Madrid como s¨ªntoma
Dentro de una actualidad tan densa, est¨¢ pasando desapercibida la laboriosa actividad de los partidos en la designaci¨®n de los candidatos que lideren sus listas electorales en las pr¨®ximas elecciones municipales y auton¨®micas. Es algo que forma parte de las rutinas propias de estas organizaciones y suele pasar desapercibido para el gran p¨²blico. Como ya ocurriera en la ocasi¨®n anterior, esta vez la m¨¢xima atenci¨®n se pondr¨¢ en la elecci¨®n del candidato socialista para el municipio de Madrid. La capital de Espa?a, s¨ªmbolo de tantas cosas, ha sido tambi¨¦n a lo largo de los ¨²ltimos lustros el emblema de la frustraci¨®n electoral del PSOE. Encontrar a alguien que consiga derrotar al actual alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, ya confirmado como inc¨®modo contrincante, es una misi¨®n casi imposible. Ante este dato, ?cu¨¢les han de ser las cualidades que adornen al candidato llamado a desbancarle? ?Hay alguien adecuado en el banquillo ya dispuesto a dar el salto, o deben buscarlo en el caladero de las personalidades del "mundo exterior" o en el de los pol¨ªticos ya consagrados con cargo en plaza?
No se entender¨ªa que un partido como el PSOE no pusiera a alguien de fuste como candidato en la capital
No se trata de sugerir nombres. Lo interesante del caso trasciende, desde luego, el marco espec¨ªfico de la ciudad de Madrid para convertirse en uno de los desaf¨ªos m¨¢s formidables a los que se enfrenta hoy la clase pol¨ªtica. Porque, en efecto, la mayor amenaza a la que se enfrentan los pol¨ªticos de profesi¨®n reside en la dificultad para encontrar entre sus filas a personas con capacidad para tener repercusi¨®n medi¨¢tica y envolverse en el atractivo que suele acicalar a las personas que triunfan en otras actividades. Sobre todo en candidaturas simb¨®licas como es la alcald¨ªa de Madrid. Pero si se opta por alguien de fuera de la pol¨ªtica, los incentivos del cargo desaparecen despu¨¦s en caso de derrota, y aqu¨¦llos no suelen estar dispuestos a soportar la dura traves¨ªa del desierto de la oposici¨®n. Esto mismo ocurre si se echa mano de conocidos pol¨ªticos que ocupan cargo en la pol¨ªtica nacional. ?Qu¨¦ aliciente pueden tener para abandonar su brillante lugar al sol para pasar una larga e indefinida temporada en la penumbra?
Si, por el contrario, optamos por los fieles profesionales de menor perfil, bien bregados en la pol¨ªtica y la vida del partido, el atractivo electoral de la candidatura disminuye. Aunque al menos ofrecen la seguridad de mantener una continuidad, de sufrir las inclemencias de la oposici¨®n y poder trabajarse un mejor destino para la pr¨®xima oportunidad. Desde luego, el ideal ser¨ªa que todo partido contara con un buen pu?ado de candidatos de estas caracter¨ªsticas y dotados de los atributos de una buena pegada electoral dentro de las dif¨ªciles condiciones de la sociedad medi¨¢tica. De no haberlos, tambi¨¦n se puede hacer caso omiso de estos nuevos constre?imientos, apostar directamente por la marca del partido, y jugar a medio plazo. Siempre ser¨¢ mejor que, como ha venido ocurriendo en Madrid, se opte por candidatos que desaparecen de la vida municipal despu¨¦s de perder las elecciones, el verdadero tal¨®n de Aquiles de las anteriores designaciones del PSOE.
Pero obs¨¦rvese, y esto vale sobre todo para el caso de la capital de Espa?a, que los electores no entender¨ªan que un partido como el PSOE no pusiera a alguien de fuste presidiendo su candidatura. Lo contrario supondr¨ªa lanzar el mensaje de que se acude a las elecciones para perder, y, por tanto, emitir la mejor se?al para desactivar a un buen n¨²mero de potenciales votantes. Y puede entenderse, adem¨¢s, como un desprecio hacia ellos, como si no merecieran que el partido de sus simpat¨ªas les ofreciera ser representados por alguien de "relevancia".
Como se ve, la decisi¨®n es bien dif¨ªcil y est¨¢ sembrada de trampas. Tambi¨¦n dice mucho sobre las dif¨ªciles condiciones de la profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica en la sociedad medi¨¢tica. El tono despectivo con el que se habla de los pol¨ªticos ignora las dificultades de una carrera sembrada de contingencias que impide un m¨ªnimo de programaci¨®n: o bien les arroja a la incertidumbre y al capricho de su liderazgo, o al fr¨ªo examen de los ciudadanos y los medios de comunicaci¨®n. A ello se a?ade la nueva tiran¨ªa de los expertos en marketing electoral, m¨¢s pendientes de la venta del "producto" y de encontrar un hueco en el dif¨ªcil mercado de la atenci¨®n p¨²blica que de sus aut¨¦nticas capacidades. Esto provoca que ya no haya "pol¨ªticos de raza", sino su reverso, diferentes razas de pol¨ªticos. Y que cada perfil de pol¨ªtico se trate de ajustar al perfil del cargo que se desee alcanzar.
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