"Mataron tambi¨¦n a '43 claveles"
Un grupo de prisioneros fue ejecutado esa misma noche en la misma tapia
"El d¨ªa que fusilaron a las Trece Rosas mataron tambi¨¦n a 43 claveles", recordaba ayer Concha Carretero, una de las supervivientes de aquella madrugada sangrienta en el cementerio de La Almudena. Los hombres fueron fusilados antes. "Muchas de las Trece Rosas iban con la esperanza de morir junto a sus novios, las pobres". En la misma tapia y el mismo d¨ªa fue ejecutado Pedro Lillo, un mec¨¢nico de 33 a?os afiliado a las Juventudes Socialistas Unificadas.
De su padre, Josu¨¦ Lillo tiene apenas dos recuerdos. El primero es de la ¨²ltima vez que le vio con vida. "Una vecina viuda de un polic¨ªa hizo una gesti¨®n para que nos dejaran visitarle en la c¨¢rcel poco antes de que lo fusilaran. Me puso en sus rodillas y me dijo: 'Hijo, ve siempre con la cabeza bien alta, que tu padre no ha matado a nadie'. Yo ten¨ªa s¨®lo seis a?os, pero de algo as¨ª no te olvidas".
El segundo es del d¨ªa en que rescat¨® su cuerpo de una fosa com¨²n. "A los 11 a?os del fusilamiento nos llamaron del cementerio para ver si quer¨ªamos exhumarle. Mi madre le reconoci¨® por el traje de rayas azul marino que llevaba. Hab¨ªa otras familias, mujeres, ni?os haciendo lo mismo que nosotros. Fue t¨¦trico".
En plena posguerra no pudieron pagar una sepultura permanente, as¨ª que lo enterraron en una temporal con su nombre. "A los 10 a?os, cuando cumpl¨ªa el plazo, no nos localizaron y con el tiempo lo perdimos de nuevo. Mi madre se puso enferma el d¨ªa que lo sacamos. Hoy dar¨ªa lo que fuera por poder enterrarlos juntos", explica emocionado Josu¨¦ Lillo. No podr¨¢.
El historiador Juli¨¢n Casanova explica que en las grandes ciudades, con las ampliaciones de los cementerios, las fosas comunes se cubrieron de cemento. "En la mayor¨ªa de los casos no se intent¨® localizar a los familiares para ver si quer¨ªan trasladar a su muerto y con el paso del tiempo fueron incinerados".
El cuerpo de Pedro Lillo se ha perdido para siempre y como ¨¦l los de cientos de republicanos ejecutados en La Almudena. "Durante a?os, sub¨ªamos, como un reguero de hormigas en silencio, decenas de mujeres, ni?os y alg¨²n hombre, al cementerio para estar cerca de nuestros muertos. Todo eran llantos contenidos porque a los rojos tampoco les dejaban llorar", recuerda Josu¨¦. "En la tapia siempre hab¨ªa restos de fusilamientos: sangre, l¨¢pices de carpintero... Mi madre sol¨ªa taparlos echando tierra. No cobr¨® pensi¨®n de viuda hasta 1980. Era una mujer excepcional. Despu¨¦s de todo lo que hab¨ªa sufrido, no permiti¨® jam¨¢s que odi¨¢ramos a nadie. Y lo consigui¨®".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.