Yo quiero la parejita
La mitad de los diagn¨®sticos gen¨¦ticos preimplantacionales en EE UU se usan para elegir el sexo del beb¨¦ - Algunos espa?oles viajan all¨ª por esa raz¨®n
Ni la postura sexual. Ni hartarse de comer dulces. Ni la fase de la luna. La superstici¨®n no sirve. Las parejas espa?olas que desean escoger el sexo de su beb¨¦ viajan a Estados Unidos. All¨ª hay una amplia oferta de cl¨ªnicas que ofrecen esta posibilidad que la ley norteamericana permite. En Espa?a est¨¢ prohibido. As¨ª, esos centros reciben pacientes de todo el mundo. S¨®lo a la cl¨ªnica que dirige Jeffrey Steinberg, el Fertility Institute de Los ?ngeles, acuden por ese motivo cada semana entre 20 y 30 parejas extranjeras. Alrededor del 5% son espa?olas. Se someten al diagn¨®stico gen¨¦tico preimplantacional, una t¨¦cnica usada para descartar enfermedades hereditarias, pero que tambi¨¦n revela el sexo del embri¨®n. Sin embargo, en EE UU alrededor del 50% de estas t¨¦cnicas no se efect¨²an por motivos terap¨¦uticos, sino para escoger entre un ni?o o una ni?a.
El proceso est¨¢ prohibido en toda Europa, salvo para fines m¨¦dicos
"Abrir esa compuerta es algo muy peligroso", dice un ginec¨®logo
La demanda es enorme. El mismo Steinberg acaba de abrir en Nueva York un centro para clientes internacionales. Hasta all¨ª tambi¨¦n llegan espa?oles, seg¨²n explica este ginec¨®logo. El proceso les cuesta alrededor de 20.000 d¨®lares (unos 14.000 euros). Aparte deben cubrir los gastos de viaje y estancia. El perfil: parejas de clase media-alta, que ya tienen dos o m¨¢s hijos del mismo sexo y buscan el equilibrio familiar.
Muchos se informan en Internet. Otros acuden a centros espa?oles. Algunos de ellos ofrecen asesoramiento. Hasta el instituto de reproducci¨®n CEFER, presente en toda Espa?a, por ejemplo, se acercan parejas que buscan seleccionar el sexo del beb¨¦. "No lo hacemos, la ley de reproducci¨®n asistida lo proh¨ªbe", remarca Fernando Marina, responsable del laboratorio del instituto en Barcelona. Sin embargo, s¨ª facilitan a sus pacientes informaci¨®n sobre las cl¨ªnicas estadounidenses en las que s¨ª puede realizarse. "No estamos en contra, porque creemos que no se producir¨ªa un desequilibrio. Aqu¨ª no es cierto que las personas se decanten por ni?os o por ni?as, est¨¢ igualado", observa Marina.
En EE UU, muchas cl¨ªnicas ofrecen este servicio desde hace casi una d¨¦cada. Hasta hace poco, el m¨¦todo m¨¢s utilizado consist¨ªa en seleccionar los espermatozoides por sus caracter¨ªsticas gen¨¦ticas, aunque su fiabilidad no es absoluta. Ahora, se recurre cada vez m¨¢s al diagn¨®stico gen¨¦tico preimplantacional. La t¨¦cnica se utiliza para analizar el material gen¨¦tico del embri¨®n y detectar si es portador de enfermedades hereditarias antes de implantarlo. Pero tambi¨¦n se puede usar para conocer el sexo analizando los cromosomas X e Y.
Un estudio realizado por Reprogenetics, una empresa especializada en esta t¨¦cnica, que trabaja para m¨¢s de 150 de las 400 cl¨ªnicas de reproducci¨®n asistida que hay en EE UU, indica que la mitad de los diagn¨®sticos gen¨¦ticos preimplantacionales hechos en sus centros entre 2007 y 2008 fueron para elegir el sexo del beb¨¦. Otro 10% fue para evitar alguna enfermedad; y el resto, un 40%, no quisieron revelar sus motivos. Santiago Munn¨¦, presidente del laboratorio en el pa¨ªs norteamericano, corrobora que la permisividad de la ley estadounidense ha facilitado el aumento de la afluencia de parejas extranjeras, incluyendo las espa?olas.
En Espa?a, la ley de reproducci¨®n asistida no permite la selecci¨®n de sexo, excepto para librar al beb¨¦ de padecer enfermedades hereditarias ligadas al sexo, como por ejemplo la hemofilia, o para salvar a un tercero. De hecho, la selecci¨®n de sexo est¨¢ prohibida en toda Europa. En B¨¦lgica estuvo permitida hasta el a?o 2007. Frank Comhaire, profesor del hospital Universitario de la Universidad de Gante, ofrec¨ªa este servicio en la cl¨ªnica Fertility. En mayo de 2003, anunci¨® el nacimiento del primer beb¨¦ europeo cuyo sexo fue elegido por sus progenitores sin finalidad terap¨¦utica. A este centro tambi¨¦n hab¨ªan acudido parejas espa?olas, explica Comhaire, ya retirado. "Nadie puede interferir en el derecho de las familias a decidir siempre y cuando sea para el balance familiar", afirma como f¨¦rreo defensor de la selecci¨®n de sexo. "Est¨¢ demostrado que es bueno para la familia y para el beb¨¦", a?ade.
En EE UU, los informes que el m¨¦dico recibe sobre el diagn¨®stico gen¨¦tico preimplantacional contienen, por sistema, informaci¨®n sobre los cromosomas X e Y. Recogen por tanto el sexo del embri¨®n. En Espa?a, como esta t¨¦cnica est¨¢ limitada a descartar enfermedades, la informaci¨®n s¨®lo puede usarse con fines m¨¦dicos. Pero, a pesar de la ley, con los datos en la mano, ?podr¨ªa el m¨¦dico favorecer a una pareja que, adem¨¢s de librar a su hijo de una enfermedad, desee elegir el sexo? "Para escoger el embri¨®n que se implanta, pensamos siempre en criterios m¨¦dicos, y siempre hay embriones de mejor calidad que otros", apunta Marina. Incluso cuando se trata de detectar enfermedades ligadas a los cromosomas sexuales, a los padres se les dice si el embri¨®n es portador o no, pero no se les da informaci¨®n sobre el sexo, a?ade Carles Gim¨¦nez, director cient¨ªfico de Reprogenetics Spain.
En t¨¦rminos globales, el estudio de Reprogenetics especifica que no hay una desviaci¨®n significativa hacia el sexo masculino o femenino en las preferencias de sus pacientes occidentales. Las preferencias son tan variadas que acaban equilibr¨¢ndose: el 48,4% escogi¨® ni?a y el 51,6%, ni?o. En los pa¨ªses occidentales las preferencias de g¨¦nero se deben, mayoritariamente, a un deseo de tener una familia con hijos de los dos sexos, especifica Munn¨¦. En todo caso, en las parejas occidentales si se observa alguna preferencia se inclina, muy ligeramente, hacia las chicas. El estudio tambi¨¦n indica que la cosa cambia cuando se trata de parejas chinas, indias y de algunos pa¨ªses de oriente medio, que claramente seleccionan varones.
En los casos en que ninguno de los embriones analizados correspond¨ªa con el del sexo deseado, un 54,5% decidi¨® tener un beb¨¦ igual. El 45,5% decidi¨® interrumpir el proceso. En EE UU la ley permite destruir los embriones que no se usan. Algo que no se permite en Espa?a, donde se deben congelar para utilizarlos en el futuro, donarlos para otras parejas o para investigaci¨®n.
Teniendo en cuenta que el estudio concluye que en Occidente, las preferencias entre sexos acaban equipar¨¢ndose, Munn¨¦ no ve inconvenientes a la selecci¨®n de sexo, aunque cree que deber¨ªan establecerse normas: "Crearse por ley un registro en las cl¨ªnicas, para asegurar que el balance entre ni?os y ni?as es equilibrado". Munn¨¦ tambi¨¦n cree que no se deber¨ªa permitir que las parejas que no ven satisfechas sus expectativas destruyan los embriones.
Pero las posiciones son diversas. Para Jos¨¦ Manuel Bajo Arenas, presidente de la Sociedad Espa?ola de Ginecolog¨ªa y Obstetricia, "abrir esa compuerta es algo muy peligroso. Que por voluntad de los padres se pueda escoger el sexo del beb¨¦ es entrar en una din¨¢mica muy peligrosa. La ¨²nica opci¨®n para usar el diagn¨®stico preimplantacional contin¨²a siendo para evitar enfermedades".
En 2003, el Observatorio de Bio¨¦tica y Derecho de la Universidad de Barcelona elabor¨® un documento sobre la selecci¨®n del sexo del beb¨¦ coordinado por la abogada Mar¨ªa Casado. En ¨¦l se considera que esta t¨¦cnica "por razones no terap¨¦uticas deber¨ªa ser admitida en determinadas circunstancias y siempre que no sea utilizada como sistema de discriminaci¨®n". El documento fue suscrito por 19 reconocidos expertos en reproducci¨®n asistida.
Buscar el equilibrio
- En Estados Unidos, seg¨²n la empresa especializada Reprogenetics, el 50% de los diagn¨®sticos gen¨¦ticos preimplantacionales se hacen por motivos no terap¨¦uticos. Son para elegir el sexo del futuro beb¨¦.
- En los procesos realizados en ese pa¨ªs, el 26,6% de las personas buscaba la parejita, el 50% ya ten¨ªa dos hijos del mismo sexo y el 23,3% ten¨ªa tres o m¨¢s hijos del mismo sexo.
- De los que eligen el sexo del embri¨®n, el 48,4% prefiere ni?a y el 51,6% ni?o. En las parejas occidentales la preferencia est¨¢ equilibrada, en las chinas o indias se decantan hacia los ni?os.
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