Las bellas artes, seg¨²n Morante
Si las bellas artes son un compendio de genialidad, inspiraci¨®n, creatividad, caricia, armon¨ªa e inteligencia, Morante de la Puebla elev¨® ayer el toreo al cielo merecido por la pintura, la escultura, la m¨²sica... La belleza, en suma...
El torero sevillano so?¨® el toreo con el capote en una tarde que ha pasado ya a la mejor historia de la tauromaquia, y dej¨® a Las Ventas sobrecogida, conmovida, arrebatada y entusiasmada con un derroche de arte sublime y puro barroquismo. Su toreo fue una luz deslumbrante y cegadora que nos reconcili¨® a todos con la alegr¨ªa y la intensa emoci¨®n que nunca debieron dejar de ser consustanciales a esta fiesta.
Fue Morante un torero transfigurado, valiente, enrabietado, entregado y, a veces, heroico, dispuesto a todo para alcanzar la gloria. Y la toc¨® con las yemas de los dedos, vaya que si la toc¨®, y s¨®lo el irregular manejo de la espada le impidi¨® instalarse en ella.
DOMECQ / MORANTE, MANZANARES, PINAR
Toros de Juan Pedro Domecq -segundo y tercero, devueltos-, muy justos de presentaci¨®n e inv¨¢lidos; destacaron el cuarto, nobil¨ªsimo, y el sexto. Los sobreros, de Jos¨¦ V¨¢zquez, mansos y deslucidos.
Morante de la Puebla: cuatro pinchazos, media tendida -aviso- y un descabello (silencio); pinchazo, estocada baja -aviso- (oreja).
Jos¨¦ M. Manzanares: estocada (silencio); gran estocada (ovaci¨®n).
Rub¨¦n Pinar, que confirm¨® la alternativa: media ca¨ªda (silencio); casi entera muy baja (silencio).
Plaza de Las Ventas. Jueves 21 de mayo. Decimoquinta corrida de feria. Lleno.
La grandiosa obra la ciment¨® el genial artista en el cuarto, con el que protagoniz¨® una larga sinfon¨ªa con el capote, imposible de describir con palabras, porque fue sentimiento puro, embrujo hechizante y delicada orfebrer¨ªa.
Sali¨® el toro, c¨®modo de cabeza como los dem¨¢s, y Morante lo vio de inmediato. Lo cit¨® desde el centro del anillo y rasgue¨® cuatro ver¨®nicas -las dos primeras, excelentes-, y dos medias extraordinarias. Lo llev¨® al caballo galleando por chicuelinas vistosas, rematadas con otra media que fue un prodigio de plasticidad.
Cuando los tendidos empezaban a rugir, el torero, de nuevo, en los medios; el capote, por delante; el coraz¨®n, a borbotones, y lo vuelve a citar a la ver¨®nica. Dise?¨®, pint¨®, molde¨® y music¨® cuatro lances lent¨ªsimos, pura cadencia, sentimiento a flor de piel, y traz¨® otra media endiabladamente bella, con el capote enroscado por todo su cuerpo.
Pero no acab¨® ah¨ª la obra del artista. Otra vez, ?otra vez?, el capote acariciado por los dedos, y un quite por chicuelinas con las manos muy bajas, y la plaza ya enloquecida y enfervorizada por tanto resplandor. Otra media inexplicable e inimitable, derroche de arte total.
?Qu¨¦ borrachera de gozo! Ah¨ª pod¨ªa haber acabado la faena; ah¨ª se lo pod¨ªan haber llevado ya a hombros, porque el arte se disfruta m¨¢s en gotas de esencia.
Pero quedaba la muleta, y resurgi¨® de nuevo la torer¨ªa del genio. Unos ayudados por alto y un pinturero kirikiki dieron paso a una tanda de cuatro derechazos inmensos, pre?ados de hondura y ligaz¨®n. El animal comenz¨® a dar se?ales de agotamiento, pero Morante lo intent¨® a pies juntos por la izquierda y alg¨²n natural brot¨® con empaque. De nuevo, ayudados, y un desplante final, con la muleta plegada, torer¨ªsimo, dieron paso a un pinchazo que supo a mala pu?alada del destino.
La obra de arte estaba hecha. La vuelta, con una oreja en la mano, fue apote¨®sica. S¨®lo falt¨®, quiz¨¢, la m¨²sica celestial de la sevillana Banda del Maestro Tejera, aunque la m¨²sica callada del toreo tuvo su mejor int¨¦rprete en Jos¨¦ Antonio Morante de la Puebla, que present¨® ante su inv¨¢lido primero sus mejores credenciales: una chicuelina, pura improvisaci¨®n, un ayudado por bajo, un recorte, dos molinetes... Notas sinf¨®nicas... ?Alguna vez se ha toreado mejor con el capote en esta plaza?
No lo tuvieron f¨¢cil sus compa?eros. Manzanares un ca?¨®n con la espada, sobre todo en el quinto, se las vio con un lote soso y descastado, y se luci¨®, con un precioso quite por chicuelinas. Y el joven Pinar se mostr¨® voluntarioso ante el tercero, y fue meritoria su actuaci¨®n ante el noble sexto. La verdad es que era imposible llamar la atenci¨®n despu¨¦s del ¨¦xito sin precedentes del torero sevillano.
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