Wilco entusiasma al p¨²blico en su primera visita a Galicia
El rock de los estadounidenses se inclina hacia Liverpool
La primera gran ruptura est¨¦tica de Wilco -Yankee Foxtrot Hotel, 2002- inclu¨ªa la canci¨®n Cenizas de banderas americanas. Lo que en su momento hablaba, tangencialmente, de los Estados Unidos posteriores al 11-S, se ha convertido en la met¨¢fora perfecta de la banda. De h¨¦roes del rock de ra¨ªz americanista a inclasificable entente de krautpop, ecl¨¦ctica y de sonido en las ant¨ªpodas de la mugre. Nada campestres. El lunes en Santiago, su primera comparecencia gallega, los de Chicago demostraron encontrarse ya m¨¢s pr¨®ximos a Liverpool que al rancho de Neil Young, a D¨¹sseldorf que a su antol¨®gico doble Being there (1996).
Y esto no s¨®lo lo muestra un repertorio que, aunque picotea en sus siete ¨¢lbumes de estudio, avanza novedades -Wilco (the album), este mes en la calle- y deja para los bises la carnalidad folk rock, si no las preferencias de las 1.600 personas que llenaron el Palacio de Congresos de la capital. Lo m¨¢s aplaudido se correspondi¨® con las paradas en Sky blue sky (2007), quiz¨¢s su grabaci¨®n m¨¢s floja pero con la que dieron el salto definitivo fuera del indie. Las referencias a la ¨¦poca en que Jay Bennet, fallecido la semana pasada, compart¨ªa tablas con Jeff Tweedy se limitaron a la sudorosa traca final: fue la sombra de Lennon la que plane¨® con insistencia sobre el bolo gallego de los autores de A ghost is born.
Porque los Wilco actuales se alejan del trazo grueso. Los dos teclados dominan el sonido amaestrado de un grupo que apenas permite las injerencias del azar. Formaci¨®n clave del rock alternativo, Wilco no improvisa, suena impoluta, a pesar de los calambrazos del guitarrista Nels Cline. Su figura espigada se gan¨®, con arpegios desarrollados a lo Tom Verlaine, las mayores ovaciones. Tambi¨¦n Tweedy -compositor, voz y guitarra- cay¨® en gracia, pero a base de interacci¨®n con el respetable.
Wilco ya no esquiva ning¨²n roquismo. Hace dar palmas, pide la colaboraci¨®n vocal de los espectadores e incluso despliega, en un desaf¨ªo a la parroquia gafapasta, duelo de guitarras a lo ZZ Top. Y el final, con el p¨²blico en pie, letra de Woody Guthrie en un boogie recogido de sus elep¨¦s con Billy Bragg, ratific¨® el verso m¨¢s jaleado del concierto: "We still love rock&roll".
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