El libro no sabe, no contesta
La literatura en espa?ol act¨²a con indolencia ante los retos del gran proyecto de Google Books - El buscador ha digitalizado ya siete millones de t¨ªtulos
![Jes¨²s Ruiz Mantilla](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F6a8979ac-e7b3-4e49-a28d-8ef780472c20.jpg?auth=adca90b9344430353a3efa521c6f05b31de12fb2c013241bb04b919b8e0a8605&width=100&height=100&smart=true)
Mientras los autores de Alemania o Francia se levantan en armas contra el escaneo masivo de Google Books, los hispanos... no saben, no contestan. No se pronuncian ni suscriben manifiestos como los de Heidelberg, que repudia el acuerdo de autores y editores con el gigante inform¨¢tico tras un complicado proceso judicial. La mecha la ha encendido una sentencia en Estados Unidos. Condenaba la digitalizaci¨®n masiva de libros que emprendi¨® el buscador para hacerlos accesibles en la Red. Google Books ha escaneado nada menos que siete millones de t¨ªtulos, de los que cinco millones son considerados hu¨¦rfanos: aquellos cuyos derechos no han prescrito, pero cuya paternidad nadie reclama.
Google: "Internet ya no es la jungla que hundi¨® el negocio de la m¨²sica"
"Es el acto de pirater¨ªa m¨¢s grande de la historia", dicen los agentes literarios
La justicia estadounidense ha condenado el escaneado masivo
Pierden los intermediarios: agentes, libreros y distribuidores
T¨ªtulos que no estaban en el mercado. Sacados de bibliotecas p¨²blicas de todo el mundo, entre las que estaban la de las universidades Complutense, de Salamanca, de Santiago de Compostela y la Jaume Fuster, en Espa?a. La justicia ha condenado a la empresa a pagar. Y ¨¦sta ha provisto un fondo de 136 millones de d¨®lares (poco m¨¢s de 100 millones de euros) para satisfacer las reclamaciones. Para ello han puesto tambi¨¦n las bases de una sociedad de gesti¨®n a escala global que funcionar¨ªa con parte de ese fondo.
Una vez se han pronunciado los tribunales, empieza el negocio. ?C¨®mo? Con una oferta algo r¨¢cana y un plus algo tentador. Se ha concedido un plazo para sondear a quienes han sido incluidos en el escaneo. La racaner¨ªa asciende a 60 d¨®lares por t¨ªtulo -casi una propina- y un 63% de las ganancias que puedan venir despu¨¦s. Y eso ¨²ltimo es lo tentador. Que alguien en cualquier lugar del mundo pueda comprar un libro y que el autor perciba ese porcentaje, cuando ahora s¨®lo se lleva el 10% o el 12% si es una estrella, no es mal negocio. Para el editor titular de los derechos de la obra, tampoco.
?Qui¨¦n pierde? Libreros, distribuidores y agentes. Los intermediarios. Por eso, quien m¨¢s se ha movilizado por ahora en Espa?a son los agentes. La Asociaci¨®n de Agencias Literarias de Espa?a (ADAL) -que acoge a 22- ha enviado una circular en la que desa-conseja acogerse a la oferta. Pero las respuestas se hacen esperar. "Hay muy poca conciencia e informaci¨®n de momento", asegura Alicia Gonz¨¢lez Sterling, portavoz de ADAL. Otros han aconsejado quedarse al margen. Es el caso de la agencia de Carmen Balcells. Lo explica Javier Mart¨ªn, de dicha empresa: "Es una propuesta irrisoria y tampoco es cuesti¨®n de darles margen para que laven su imagen. Lo que va a pasar con los derechos est¨¢ por ver".
Desde Google, Luis Collado, directivo de la empresa en Espa?a y encargado de explicar bien el acuerdo, pide calma y visi¨®n. "Muchos se van a quedar en el camino si no se adaptan". Collado pide que el mundo editorial se mire en el espejo de las discogr¨¢ficas y el cine. "Deber¨ªan aprender de lo que ha ocurrido con esos sectores. Internet ya no es la jungla que hundi¨® esos negocios, ha cambiado. Ahora se abren muchas oportunidades de negocio".
Su empresa apostar¨¢ por la conexi¨®n online. "Google Books ofrecer¨¢ los archivos en Internet y el usuario podr¨¢ baj¨¢rselos y leerlos o utilizarlos como le convenga, en su m¨®vil, en su ordenador, en su libro electr¨®nico". Eso no quiere decir que vayan a desaparecer los formatos tradicionales. El papel sobrevivir¨¢, coinciden casi todos.
Magdalena Vinent es directora general del Centro Espa?ol de Derechos Reprogr¨¢ficos (CEDRO). Al frente de la SGAE de los libros ha dado un paso adelante. La entidad se ha erigido en intermediaria entre Google y los autores a los que representan. "Cuesta movilizar a los autores y que den su respuesta", admite Vinent.
De sus 15.000 asociados, tan s¨®lo la mitad ha dado su consentimiento. Los editores han respondido mejor. "Unos 600 nos han autorizado a que negociemos con Google en su nombre. Est¨¢n los m¨¢s grandes, entre ellos representan el 80% del mercado". La posici¨®n de CEDRO es abierta y nada condenatoria a la acci¨®n de Google. "Lo positivo es que tras la sentencia exista una posibilidad de acuerdo", comenta Vinent.
Si la multinacional se sienta en la mesa con CEDRO, la negociaci¨®n no entra en los c¨¢lculos de los agentes. "Nuestro consejo frente a la opci¨®n es excluirse. Primero, para tener libre disposici¨®n de los derechos electr¨®nicos de cada obra y cederlos a quien convenga. Segundo, para no avalar el acto de pirater¨ªa editorial m¨¢s grande de la historia", afirman en su comunicado.
?Y los autores? Dif¨ªcil respuesta. De los que han sido requeridos para este reportaje, pocos contaban con una opini¨®n formada. Santiago Roncagliolo, gran adepto a la Red, tiene sus respuestas: "En el debate se confunden dos cosas. Una es que Google usurpe los derechos de explotaci¨®n comercial de las obras. Eso es ilegal. La otra es que las obras literarias se ofrezcan al p¨²blico en el soporte digital. Eso es inevitable", asegura el autor de Memorias de una dama. "En realidad, para los autores, el mejor usurpador posible es Google, porque lo podemos demandar. El servidor ha ofrecido una indemnizaci¨®n porque puede medir el da?o y sabe que perder¨ªa un juicio. El mayor riesgo es que surjan distribuidores incontrolables, como surgieron hace una d¨¦cada en la m¨²sica", cree Roncagliolo. "Internet est¨¢ llena de posibilidades para la difusi¨®n e incluso para el comercio cultural, pero s¨®lo si nos anticipamos a ella en vez de aterrorizarnos".
Otro de los grandes problemas que deja al descubierto este conflicto es el del monopolio. Javier Celaya, experto en edici¨®n digital, alerta: "Con el nuevo panorama, Google est¨¢ en disposici¨®n de crear un aut¨¦ntico monopolio en la Red y eso es una barrera para el mercado". Un escenario en el que la empresa determina el precio de las descargas sin contar, entre otros, con quienes han colaborado en el proyecto: las bibliotecas. Ese frente amenaza ya con dar su guerra. Pero eso ser¨¢ otro cap¨ªtulo. El de una novela que acaba de comenzar y cuyo final est¨¢ abierto.
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NZOURCANY2RSMPNJLKWR7FLOGY.jpg?auth=d3078e965b2aefe21b4cd568394b97762de49594e0951b6754190fce9abc3d04&width=414)
Los n¨²meros cantan
- 45: los euros de la indemnizaci¨®n m¨ªnima acordada en Estados Unidos por cada obra digitalizada sin permiso.
- 100: los millones de euros provistos por Google como fondo para satisfacer las reclamaciones de derechos.
- 200: las editoriales espa?olas que en 2007 publicaron obras en formatos distintos al papel. En total, el 10,5% de la facturaci¨®n anual, que ronda las 3.000 millones de euros. La Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a cuenta con 900 asociados.
- 600: los editores que han autorizado a CEDRO a negociar con Google en su nombre. Suponen el 80 % del mercado. De sus 15.000 autores asociados, s¨®lo lo han hecho la mitad.
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