Nadal se estrella en 'casa'
Soderling echa al espa?ol de Par¨ªs, donde nunca hab¨ªa perdido en cuatro a?os
La pista es un infierno h¨²medo y fr¨ªo coronado de nubes; un coro de voces que gritan "?Robin!, ?Robin!" mientras avanza el partido; un torbellino de emociones que durante 3h 30m va desgranando los cap¨ªtulos de un encuentro ¨²nico. Robin Soderling, altivo y silencioso, parece Bjorn Borg redivivo. El sueco tira despiadados pelotazos de hielo, un tenista solo frente al mundo, alienado por su intenci¨®n de jugar a toda velocidad, de robarle a Rafael Nadal el ritmo y lograr lo imposible: tumbar en Roland Garros al tetracampe¨®n invicto, que se despide de Par¨ªs en octavos (2-6, 7-6, 2-6 y 6-7) y se deja un pu?ado de r¨¦cords en el camino. Adi¨®s a la marca ¨²nica de cinco t¨ªtulos consecutivos. Adi¨®s al r¨¦cord de sets seguidos ganados. Y adi¨®s al sue?o de conquistar en 2009 el Grand Slam, los cuatro grandes en el mismo a?o, todo por una tarde el¨¦ctrica y febril, de truenos en el cielo y rayos en la pista. La tormenta fue de Soderling, ayer un tenista implacable. La calma triste, de Nadal, un jugador sin m¨¢s argumentos que el coraz¨®n y el deseo, muertas las piernas, perdido el ritmo y abandonado siempre por el p¨²blico. Perdi¨® el campe¨®n invicto y la Phillipe Chatrier lo celebr¨® entre chillidos.
Blando al resto y con la derecha, el 'n¨²mero uno' estuvo desconocido
Bajo una toalla esconde la cabeza Soderling en cada cambio. Es un gigante de 193 cent¨ªmetros mirando al pasado: como Stefan Edberg, otro sueco de ensue?o, Soderling se concentra bajo el trapo y quiz¨¢s recuerda una larga lista de agravios que son el motor de su desaf¨ªo. La derrota en un partido ag¨®nico en Wimbledon 2007, cuando la lluvia extendi¨® el encuentro durante cinco d¨ªas. El sinsabor de Roma 2009, cuando jug¨® el mejor set de toda su carrera y, aun as¨ª, perdi¨® con estruendo (6-1 y 6-0). Dos derrotas dolorosas contra el mismo tipo: Nadal, el n¨²mero uno. Perro Loco, un tenista extra?o, jug¨® con esas capitulaciones en la memoria.
La ocasi¨®n lo merec¨ªa. Eran los primeros octavos de su carrera en un grande y ten¨ªa enfrente al mejor del mundo. Su partido fue notable: dispar¨® nueve aces, sac¨® con facilidad por encima de los 200 kil¨®metros por hora y logr¨® 61 golpes ganadores. Frente a esa lluvia de tenis ofensivo, con Soderling cargando con todo, limpiando a pelotazos de polvo las l¨ªneas, Nadal, penalizado por un rev¨¦s raqu¨ªtico, no tuvo respuesta.
El espa?ol le puso coraz¨®n, pasi¨®n y tensi¨®n. De lo dem¨¢s nada hubo: blando al resto y con la derecha -sus 33 golpes ganadores vinieron acompa?ados de 28 errores no forzados-, el n¨²mero uno del mundo estuvo desconocido. Le colgaba al campe¨®n la cinta del pelo. Aullaba golpe¨¢ndose con el pu?o el pecho. Luchaba tiro a tiro el mallorqu¨ªn, que nunca da nada por perdido. No fue suficiente. Las emociones solas no ganan partidos. El espa?ol, siempre un punto corto de juego en la temporada de tierra, donde se impuso en Montecarlo, Barcelona y Roma y lleg¨® a la final en Madrid, exacerb¨® a su paso por Par¨ªs todas las dudas que han caracterizado su juego desde marzo. Ha perdido el metro ganado sobre la l¨ªnea de fondo, que es lo que le da el dominio del punto, y nunca pareci¨® sentirse a gusto. Nadal, un tenista demoledor, no se impuso en ning¨²n apartado del juego. Dud¨® siempre y esa sensaci¨®n le pudo en los momentos clave del partido: sac¨® para ganar la segunda manga y perdi¨® el servicio. Tuvo un break de ventaja en la cuarta y lo perdi¨®. Soderling gan¨® porque Nadal no estuvo fino.
A los problemas del n¨²mero uno respondi¨® la grada haciendo la ola, gritando su apoyo al sueco -"allez, Robin Hood!"- y celebrando cada punto del sueco con delirio. Par¨ªs nunca quiso a Nadal. Desde ayer, ya tiene una raz¨®n para cambiar sus cari?os. Nadal, el tit¨¢n de la arcilla, ya no es invencible.

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"Fui agresivo, le mov¨ª", dice el sueco
"Para m¨ª, Federer es mejor tenista que Nadal, conoce m¨¢s aspectos de este juego. Es m¨¢s duro enfrentarse con ¨¦l. Siempre te hace sentirte mal, como si hubiera jugado mi peor partido. Con Nadal, en realidad, puedes jugar". Habla Soderling con dos periodistas el viernes, y su bravuconer¨ªa suena a locura teniendo en cuenta los precedentes: hab¨ªa perdido todos los partidos que hab¨ªa jugado contra el espa?ol, y se hab¨ªa enfrentado a gestos con ¨¦l en dos de ellos. La relaci¨®n se resume en una frase. ?Ha hablado con Nadal ¨²ltimamente? "Nunca dir¨ªa nada malo acerca de un jugador ante la prensa", contesta el viernes. Y se marcha. Altivo. Fuerte. Preparado.
"Si no crees en ti mismo, no tiene sentido que salgas a la pista. Mejor que te vayas a casa", dijo nada m¨¢s cerrar su victoria el sueco, que tuvo tiempo para lanzarle un dardo al espa?ol. "He jugado un gran partido. Si ¨¦l cree que jug¨® mal, es su elecci¨®n, pero yo no dir¨ªa nada as¨ª".
Soderling estaba sonriente. S¨®lo dos periodistas de su pa¨ªs se han desplazado a Par¨ªs, donde antes reinaron otros compatriotas suyos -Bjorn Borg y Mats Wilander-, para seguir su torneo. Es la medida de sus expectativas parisinas. "Espero al menos un SMS de Borg", brome¨® el vencedor. "?ste es el momento m¨¢s grande de mi carrera. Ni siquiera pod¨ªa so?ar con esto antes del partido, aunque no estoy sorprendido. Cuando gan¨¦ el primer set, pens¨¦: 'Si he ganado uno... ?por qu¨¦ no tambi¨¦n el siguiente?".
Al final, un sueco evit¨® que Nadal superara a Borg convirti¨¦ndose en el primer hombre capaz de conquistar cinco Roland Garros consecutivos. ?Cu¨¢l fue su estrategia? "Ser agresivo. No puedes intentar ganar a Nadal corriendo. Jugu¨¦ extremadamente bien en los puntos importantes. Intent¨¦ construir el juego con mi derecha, moverle... simplemente, jugu¨¦ exactamente como quer¨ªa".
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