Al toque de Guardiola
Como hac¨ªa el t¨¦cnico del Bar?a, su ¨ªdolo de la ni?ez, al nuevo mediocentro blanco le gusta que los partidos se maduren poco a poco
Pudo ser cosa del aire del golfo de Vizcaya. No hab¨ªa cumplido 21 a?os la ¨²ltima vez que visit¨® el Bernab¨¦u con la camiseta de la Real Sociedad y ya ten¨ªa pinta de capit¨¢n de nav¨ªo. Al salir del vestuario, despu¨¦s de empatar a cero, se acod¨® contra la pared del patio que hay bajo el gallinero y, por primera vez esa noche, relaj¨® la expresi¨®n severa y esboz¨® una sonrisa de satisfacci¨®n. "La verdad es que Ronaldo apenas ha tocado el bal¨®n", dijo Xabi Alonso.
En aquella temporada, empatar en el Bernab¨¦u era algo parecido a una proeza. Esa noche, el mediocentro vasco se hab¨ªa movido por su posici¨®n como por el sal¨®n de su casa. Hab¨ªa interrumpido las transiciones del Madrid robando once balones y cortando los centros m¨¢s peligrosos, hab¨ªa jugado en corto y en largo, hab¨ªa dado pases de distracci¨®n y pases que rompieron l¨ªneas. El momento y el escenario le consagraron como un mediocentro cuajado.
Del Bosque suele repetir con acierto: "A Xabi le gusta mucho el f¨²tbol"
Todav¨ªa hoy, Alonso sigue mostrando esa fisonom¨ªa elegante y orgullosa cada vez que su equipo juega como ¨¦l cree que se debe jugar al f¨²tbol. Para este chico que se cri¨® entre Tolosa y la playa de San Sebasti¨¢n, al amparo del viejo Antiguoko, admirando a Guardiola cada vez que pasaba por el norte, el f¨²tbol es algo muy serio. Algo digno de un orden, un ritmo, unos tiempos. Le gusta decir que a los partidos hay que "madurarlos" con el toque. ?sa es su vocaci¨®n.
A los 27 a?os, despu¨¦s de cinco temporadas en el Liverpool, se ha convertido en un experto en gobernar partidos desatados. Lo consigui¨® en un ¨¢mbito hostil, en la Premier, el reino de la precipitaci¨®n, y a las ¨®rdenes de un entrenador que imprime a sus equipos una intensidad dif¨ªcil de armonizar con las posesiones largas. Rafa Ben¨ªtez ped¨ªa presi¨®n y velocidad y Xabi presionaba y robaba como le mandaban, pero siempre que recib¨ªa la pelota procuraba establecer su canon. Introduc¨ªa una pausa, un ritmo, un tiempo para cada maniobra. Durante cinco a?os, el Liverpool jug¨® de una manera cuando estaba Alonso y de otra cuando no estaba. Durante cinco a?os, el Liverpool experiment¨® un cambio. Cada vez se pareci¨® m¨¢s al equipo que quer¨ªa que fuese el pivote de Tolosa.
El 15 de mayo de 2005, Anfield se visti¨® de fiesta para despedir a su equipo. Era el ¨²ltimo partido de la Liga, contra el Aston Villa, y la afici¨®n rindi¨® homenaje a unos jugadores que a la semana siguiente viajar¨ªan a Estambul para disputar la final de la Champions contra el Milan. El Liverpool hab¨ªa ganado (2-1), pero Alonso no par¨® de hablar con sus compa?eros para repasar conceptos. "No podemos perder el bal¨®n ah¨ª", parec¨ªa decirle a Ciss¨¦. "Cuando ellos la tengan en esa zona, hay que pararse as¨ª", gesticulaba con Gerrard. "Devu¨¦lvemela", propon¨ªa a otro. Y as¨ª sucesivamente. Su entrenador, Rafa Ben¨ªtez, hablaba con ¨¦l m¨¢s que con ning¨²n otro porque sab¨ªa que, si no consegu¨ªa convencer a su mediocentro, sus ideas se perder¨ªan en el campo como gotas en el mar. No es raro que Ben¨ªtez, amante del poder, acabara celoso de la independencia intelectual de un jugador que ve este negocio desde un ¨¢ngulo opuesto al suyo. Alonso no es c¨®modo para los entrenadores r¨ªgidos. Igual que hac¨ªa Guardiola, Alonso siente el deseo, o el deber, de hablar, antes, durante y despu¨¦s de jugar. Como su padre, Periko, que jug¨® en la Real y el Bar?a, ¨¦l tambi¨¦n est¨¢ empe?ado en transmitir su visi¨®n a los compa?eros. Est¨¢ comprometido con el juego. Como dice el seleccionador espa?ol, Vicente del Bosque: "A Xabi le gusta mucho el f¨²tbol".
El Madrid estuvo a punto de ficharlo en el verano de 2004. Pero a Jos¨¦ Antonio Camacho no le convenc¨ªa su pinta de adolescente. Camacho prefer¨ªa a Vieira. Quer¨ªa alguien m¨¢s atl¨¦tico, m¨¢s r¨¢pido, m¨¢s rotundo en el salto, m¨¢s imponente en el corte. Xabi se fue al Liverpool y el Madrid tuvo m¨¢s o menos lo que quer¨ªa Camacho. Una colecci¨®n de esplendorosos tapones: Gravesen, Pablo Garc¨ªa, Diarra, Emerson, Lass. Ninguno ha logrado consolidarse. Tal vez Lass lo consiga.
Tal vez Jorge Valdano, director general del Madrid, estaba harto de todos estos volantes mucho antes de que Florentino P¨¦rez le ofreciera integrarse en su proyecto presidencial. Cuando tuvo que confeccionar una lista, puso a Xabi el primero.
Hace muchos a?os que al Madrid le falta una manija. Desde Makelele. Precisamente, desde la ¨²ltima vez que vino Xabi al Bernab¨¦u con la Real.
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