Cartelera para un verano sin fin
De El Palmar a Los Lances: sol, cometas y 'chill out'. Un pu?ado de playas gaditanas orgullosas de su naturaleza casi salvaje
Este viento le vuelve a uno tarumba. Arena, latigazos, olas alocadas. Pues resulta que los turistas vienen en busca de ese trastorno. Aqu¨ª, en el Atl¨¢ntico m¨¢s cercano al Mediterr¨¢neo, los guasones dicen que hay dos mares: la mare que pari¨® al levante y la mare que pari¨® al poniente. Ej¨¦rcitos de j¨®venes pueblan esta zona de la costa con playas anchas, casi v¨ªrgenes. Se entregan a la naturaleza entre Conil y Tarifa, en una ruta que tiene el cabo de Trafalgar como epicentro. Playas sin apenas edificios, con dunas y rocas, pero tambi¨¦n con bares, discotecas y mucho deporte. Todo muy agro, pero muy siglo XXI.
No hay que olvidar el coche, porque a esta zona no llega el tren (las bah¨ªas de C¨¢diz y Algeciras no est¨¢n conectadas por ferrocarril) y el servicio de autobuses deja bastante que desear. Comienza un road trip como de pel¨ªcula. El buen rollo lo ponen los alternativos, los hippies y dem¨¢s almas antiurbanitas, que el 28 de agosto tienen una cita especial en Los Ca?os de Meca: bailar sobre la arena hasta que el cuerpo aguante en la fiesta del Tambor. No hay mejor plan para despedir el verano.
01 Conil desconocido
Un ni?o intenta levantar un castillo de arena. El modelo es una torre vig¨ªa del siglo XVI de las que antiguamente controlaban las invasiones de ?frica (de ah¨ª la expresi¨®n "no hay moros en la costa"). La playa de Castilnovo, perteneciente al t¨¦rmino municipal de Conil, es un oasis: una extensa zona arenosa (es una de las playas m¨¢s anchas de la Costa de la Luz), el oc¨¦ano bravo, el banco de dunas al fondo, la torre vig¨ªa m¨¢s al fondo, y las vacas que pastan tras un cerco en el prado, al fondo del todo. Para acceder a esta playa habr¨¢ que dejar el coche al final del paseo mar¨ªtimo de Conil y cruzar el puente de madera sobre el r¨ªo Salado. Luego tocar¨¢ caminar entre peque?as charcas y piedras. El premio es que no hay ning¨²n chiringuito a la vista y ning¨²n tipo de ruido. Los nudistas y los playeros con ba?ador conviven pac¨ªficamente. Si hay ganas de darse una caminata, se puede recorrer esta playa en unos 45 minutos y llegar a El Palmar. Pero luego hay que volver a por el coche. Ser¨¢ mejor cogerlo ahora.
02 En traje de neopreno
Una carretera, una hilera de casas blancas y la playa con matorrales. Todo esto es El Palmar. Los ojos se van a los windsurfistas y las olas, que pueden alcanzar los tres o cuatro metros si el viento quiere. Y si es as¨ª, habr¨¢ que tener cuidado con las corrientes, porque uno se puede quedar sin el ba?ador con tanto oleaje. Pueden dar ganas de aprender a manejar una tabla y darle su merecido al oc¨¦ano. Bien, porque ah¨ª est¨¢ la escuela Kotadalu (carretera de la Playa. 956 23 20 00), que ofrece clases y, si uno ya sabe surfear y ha pasado de cargar con la tabla y el traje de neopreno, puede alquilar el equipo.
No todo va a ser esfuerzo, que para algo es verano. El Cortijo, una taberna popular a la que llegan parroquianos locales con historias surrealistas de vecinos, ofrece jureles, sardinas, cerveza y vino. En La Chanca, en una antigua lonja del siglo XVI, se pueden probar m¨¢s pescados, sobre todo morrillo de at¨²n de almadraba. Tambi¨¦n hay bares canallas para cuando oscurece: El Dorado, con sus noches house y funky, y El Cartero, con una terraza chill out y conciertos. C¨®cteles, bailes y poca ropa. La gente puede ser variopinta y de todas partes menos de C¨¢diz. Con tanto volumen de for¨¢neo por metro cuadrado, da la sensaci¨®n de que este tramo de la costa gaditana est¨¢ deshabitado. Pues no. En ¨¦l viven cerca de 80.000 personas si se cuenta tambi¨¦n la poblaci¨®n de Conil, Barbate y Tarifa.
Pero antes de que la noche decida a qui¨¦n juntar, el espect¨¢culo est¨¢ en la playa con los modernos que se quedan tomando algo sobre la arena mientras suenan los timbales. Est¨¢n esperando el momento justo. Cuando el sol se pone por el oc¨¦ano, el cielo cobra un espectacular color naranja y estallan los aplausos durante varios minutos. Las rastas no se llevan mal con las gafas de pasta ni el estilo ibicenco. Un sentimiento de comuna invade el lugar, que por unos segundos puede parecer alejado de la civilizaci¨®n.
03 Un cabo de guerra
Una imagen que deber¨¢ grabar (en la memoria, en fotos, en v¨ªdeo) seg¨²n vaya por la carretera: el cabo Trafalgar, con su arena limp¨ªsima y blanca, con el faro solitario y la playa inmensa. En ese punto, en 1805, tuvo lugar la famosa batalla entre la flota inglesa y la hispano-francesa. Ganaron los brit¨¢nicos, le pusieron este nombre geogr¨¢fico de origen ¨¢rabe a una plaza de Londres y en los fondos del mar quedaron los soldados muertos. Hay quien dice que en las noches cerradas, sus gritos se confunden con el viento. Leyendas aparte, aqu¨ª el agua siempre tiene un azul y un frescor especial.
La playa del Pirata es la principal, pero tranquilidad, que hay espacio como para que nadie estire los pies y le d¨¦ en la cara al vecino. Junto al faro hay calas pintorescas donde bucean los submarinistas. Bajo estas aguas se encuentran los galeones hundidos, sus tesoros y todo lo que transportaban.
04 Lodos para la piel
Pasado el cabo, emergen Los Ca?os, que es tambi¨¦n una carretera (la avenida de Trafalgar) con bares y j¨®venes con gafas de sol y toallas en una acera y en otra. En direcci¨®n al Estrecho aparece la playa nudista, adem¨¢s de la Ruta de los Chorros, un grupo de calas para cuando el levante se desata, la mente se aturde y los cuerpos se quedan aplomados. Incluye un espect¨¢culo natural: l¨¢minas de agua dulce que caen de los acantilados y lodos con los que se embadurnan los turistas (m¨¢s que los locales) y se dejan la piel suave.
Algunos pregonan que este tramo es la costa gay de Andaluc¨ªa occidental. A ver, no es Sitges ni aguanta su invasi¨®n de hordas deseosas de sol, pero cada vez m¨¢s el p¨²blico homosexual est¨¢ de acuerdo con la denominaci¨®n. Divisa estas playas el parque natural de la Bre?a, por cuyos senderos se pueden hacer rutas en bicicleta (consultar la oficina del parque, 956 20 31 87) y que esconde otras dos fortificaciones: las torres de Meca y del Tajo, que eran utilizadas para avistar desembarcos enemigos.
05 Ocasos y timbales
La hora de los incre¨ªbles ocasos (m¨¢s cielos naranjas) aconseja c¨®cteles y cr¨ºpes en La Peque?a Lul¨² (avenida de Trafalgar, 2. 956 43 71 94) y otear el final del d¨ªa desde su terraza. Tambi¨¦n acaba de volver a abrir La Jaima, un garito que se ha convertido en un cl¨¢sico con su decoraci¨®n ¨¢rabe, los mojitos y los pufs mirando al mar.
Se puede cenar pescado en El Pirata (avenida de Trafalgar, 67; 956 43 73 96) o en el Sajorami (paraje de Zahora, justo antes del cabo; 956 43 70 72). Este ¨²ltimo tambi¨¦n ofrece una carta internacional, con platos como la taramosalata (crema a base de huevas de carpa t¨ªpica de Grecia y Turqu¨ªa) o el curry vegetal. Cerca quedan los bares Ketama (avenida de Trafalgar, 60) y Las Dunas (cabo de Trafalgar; 956 43 72 03). Cuando cierren, no habr¨¢ m¨¢s remedio que ir a las discotecas Ohj¨² y El Ed¨¦n (carretera de Los Ca?os, kil¨®metro 8), una enfrente de la otra. En el Ohj¨² -enorme- pinchan m¨²sica house. La pega: el precio de la entrada es muy alto, unos 20 euros con copa, aunque var¨ªa seg¨²n el d¨ªa. Pero hay trucos, en los bares de Los Ca?os se suelen repartir flyers con los que entrar incluso gratis antes de la una de la madrugada.
El Ed¨¦n es m¨¢s barato y en ¨¦l se puede bailar la m¨²sica t¨ªpica del verano, el pachangueo patrio y la electr¨®nica de aqu¨ª y de fuera. De idiosincrasia parecida es El Cortijo, el antiguo Oc¨¦ano, pero est¨¢ m¨¢s lejos (en la carretera, a la altura de El Palmar) y recoge a los que no se quieren acostar y vienen de marcha desde Conil.
En Los Ca?os, de madrugada a¨²n suenan los timbales en la playa (un runr¨²n tan com¨²n como el agua). Una cita: el 28 de agosto, como es habitual, se llenar¨¢ de m¨¢s ruido con la Fiesta del Tambor, en la playa del faro, para despedir el verano. Y entonces los bailes s¨ª ser¨¢n m¨¢s alocados. Casi tanto como en las raves, para las que no existen anuncios y que funcionan por el boca a boca. Al final siempre te acabas enterando de alguna. Otra opci¨®n para pasar la noche es el c¨¢mping Camale¨®n (avenida de Trafalgar, 121; 956 43 71 54), se duerme poco y se habla bastante con cualquiera. Se inspira en ese sentimiento de eterno festival de m¨²sica: todos se ayudan y charlan entre ellos, pero sin pulsera.
06 El rey del Estrecho
No es dif¨ªcil que la noche termine de d¨ªa. En cualquiera de las playas cercanas al cabo, los grupos de j¨®venes reciben los rayos de sol tambi¨¦n con aplausos. Las caras trasnochadas les delatan y se cruzan en el camino con los primeros lugare?os que pasean a sus perros.
Despu¨¦s de descansar, el plan es coger el coche y salir pitando hacia Zahara de los Atunes, las casas blancas apretadas como en un racimo, las nuevas urbanizaciones acechando y el at¨²n de almadraba esperando en el restaurante Ropiti (calle de Mar¨ªa Luisa, 5; 956 43 94 01) y Casa Juanito (calle de Sagasta, 7; 956 43 92 11), de aut¨¦ntica atm¨®sfera marinera. Escuchar en este ¨²ltimo bar las historietas de los m¨¢s mayores de Zahara es casi tan imprescindible como saborear la carne sabrosa del rey del Estrecho. Ojo, que el local siempre est¨¢ a reventar, pero con una botella de Barbadillo todo se pasa.
Ya se habr¨¢n dado cuenta: mucho at¨²n. La tradici¨®n viene desde el siglo XV y no para de crecer. En esa ¨¦poca era com¨²n que la gente de interior comentara: "A por at¨²n y a ver al duque". Era lo que se ven¨ªa a hacer a estas tierras propiedad del Ducado de Medina Sidonia. Y la t¨¦cnica de pesca es la misma: la almadraba, que consiste en colocar redes en torno al banco de atunes, mar adentro, y acorralarlos. El mar se sigue ti?endo de rojo.
Pero a la orilla no llega el rastro. La playa de Zahara est¨¢ animada hasta m¨¢s all¨¢ del ocaso, con turistas que quieren estirar las horas de sol. Con todo, este a?o est¨¢n un poco m¨¢s tristes, porque los t¨ªpicos chiringuitos nocturnos que ya formaban parte del atractivo del pueblo no se han abierto. La Ley de Costas les ha obligado a cerrar y la noche se ha quedado sin conciertos de jazz, flamenco o m¨²sica ¨¦tnica y sin la multitud sentada en la arena. Habr¨¢ que buscar pubs tranquilos en alguna de las calles del pueblo.
07 Bocadillos en el b¨²nker
Si no es cierto que haya tantos germanos, ?por qu¨¦ se llama as¨ª? El origen del nombre de la playa de los Alemanes es un tanto incierto: unos dicen que algunos nazis se refugiaron en este rinc¨®n perdido tras la II Guerra Mundial; otros, que en los a?os sesenta, cuando M¨¢laga se urbanizaba a trompicones, un grupo de teutones con posibles pos¨® su mirada sobre esta naturaleza explosiva y construy¨® casas. Sea como sea, este arenal sorprender¨¢ por su amplitud (1.500 metros de largo y 50 de ancho) y la monta?a verde con aut¨¦nticas mansiones. La playa est¨¢ situada entre los cabos de Plata y de Camarinal (o Gracia) y no acoge ning¨²n chiringuito. Lo que hay es soledad. Aun as¨ª, cada vez es menos un secreto. Las urbanizaciones han provocado la casi total desaparici¨®n de las antiguas dunas. Pero, a diferencia de otras costas peninsulares, se mantiene el aspecto virgen del paraje.
Una obligaci¨®n: recrearse en el camino a pie hasta la playa, por peque?as sendas entre las casas, y al final de la carretera, donde se levanta el Faro de Camarinal. La postal es paradisiaca. Desde los pies de ese faro, situado en una legendaria torre vig¨ªa -otra m¨¢s-, y junto al antiguo b¨²nker de guerra, se divisa el parque natural del Estrecho. Es recomendable llevarse una nevera con bebidas y una bolsa con bocadillos para no volver a buscar alguna tienda perdida al borde de la carretera.
08 Kitesurf, la moda
La playa de Valdevaqueros parecer¨¢ un sue?o: a¨²n por la carretera, a punto de llegar, las cometas vuelan sobre las dunas. Hay windsurfistas y kitesurfistas, y no se molestan unos a otros. El viento, si no se practica el deporte, vuelve a sacar de quicio. Uno puede esconderse entre matorrales y peque?as monta?as y cerrar los ojos. Tranquilidad que en pocos sitios se encuentra. Si se nos seca la boca, ning¨²n problema: existen cuatro chiringuitos repartidos a lo largo del arenal. Tambi¨¦n hay un aparcamiento y varias escuelas de surf y kite, por si hay m¨¢s mono. M¨¢s all¨¢, tirando a Tarifa, en la playa de Dos Mares, aparece el c¨¢mping y un trasunto de gente entrando y saliendo.
09 'Chill out' romano
Pinares frondosos como algodones verdes son el emblema del parque natural del Estrecho, con alcornoques y palmitos, adem¨¢s de orcas, delfines y ballenas. Dan vueltas los aerogeneradores y recogen el disparatado viento que en la playa de Bolonia no se nota porque est¨¢ en una ensenada. Ah¨ª se erigi¨® la ciudad romana de Baelo Claudia, del siglo II antes de Cristo. Al Imperio le fascin¨® la belleza de esta peque?a bah¨ªa y construy¨® un puerto de mercanc¨ªas. En este emplazamiento viv¨ªan en la ¨¦poca dorada de la antig¨¹edad unas 2.000 personas y fue famoso en todo el territorio romano por el garum, especie de salsa de pescado macerado en sal que se exportaba a Roma.
Hace unos a?os se construy¨® junto a las ruinas un centro de interpretaci¨®n que no gust¨® a todo por igual. En medio del paraje natural aparece un bloque racionalista recubierto de m¨¢rmol, obra de Guillermo V¨¢zquez Consuegra. Es recomendable visitarlo y observar una imagen a¨¦rea de la ensenada. Se evidenciar¨¢ un terreno salvaje, como una playa del Caribe, pero sin resorts.
Fuera, en la ciudad, se aprecian bosques de columnas que eran templos, la colosal escultura del emperador Trajano y restos de las termas, las bas¨ªlicas, las cisternas, el acueducto, el teatro, las murallas, el foro, la necr¨®polis y la factor¨ªa de salaz¨®n. Una se?ora ciudad romana. Los ni?os corren entre las piedras mientras la gente, unos metros m¨¢s all¨¢, se unta protecci¨®n en la piel. Todo en uno: turismo de cultura, turismo de sol y playa.
A un lado se encuentra la duna gigante a la que suben con dificultad los ba?istas y se tiran desde arriba dando volteretas. La mar casi no se mueve. Un ba?o y para los chiringuitos El Tuc¨¢n, La Caba?a o Los Caracoles, donde suena chill out y se puede picar algo.
10 Los Lances y Los Alcornocales
La ¨²ltima parada de la ruta es la playa de Los Lances, justo antes de entrar en Tarifa, por donde se asoma un nuevo parque natural: el de Los Alcornocales. Si uno se acerca a Tarifa, dejar¨¢ la ruta de eremita, abandonar¨¢ la tranquilidad que se ha elegido por unos d¨ªas. Eso s¨ª, seguir¨¢ acompa?ado por el irreductible viento.
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GU?A
El Palmar
? Venta Pi?ero. Carretera de Conil a El Palmar. Desayunos inmensos con tostadas de aceite, jam¨®n o manteca color¨¢. Men¨²s de mediod¨ªa.
? El P¨¢jaro Verde (www.elpajaroverde.com ). El Palmar, s/n. Restaurante de pescado fresco. Tambi¨¦n es hostal.
? Casa Juan (956 23 20 99). El Palmar, s/n. A diez metros de la arena. Gambas, chocos, boquerones, at¨²n... Se llena mucho en fin de semana.
? Fundaci¨®n NMAC (www.fundacionnmac.com ). Cerca de El Palmar, en la Dehesa de Montenmedio, en la A-48, km 4,5. Centro de arte contempor¨¢neo al aire libre. 5 euros.
Los Ca?os
? El Ca?a (956 43 73 98). Avenida de Trafalgar, 53. Pescados y terraza con una panor¨¢mica del cabo de Trafalgar.
? La Bre?a (956 43 73 68). Los Castillejos, al final de la carretera de Los Ca?os. Cocina tradicional a base de pescado del Atl¨¢ntico y carnes locales.
? La Jaima. Avenida de Trafalgar (a la altura de la playa del Pirata). Mojitos en un local de aire arabesco con pufs, lonas, tapices y alfombras.
? Caf¨¦ Larica. Avenida de Trafalgar (frente a La Jaima). Cocina mediterr¨¢nea, andaluza y catalana mientras se oye blues, jazz o reggae (en CD o en vivo, dependiendo del d¨ªa).
? Camaleon Sports (www.camaleonsports.de ) ofrece rutas en bici o senderistas.
Tarifa
? Viento y Roca (608 14 34 37; urbanizaci¨®n Las Gaviotas, 26) y Aventuras del Sur (956 68 86 42; paraje Cortijo Los Trujillos, carretera a Bolonia, kil¨®metro 3) ofrecen actividades en torno a deportes de aventura (escalada, espeleolog¨ªa), rutas a caballo, senderismo, buceo, paseos en velero o avistamiento de aves.
? Barebar (956 68 45 43). Grupo Don Juan de Austria. Cocina espa?ola y marroqu¨ª.
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