Escasez en París
En el mismo periodo en que el Instituto Cervantes celebraba el día mundial del idioma espa?ol, en París, auspiciados en parte por dicho instituto, unos espa?oles intrépidos han vuelto a propiciar un encuentro con nuestro cine. Con el título de Espagnolas en París y presididos nominalmente por Laura del Sol, se empe?an en dar a conocer las películas más recientes, interesantes e inéditas este a?o desde Camino, de Fesser, a La concejala antropófaga, de Almodóvar, que presentó Carmen Machi, pasando por El truco del manco, de Zannou, con presencia de éste y de Langui, junto a los cortos espa?oles seleccionados en el último Festival de Cannes, entre otros títulos. Se trata de un peque?o grupo de voluntaristas que no cuenta con medios suficientes para la publicidad o para atender a sus invitados, pero que aún así van más allá y hasta posibilitan encuentros entre cineastas espa?oles jóvenes y productores franceses con el generoso afán de abrirles puertas y mercados. Lo hacen porque sí, por amor al arte, por a?oranza o sencillamente por cinefilia, y aunque no pueden evitar cierto aire de reunión familiar o de club de amiguetes, su esfuerzo bien merecería de más apoyos oficiales.
Mientras que en Espa?a el cine es habitualmente fuente de quejas y lamentos, estos espontáneos de París creen en él y lo defienden. El nuevo presidente de la Academia, ?lex de la Iglesia, opina que "el cine espa?ol es una desavenencia continua, nos conocemos poco y nos encanta hablar mal de todos". Pues bien, estos y estas espagnolas de París van armando su tribunita de promoción a la chita callando aunque hablando bien de todos, sin alboroto, haciendo lo que quizá deberían organizar otros estamentos, pero, ay, ay, ay, también sin presupuesto. En este aspecto se mostraban desolados. Para organizar el festivalito del a?o próximo deberán empezar otra vez de cero, llamando a todas las ventanillas posibles en busca de las ayudas básicas. Y se cansan de tener que mendigar. Con algo de medios lograrían quitarle a su faena cinéfila los aires de escasez que a veces la envuelven y que inevitablemente ajan un poco sus nobles propósitos. Aunque, por otro lado, este quiero y no puedo forme parte de su encanto.
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