Desastre en el 1.500
Por primera vez no habr¨¢ espa?oles en la final de la prueba reina del mediofondo
La mitolog¨ªa del atletismo espa?ol se empez¨® a construir con el 1.500, la prueba de la aristocracia del mediofondo, hace 30 a?os. Ayer, la decadencia de un atletismo envejecido y escaso la simboliz¨® tambi¨¦n el 1.500, ¨¦sa es su grandeza. Despu¨¦s del calentamiento provocado por los ¨¦xitos de Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Manuel Abascal, alcanz¨® su momento de m¨¢ximo apogeo en 1992 con el apote¨®sico triunfo de Ferm¨ªn Cacho en los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. La ¨²ltima d¨¦cada qued¨® en manos de los destellos de clase de Reyes Est¨¦vez y la pelea de los ¨²ltimos llegados, Juan Carlos Higuero y Arturo Casado, dominadores en Europa, comparsas honorables en el mundo. Ayer, ni eso. Ninguno de los tres espa?oles que han soportado el peso del 1.500 en la ¨²ltima d¨¦cada estar¨¢ en la final de ma?ana. Por primera vez en unos Mundiales ning¨²n espa?ol estar¨¢ en esta final. En los ¨²ltimos 22 a?os, el 1.500 espa?ol ha conseguido cinco medallas (m¨¢s dos ol¨ªmpicas).
Mayte Mart¨ªnez, que se meti¨® en la final de 800m, aspira a una medalla
Arturo Casado, el m¨¢s joven, el prometedor chaval que lleg¨® entre los seis primeros en Helsinki y Osaka, cay¨® en la primera serie. Ayer, en las semifinales, se despidieron Reyes Est¨¦vez, el maestro de la ¨²ltima generaci¨®n, y Juan Carlos Higuero. Los dos lo hicieron de manera similar. An¨®nima e impotente. Pasaron a cola del pelot¨®n al toque de la campana y apenas pudieron remontar en ag¨®nico esfuerzo hasta la s¨¦ptima plaza (el burgal¨¦s) y la octava (el catal¨¢n). Se clasificaban los cinco primeros.
"Acepto las cr¨ªticas. He corrido mal. No hace falta que me lo diga nadie, ya lo s¨¦ yo", dijo Higuero, de entrada a la defensiva e ingenuo. "Al toque de la campana, me encontraba bien y empec¨¦ a remontar, pero en los ¨²ltimos 200 se me hincharon las piernas y no pude hacer nada", arguy¨®.
Reyes Est¨¦vez tambi¨¦n lo fio todo a su prodigioso final, a aquel cambio de ritmo que en sus tiempos, y tambi¨¦n en los ¨²ltimos Campeonatos de Espa?a, cuando sus compa?eros de club le prepararon la carrera, causaba pavor en sus rivales. Y parec¨ªa que esta vez tambi¨¦n, que en la ¨²ltima recta engranar¨ªa cuarta, quinta y hasta sexta con turbo. Se qued¨® en la tercera, agarrotado. "A falta de 500 metros, hubo un cambio de ritmo muy fuerte que no he podido seguir, pero hasta entonces iba bien", dijo Est¨¦vez, de 33 a?os; "en la ¨²ltima recta me subi¨® el l¨¢ctico y ya no me iban las piernas".
El car¨¢cter es una virtud mal repartida y clara. O se tiene o no se tiene. Lo han tenido campeones como Cacho, lo tienen campeonas como Marta Dom¨ªnguez. Lo tiene Mayte Mart¨ªnez, que nunca ser¨¢ campeona del mundo, pero pelea como si cualquier d¨ªa lo pudiera conseguir.
Mujer de poca fe, Mart¨ªnez se comi¨® las u?as y sigui¨® adelante. Y s¨®lo cuando ya se llegaba por los nudillos pudo parar. Y suspirar de alivio. "Ya estoy dentro", dijo; "ahora toca so?ar". La vallisoletana, tercera en su serie de 800, la primera de las tres disputadas, de una semifinal en la que s¨®lo se clasificaban por puestos para la final las dos primeras, s¨®lo cant¨® victoria cuando la tercera serie, guiada al trantr¨¢n por la peleona italiana Elisa Cusma, pas¨® por los 400. Supo entonces que, por mucho que corrieran en los segundos 400, ninguna mejorar¨ªa su 1m 59,72s. Supo entonces la medallista de bronce de Osaka que estaba clasificada para su cuarta final mundialista (ma?ana, mi¨¦rcoles: 21.35). Pens¨® entonces, en pleno ataque de euforia, que ninguna meta le estaba vedada. "Exceptuando a Semenya, que tiene asegurado el oro, las dem¨¢s somos comparsas", dijo la pucelana, de 33 a?os.
Las semifinales del 800, el acto m¨¢s cruel de la competici¨®n atl¨¦tica, acabaron con otras de las grandes, como la fenomenal Jelimo, el prodigio de Pek¨ªn, o la marroqu¨ª Benhassi. No con Mart¨ªnez, quien, despu¨¦s de m¨¢s de un a?o de lesiones, no pensaba estar en condiciones.
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