. Y siempre es inconsciente. Luego me digo: mira, esto ya lo has hecho. Las cosas vuelven. Es por un sentimiento ¨ªntimo de ausencia, de abandono. Por eso intento buscar las huellas de las personas.
P. Se ha dicho que en su infancia est¨¢ la clave de toda su obra.
R. Puede ser. Pero no es por una especie de nostalgia de la infancia. Es m¨¢s por las cosas que yo he observado y que me impresionaron durante aquel tiempo. Hay una clase de atenci¨®n especial, que hace que las cosas te impresionen fuertemente cuando eres un ni?o. Adem¨¢s, ese periodo para m¨ª es triste. S¨¦ que hay ni?os felices, pero mi infancia fue triste. Adem¨¢s, hay conversaciones que no entiendes bien y que te dan miedo. Cuando yo era ni?o me paseaba solo por Par¨ªs. Eso era impactante a esa edad porque normalmente a los ni?os no les dejan pasearse solos. Yo pod¨ªa. Experimentaba al mismo tiempo miedo y curiosidad. Por eso la infancia: por esas primeras im¨¢genes que te impresionan para siempre.
P. En
Pedigr¨ª, una suerte de autobiograf¨ªa, habla de esa ¨¦poca, y sobre todo de sus padres, ¨¦l atareado con negocios extra?os, ella actriz de segunda, viajera, que le abandonaban con frecuencia...
R. Todo es real. Es una autobiograf¨ªa un poco especial. Quer¨ªa hablar de cosas que me hicieron da?o y que me resultaban extra?as. En otras autobiograf¨ªas se habla de cosas ¨ªntimas con las que uno est¨¢ de acuerdo, con las que te reconoces. Yo, por el contrario, quer¨ªa liberarme de cosas que me hicieron da?o. Quer¨ªa desembarazarme de todo eso que yo no eleg¨ª, que no me concern¨ªa del todo y que me hizo da?o...
P. En casi todas sus novelas los personajes sienten un deseo imperioso de escaparse, de dejar atr¨¢s la vida que llevan y que cargan como un fardo que no les pertenece.
R. Esas escenas tambi¨¦n provienen de cosas que yo he vivido cuando era ni?o o adolescente. Provienen del sentimiento de estar encerrado (yo estuve muchos a?os en internados un poco carcelarios). Adem¨¢s, les suceden por lo general a personajes adolescentes, que tienen entre 17 y 20 a?os, un periodo en el que por entonces, al menos en Francia, no eras un adulto porque no ten¨ªas la mayor¨ªa de edad legal pero tampoco eras un adolescente. Ten¨ªas la sensaci¨®n de que todo lo que pod¨ªas hacer en el mundo era algo clandestino, de que todo estaba prohibido. Yo mismo me he fugado, me he escapado, he hecho esas largas caminatas de adolescente sin parar por Par¨ªs, con una sensaci¨®n de v¨¦rtigo.
P. La adolescencia es una zona neutra, sin definir. Usted habla tambi¨¦n de las zonas neutras de la ciudad, de Par¨ªs: son precisamente por donde vagan sus personajes.
R. Cuando yo ten¨ªa 20 a?os escrib¨ª una topograf¨ªa de esas zonas neutras en Par¨ªs que tanto me impresionan. Son barrios frontera, situados a la mitad de algo, entre una zona burguesa y otra popular, por ejemplo, zonas sin una identidad precisa, zonas indeterminadas.
P. ?Y por qu¨¦ siempre aparecen garajes en sus novelas?
R. Es inconsciente. Tambi¨¦n viene de la infancia. No s¨¦ exactamente por qu¨¦. Cuando yo ten¨ªa seis o siete a?os viv¨ªa cerca de un barrio a las afueras de Par¨ªs, me cuidaba una mujer un poco extra?a que me llevaba a un garaje, con unos coches que me impresionaron. Adem¨¢s, hab¨ªa un olor muy particular, una mezcla rara, un ambiente extra?o en esos garajes y eso, ya digo que no s¨¦ por qu¨¦, me ha marcado. Yo me lo digo a veces: hay demasiados garajes en las novelas, pero no puedo evitarlo.
P. ?Se contin¨²a paseando por Par¨ªs?
R. Menos que antes. Me sorprendo mucho con la gente m¨¢s joven. Con sus ropas. Reconozco en muchos de ellos un aire como el de juventud. Los trajes parecen los mismos que yo ve¨ªa cuando ten¨ªa 14 a?os. No s¨¦.
Casi es la hora de comer. La tarde cae sobre el despacho de Modiano, sobre la ventana alta y el jard¨ªn de abajo. El escritor se levanta, pensando en la ¨²ltima frase que acaba de pronunciar. Mira a la ventana y luego a la grabadora que contiene la entrevista. Luego dice:
"Todo ha sido un poco confuso ?no?".
Dora Bruder. Traducci¨®n de Marina Pino Ynsa. Seix Barral. 128 p¨¢ginas. 16 euros. Calle de las tiendas oscuras. Traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego. Anagrama. 240 p¨¢ginas. 17 euros. Carrer de les Botigues Fosques. Traducci¨®n de Joan Casas. Proa. Barcelona, 2009. 248 p¨¢ginas. 18 euros. En el caf¨¦ de la juventud perdida. Traducci¨®n de M. T. Gallego. Anagrama. 131 p¨¢ginas. 14,50 euros. En el caf¨¨ de la joventut perduda. Traducci¨®n de Joan Casas. Proa. Barcelona, 2008. 144 p¨¢ginas. 14,50 euros. Un pedigr¨ª. Traducci¨®n de M. T. Gallego. Anagrama. 136 p¨¢ginas. 12 euros. Reducci¨®n de condena. Traducci¨®n de Tom¨¢s Fern¨¢ndez A¨²z. Pre-Textos. 117 p¨¢ginas. 13 euros. La 68? Feria del Libro de Madrid, que se celebrar¨¢ del 29 de mayo al 14 de junio, estar¨¢ dedicada a la cultura francesa. www.ferialibromadrid.com
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