Zaragoza: cinco ata¨²des blancos
La casa cuartel fue destruida en 1987, cuando la banda pretend¨ªa negociar
La carga estall¨® poco antes de las 6.30 frente a la casa cuartel de la Avenida de Catalu?a, en Zaragoza. Era el 11 de noviembre de 1987 y por primera vez ETA tuvo ata¨²des blancos. La bomba quebr¨® en dos el edificio de cuatro pisos de ladrillo en el que viv¨ªan los guardias y sus familias. Once muertos, entre ellos cinco ni?os: Silvia Fern¨¢ndez, siete a?os; Silvia Ballar¨ªn Gay, de seis; Roc¨ªo Capilla Franco, de 12; las gemelas Esther y Miriam Barrera Alcaraz, de tres , y un adolescente de 16 a?os, Pedro Alcaraz Martos.
A?os despu¨¦s, una ni?a que sobrevivi¨® , la hija de un guardia ejemplar, no soportaba el encendido de las luces que anunciaban la Navidad. En su memoria qued¨® para siempre un amanecer terrible de hierro, p¨®lvora, escombros y muerte. Un comando de cuatro personas perpetr¨® la matanza. Dos terroristas huyeron por tren y otros dos por carretera. Alguien les aguardaba.
Henri Parot estaba tras el atentado que tuvo como actores comprobados a Josu Ternera y Fitipaldi, ambos esenciales para ejercer labores de informaci¨®n y vigilancia. Pakito y Fitipaldi fueron condenados a m¨¢s de 2.300 a?os de c¨¢rcel por ese atentado. Ternera se ha reintegrado en la banda.
Aquella ma?ana zaragozana, fr¨ªa y triste, fue un suceso de sirenas, dolor contenido y estupor. Una plaza estrat¨¦gicamente situada, una Academia General Militar. Todos las papeletas para un drama. La banda terrorista quer¨ªa forzar una negociaci¨®n con el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y el pa¨ªs estaba en alerta m¨¢xima. La v¨ªspera del atentado hubo una cena de militares en el Gran Hotel de la ciudad, pero nadie recibi¨® pese a lo dicho y lo publicado ninguna llamada de alerta.
La bomba estall¨® por la ma?ana, cuando la ciudad se desperezaba. Y la muerte se agarr¨® a aquella ruina en la que todos los efectivos de las Fuerzas de Seguridad, bomberos, voluntarios y polic¨ªa local volcaron sus esfuerzos y su rabia. Juguetes rotos entre los cascotes y el primer cad¨¢ver de un ni?o rescatado entre l¨¢grimas. Luego, los de otros cuatro. Murieron cuatro guardias civiles; el resto, familiares. Los bomberos lloraron al sacar en una camilla el cuerpo una ni?a, aparentemente sin heridas. Estaba muerta.
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