Galicia, ?es de derechas?
La victoria de marzo le ha creado al PP ¨ªnfulas de mayor¨ªa absoluta. Desde entonces tiende a buscar la crispaci¨®n y a obrar con un punto de arrogancia. Al rev¨¦s de Fraga y su conservadurismo flem¨¢tico, a la inglesa, con eventuales golpes de genio ib¨¦rico, a los se?ores conselleiros les ha dado por la ideolog¨ªa. Sobre todo Jes¨²s V¨¢zquez, de Educaci¨®n, y Pilar Farjas, de Sanidad, han destacado en esa propensi¨®n. La mezcla entre derecha cat¨®lica, neoliberalismo econ¨®mico y catecumenado antinacionalista constituye la orden del d¨ªa. Austeridad y eficiencia reza el mantra: es decir, recorte del gasto p¨²blico y m¨¢s espacio para la sanidad y la educaci¨®n privadas. Los nuestros tienen dinero y para los dem¨¢s Dios proveer¨¢.
PSdeG y BNG han dado muestras de su incapacidad cong¨¦nita para entender a sus electores
Una pregunta se impone, sin embargo, dado ese peso de los principios. ?En qu¨¦ abrevaderos te¨®ricos beber¨¢n? Esta es una cosa que los reporteros deber¨ªan indagar para general aprovechamiento e ilustraci¨®n. ?Hayek, Buchanan, juntos en el estante con Escriv¨¢ de Balaguer y C¨¦sar Vidal? De momento hemos sabido, por una entrevista, que N¨²?ez Feij¨®o tiene sobre su mesa un libro con un t¨ªtulo para gente con un ego sin complejos Fueras de serie. Por qu¨¦ unas personas tienen ¨¦xito y otras no.
Pero, ?es Galicia de derechas? La respuesta es simple: no. Lo son, desde luego, buena parte de sus clases medias urbanas. La conducta electoral de los distritos centrales no deja lugar a dudas. El Ensanche compostelano, los Cantones coru?eses o el vigu¨¦s Garc¨ªa Barb¨®n son feudos conservadores. Pero cu¨¢ndo uno se aleja hacia barrios como Coia, Fonti?as o Os Mallos, o camina hacia los concellos perif¨¦ricos, la cosa cambia. El voto de los que se saben trabajadores tiene otra estructura. Afirmar que Galicia es de derechas es ir, en estos momentos, m¨¢s all¨¢ de lo constatable. El mundo, por sorprendente que pueda parecer, no se acaba en las fronteras de los barrios fet¨¦n.
Al contrario. Desde que, en los noventa, se produjo el sorpasso de la coalici¨®n PSdeG-BNG en las grandes ciudades al PP, la bolsa de votantes de la derecha no ha hecho sino disminuir. Y no se ve por qu¨¦ esa tendencia tendr¨ªa que modificarse en el futuro. En el pasado la Gran Coalici¨®n entre Fraga y Paco V¨¢zquez clausuraba el sistema pol¨ªtico a trav¨¦s de una singular forma de lerrouxismo que enrocaba al nacionalismo, incluso m¨¢s de lo que ¨¦ste, con su singular presciencia y contrastada sabidur¨ªa, lo hac¨ªa. Que ya es decir. Romper esa clausura, aupados por la tendencia de fondo, fue el principal m¨¦rito de Touri?o y Beiras.
El equilibrio entre ambos bloques no ha hecho sino desplazarse, desde la transici¨®n hasta hoy, hacia la izquierda y el nacionalismo. Lo puede comprobar cualquiera que consulte los datos. No se trata, por supuesto, de una teleolog¨ªa determinista. Esa direcci¨®n puede invertirse al calor de la crisis, de un cambio de valores o de los logros de gesti¨®n de un gobierno. Los medios de comunicaci¨®n pueden crear profec¨ªas autoproclamadas e inventar la realidad al gusto de los propietarios. Pero todo parece indicar que Galicia camina hacia una polarizaci¨®n consistente, electoral y social. No es algo que deba tranquilizar al PP.
De modo que el hecho de haber recuperado el poder puede empa?ar la visi¨®n de Feij¨®o. No hay raz¨®n alguna para suponer que se abre un ciclo largo de poder para el PP. Es m¨¢s, lo l¨®gico es que en 2013 vuelva a la oposici¨®n. Esto puede parecer wishful thinking, o una opini¨®n arriesgada, pero no es el caso. Las sucesivas elecciones y encuestas nos ir¨¢n aclarando el panorama. En todo caso, el tiempo no pasa en balde. El PP ya no controla todos los resortes. No tiene el poder central, ni tantos ayuntamientos, ni se va a volver a reproducir la unanimidad de la era Fraga. Galicia ha crecido, es menos manipulable y vota en consecuencia.
En realidad, han sido PSdeG y BNG, su incapacidad para representar intereses y formular un lenguaje cre¨ªble, los causantes de la calma chicha de la que disfrut¨® durante tanto tiempo el PP, primero, y del pasado desastre electoral, despu¨¦s. El problema para una alternativa al PP no es la sociedad, sino la falta de inteligencia en ambas fuerzas. Su l¨®gica es la de los aparatos y la lucha por el poder. Ni una sola concesi¨®n a la imaginaci¨®n pol¨ªtica, a poner ante los ciudadanos el esquema de una Galicia posible. Su vacuidad es desesperante y paralizadora.
El principal problema de la oposici¨®n es, sin paliativos, ella misma. PSdeG y BNG han dado muestras de su incapacidad cong¨¦nita para entender a sus electores y para dialogar con ellos. Si no rectifican puede pillarles el toro. No hay que ser muy intuitivo para percibir que estamos en una ¨¦poca de vaivenes. No ser¨ªa raro que apareciesen nuevas opciones que reformulasen el espacio pol¨ªtico y, por tanto, la ecuaci¨®n resultante. Qu¨¦ podr¨ªa salir de ah¨ª lo ignoramos.
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