La pesadilla de Natalia Rodr¨ªguez
La espa?ola, descalificada tras ganar el 1.500 por empujar y tirar a la et¨ªope Burka a 200m del final
Terminada la carrera con la que hab¨ªa so?ado toda su vida, terminada como hab¨ªa so?ado siempre, con la victoria, comenz¨® la pesadilla de Natalia Rodr¨ªguez. Terminada la carrera, Natalia Rodr¨ªguez, 30 a?os, Tarragona, clase y talento incre¨ªbles, y tambi¨¦n fuerza, no salt¨® jubilosa, no agarr¨® la bandera de Espa?a y empez¨® a dar la vuelta de honor entre v¨ªtores, no salt¨® loca de contento la valla en busca de su familia, no se abraz¨® emocionada con Nuria Fern¨¢ndez, que hab¨ªa terminado quinta, sino que, triste, t¨ªmida, perdida, se dio media vuelta y busc¨® con la mirada a Gelete Burka, una atleta et¨ªope que yac¨ªa en el suelo, al que hab¨ªa ca¨ªdo nada m¨¢s cruzar la meta. Se fue hacia ella, se acerc¨®, se agach¨® y, amorosa, con un cari?o infinito, le acarici¨® el brazo, la bes¨® en la mano. Despu¨¦s se levant¨®. Alguien le dijo que hab¨ªa ganado, que ten¨ªa que hacerse la foto con la bandera. La agarr¨® con ambas manos, la abri¨® a su espalda y empez¨® a llorar. El estadio comenz¨® a abuchearla. Como si aquello fuera un partido de f¨²tbol. Como si hubiera matado a alguien.
"Los jueces se han dejado influir por el p¨²blico. No lo merec¨ªa. No he hecho nada"
Media hora despu¨¦s, fue descalificada. "Y yo me sigo considerando la campeona", dice Natalia, "pero como ha sido llegar a la meta y ver que todos estaban contra m¨ª...". No puede seguir. Un puchero la interrumpe.
El juez consider¨® que, a falta de 200 metros, al comienzo de la ¨²ltima curva, Natalia, que intentaba progresar por el interior, empuj¨® e hizo caer a Burka, la et¨ªope que comandaba en aquel momento la carrera.
Natalia lleva pintadas de negro las u?as de las manos, las de los pies tambi¨¦n. "No son negras, son azul marino", precisa la atleta m¨¢s fuerte del momento. Sonr¨ªe. La ¨²nica sonrisa de la tarde. Y sin soluci¨®n de continuidad comienza a llorar: "Demasiado castigo he sufrido por lo que he hecho. Los jueces se han dejado influir por el p¨²blico. No lo merec¨ªa. No he hecho nada".
En junio, a Natalia la descalificaron de un 3.000 de la Copa de Europa, en la que la federaci¨®n europea hab¨ªa introducido la absurda regla de eliminar a la que pasara la ¨²ltima por la l¨ªnea en cada vuelta. Pese a la eliminaci¨®n, Natalia sigui¨® corriendo. Gan¨® aun a sabiendas de que ser¨ªa descalificada. "Quer¨ªa correr", dice; "demostrar lo que val¨ªa. Pero lo de aqu¨ª ha sido diferente. Tengo la conciencia muy tranquila. S¨¦ que he competido bien. No he cometido ninguna falta. Yo no soy una atleta que arriesgue. A falta de 200 metros, Gelete se abri¨® un poquito, dej¨® espacio por el interior y me decid¨ª a adelantar por ah¨ª, pero en el momento en que ella vio que yo iba a pasar se cerr¨®, me desplaz¨® hacia fuera de la pista. Hubo un poquito de forcejeo cuando yo volv¨ªa a entrar en la pista y ella se cay¨®".
Hay quien ha definido al 1.500, 12 atletas apelotonadas, armadas con zapatillas de clavos, codos afilados, piernas perversas, como un combate de boxeo sin reglas en el que s¨®lo la m¨¢s fuerte, la m¨¢s r¨¢pida, la m¨¢s h¨¢bil, sobrevive. Salvando las distancias, as¨ª fue la final del 1.500. Nuria Fern¨¢ndez, amante de la gresca, se meti¨® de entrada en medio del torbellino, donde se mov¨ªa como una peonza hasta ganarse su espacio. Natalia Rodr¨ªguez, m¨¢s sosegada, aparentemente m¨¢s tranquila, prefiri¨® no entrar en la gresca. Se coloc¨® al fondo del grupo y observ¨® esperando su momento. "Y desde atr¨¢s he visto de todo, una carrera muy sucia, pero esto, lo m¨ªo, como ha pasado al final, es lo que ha quedado", dice la atleta que nunca hasta ayer se hab¨ªa comprometido tanto en una final, que se hab¨ªa conformado con quedar sexta en unos Juegos, dos Mundiales, un Europeo. Que nunca hab¨ªa ido a por la victoria en una gran final. Que nunca hab¨ªa ganado una gran medalla. "Burka iba en cabeza todo el tiempo, pero he visto atletas que se han dado bastante delante de m¨ª. Esperaba que hubiera codazos, ca¨ªdas, pero no al final, no que estuviera yo implicada".
El momento clave llega en la ¨²ltima curva. Burka y Jamal han ido controlando el ritmo. Natalia Rodr¨ªguez progresa un poco en el 700, acelera en el 1.000, f¨¢cil, y se pone detr¨¢s. A falta de 200, vio el hueco. "Sab¨ªa que pod¨ªa ganar. Estaba m¨¢s fuerte que nunca. Lo ten¨ªa claro. 'Paso por aqu¨ª', me he dicho", repite; "son cosas que pasan, t¨¢cticas que quiz¨¢s son un poquito arriesgadas, pero creo que no he hecho nada malo".
Natalia ha atacado con la fuerza, el ¨ªmpetu, la decisi¨®n y la ansiedad de quien se sabe superior. Pasa trastabill¨¢ndose mientras la et¨ªope se cae. En la recta final, ataca, imperial; resiste, mira para atr¨¢s, nadie le hace sombra. Gana. Llora. Sentado en las gradas de la curva en que todo ocurri¨®, su entrenador desde juvenil, Miguel Escalona, lo ve todo. Ve ganar a su pupila. Luego le comunican la descalificaci¨®n. "Ha sido como si hubiera vivido un sue?o", dice; "luego me han despertado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.