Jazz, 'blues' y gambas de D¨¦nia

Para empezar, unas gambas en Aitana, al lado de la calle de Marqu¨¦s del Campo, a pocos metros del muelle de D¨¦nia. Un bar normal, sin atrezzos innecesarios. Pescados de la lonja, fritura y suquet. Tampoco est¨¢ mal la peatonal calle de Loreto, detr¨¢s de la iglesia, balcones mediterr¨¢neos, bares enol¨®gicos y tascas de toda la vida con toneles en los que todav¨ªa se vende la mistela del lugar. Obligado probar el fetge fregit (h¨ªgado frito) y los figatels (hamburguesas moriscas).

La puesta de sol en Saladino, en Moll de la Pansa, un chiringo de temporada, sin mucho arrebato pero a escasos cent¨ªmetros del agua. M¨²sicas con sabor mediterr¨¢neo suenan hasta la mitad de agosto en los fines deitad de agosto en los fines de semana del Catamar¨¢n Chill Out, que zarpa con sus embarcaciones, con ambientaci¨®n musical, a las ocho de la tarde del muelle de D¨¦nia. Las vueltas a vela, con el sol ocult¨¢ndose por el Mond¨²ver de Gand¨ªa, comienzan a hacerse indispensables.

M¨²sica lounge a tope en las tardes y noches de Zensa, en la Marina Nueva, una especie de Santa B¨¢rbara de lujo que le ha crecido a D¨¦nia en el muelle sur en los ¨²ltimos a?os. Jaimas, reservados y canap¨¦s en torno a la fulgurante piscina. Amarrados al lado, yates de potentados y tiendas de buenos linos con el recuerdo de la m¨ªtica Ibiza en el horizonte.

En la calle del Mar la noche comienza a entonarse. Pintas Guinness en el Paddy O'Conell con el mejor pop de los ochenta, y, de vez en cuando y sin avisar, ingleses versioneando a Pink Floyd con improvisaciones de m¨¢s de veinte minutos. Justo al lado, Jon, un escoc¨¦s de ascendencia h¨²ngara, ha abierto durante el ¨²ltimo a?o Jazz&Blues, con actuaciones en directo todas las noches; las mejores, las de los s¨¢bados, con el amigo Davies a la guitarra y el propio Jon al piano. Humo, claroscuros y gin-tonics en este club de jazz en el que en cualquier momento pueden compartir el escenario un chaval virtuoso del contrabajo y un anciano, amante de clarinete, que pasaba por all¨ª.

Tambi¨¦n pasaban por all¨ª, es decir, son residentes y turistas extranjeros de invierno, los grupos que viernes y s¨¢bados han actuado en Blues, carretera de las Rotas, durante los ¨²ltimos a?os. Respetables y encanados saxofonistas de Manchester junto a teclistas de Denver y bajistas de Hamburgo en las jam sessions de este local cl¨¢sico de La Marina alicantina. La biolog¨ªa ha ido retirando de las improvisaciones a estos veteranos de la m¨²sica. Hoy el grupo versioneador Motown intenta mantener vivo este esp¨ªritu del blues.

Billar y tapitas

La carretera de D¨¦nia a X¨¤bia por el cabo de San Antonio es California o la Costa Azul. En las primeras curvas aparece otro local se?ero, el Betib¨®. Cenas after hours, tecno suave, foco reflector y un billar bajo el macizo del Montg¨®.

X¨¤bia tiene su festival de jazz en verano. En invierno, residentes anglosajones comparten tapitas y buen vino con pescadores del lugar en La Rebotica, una antigua farmacia, en el casco viejo, cerca de la iglesia. Su due?o, Jos¨¦ Ram¨®n, comprob¨® un d¨ªa que el at¨²n encebollado rima bien con la patata al cabrales y con John Coltrane. As¨ª que el saxo legendario es habitualmente la banda sonora de conversaciones sin desperdicio entre los tonet de la zona y las achispadas alemanas y suizas que r¨ªen sus gracias.

Ya no son Marina Alta, sino Baja, pero es imposible hablar de chiringuitos de la zona sin mencionar dos locales con sello. La Cucaracha de Moraira, refugio de navegantes que inevitablemente piden ron, y La Plaza, en lo alto de Altea, con actuaciones de jazz todos los jueves por la noche.

Cuerpos bronceados, pantalones de algod¨®n, noches pl¨¢cidas, una copa en la mano, buena compa?¨ªa y un pianista. ?Se puede pedir m¨¢s? S¨ª, otra, otra.

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