Submarinos en el desierto
Regreso de un Reino Unido convulso por la muerte en Afganist¨¢n de 15 soldados en una semana, ocho de ellos en s¨®lo 24 horas, lo que eleva las v¨ªctimas de ese pa¨ªs en Afganist¨¢n a 184, m¨¢s que las sufridas en Irak. La mayor¨ªa de ellos han sido v¨ªctimas de atentados perpetrados por los artefactos que la insurgencia talib¨¢n hace explotar al paso de los convoyes de las fuerzas multinacionales. S¨®lo este mayo, ¨²ltimo mes del que se disponen estad¨ªsticas, hubo 465 atentados de este tipo, el doble que en el mismo mes de 2008, lo que significa que, muy probablemente, 2009 acabar¨¢ marcando un macabro r¨¦cord de atentados y v¨ªctimas.
Esos artefactos son el paradigma de la guerra asim¨¦trica que se libra en Afganist¨¢n y convierten cada patrulla o desplazamiento en una ruleta rusa. Ponen de manifiesto los desaf¨ªos que enfrentan nuestros ej¨¦rcitos, y lo que es m¨¢s importante, esconden una importante lecci¨®n sobre las penas y miserias de la integraci¨®n europea en materia de defensa.
Mantener la fuerza nuclear recorta la potencia de Londres en Afganist¨¢n
Como el debate p¨²blico ha destacado, Londres, que se dispone a gastar 40.000 millones de libras en renovar sus submarinos nucleares Trident, reemplazar dos portaaviones y comprar cazas de combate Typhoon de ¨²ltima generaci¨®n, carece en su presupuesto de defensa anual, de 34.000 millones de libras, de una partida que le permita comprar los helic¨®pteros que sus 8.300 soldados en Afganist¨¢n requerir¨ªan para operar con la misma eficacia y seguridad que los estadounidenses.
El Reino Unido, tan admirable en tantas cosas, es, sin embargo, un Peter Pan que se niega a crecer. Tras a?os en los que Blair juguete¨® a liderar Europa desde fuera y amagar pero no dar, su sucesor, Gordon Brown, ha escondido el tesoro europeo tan profundamente que el Capit¨¢n Garfio tendr¨¢ que remover toda la isla para encontrarlo. El problema es que el probable sucesor del sucesor, David Cameron, ha hecho de un irritante desprecio a la UE bandera de su asalto al laborismo.
Pero como ocurri¨® en los a?os setenta, la crisis econ¨®mica podr¨ªa cambiar las cosas y traer a los brit¨¢nicos del pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s. Hasta ahora, el mismo presupuesto daba para submarinos nucleares, portaviones, Afganist¨¢n, Irak e incluso -como ha revelado el reciente esc¨¢ndalo sobre los gastos parlamentarios- para reembolsar una casita para patos en el estanque de la propiedad familiar. Ahora, la inmensa deuda generada por los planes de rescate financiero plantea a Brown un dilema cl¨¢sico: ?ca?ones o mantequilla? ?Recortan los programas sociales para mantener el gasto militar al nivel necesario para ser una potencia mundial? ?O se asume la realidad de que disponer de una capacidad de disuasi¨®n nuclear independiente es incompatible con estar en Afganist¨¢n? A menos que se convenza a los ciudadanos de que se est¨¢ en guerra, no tiene muchas posibilidades, sobre todo si uno est¨¢ 20 puntos por debajo en las encuestas y hay elecciones a la vuelta de la esquina.
Todo el mundo sabe, aunque pocos se atreven a decirlo, que el dilema entre ca?ones y mantequilla tiene una respuesta evidente: Europa. La UE ya tiene una pol¨ªtica agr¨ªcola, as¨ª que Londres no tiene que preocuparse por la mantequilla, pero carece de una pol¨ªtica de seguridad y defensa com¨²n. De forma absurda, los ej¨¦rcitos europeos siguen gastando nacionalmente en garantizar su seguridad colectiva. Y, no s¨®lo duplican innecesariamente sus gastos sino que tampoco logran su objetivo. Su disuasi¨®n nuclear sigue en poder de EE UU y son incapaces de valerse por s¨ª mismos en Afganist¨¢n. En todas partes la misma historia: grandes gastos en aviones de combate de ¨²ltima generaci¨®n para luego carecer de los medios necesarios en el terreno, que hay que comprar a toda prisa.
Ninguna de las amenazas existenciales a la seguridad del Reino Unido o Francia pueden ser desvinculadas de su condici¨®n europea. Es f¨¢cil comprender la adicci¨®n de Londres y Par¨ªs al estatus de potencia mundial: hacer pol¨ªtica exterior con armas nucleares y un veto en el Consejo de Seguridad debe ser f¨¢cil. Hace unos meses, un submarino nuclear franc¨¦s y otro brit¨¢nico chocaron en alta mar por no comunicarse sus recorridos de patrullaje. Algunos no se han enterado de que la guerra fr¨ªa acab¨®. Los submarinos nucleares no sirven en el desierto. Por eso Europa se siente como un pez fuera del agua en Afganist¨¢n. jitorreblanca@ecfr.eu
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