Este bolsillo no se toca
La cultura de los megasueldos en la banca contin¨²a pese a ser una de las causas de la crisis - EE UU y la UE no se ponen de acuerdo acerca de c¨®mo ponerles l¨ªmites
Los banqueros de todo el mundo tienen marcado en su calendario el 24 y 25 de septiembre pr¨®ximos. El Centro de Convenciones David L. Lawrence de Pittsburgh (EE UU) acoger¨¢ esos d¨ªas la tercera cumbre del G-20. Una ciudad vinculada a la siderurgia que alumbr¨® la sociedad industrial del siglo XIX ha sido la elegida para debatir c¨®mo poner coto a otro tipo de alquimia, la financiera, que ha estado a punto de mandar al garete a la sociedad de la informaci¨®n.
Dentro del programa que discutir¨¢n los l¨ªderes mundiales destaca el punto referido a la reforma del sistema de retribuci¨®n de los banqueros. Los Gobiernos coinciden en el diagn¨®stico, pero no se ponen de acuerdo con el tratamiento. En los bancos que fueron rescatados con dinero p¨²blico se han impuesto l¨ªmites (si bien temporales, hasta que devuelvan los fondos) en las retribuciones. La cuesti¨®n ahora es si se debe extrapolar estos sistemas al conjunto del sistema. La batalla promete ser encarnizada.
El G-20 abordar¨¢ el jueves la reforma de los sistemas de retribuci¨®n
Espa?a se alinea con las tesis m¨¢s restricctivas respecto a los sueldos
Si no hay reglas globales habr¨¢ una fuga de talentos, seg¨²n los banqueros
"?Por qu¨¦ no limitamos el sueldo de los futbolistas?", ironiza Obama
Europa sancionar¨¢ a los bancos que no pongan techo a los salarios excesivos
La industria critica a los pol¨ªticos por tirar de chequera en los bancos rescatados
Francia diferir¨¢ el cobro del 'bonus'; Alemania podr¨¢ exigir su devoluci¨®n
"La ira de la gente es razonable", dice ahora el presidente de Goldman Sachs
Citi y Merrill dieron primas de 9.000 millones a su plantilla en 2008
Europa quiere reglas f¨¦rreas, EE UU dar m¨¢s poder a los accionistas
Hay unanimidad en la idea de que los esquemas de compensaci¨®n dentro del sector bancario, que incentivaron durante a?os la asunci¨®n de riesgos para lograr resultados a corto plazo, han sido uno de los detonantes de la crisis financiera que ha devenido en una recesi¨®n econ¨®mica mundial. La disensi¨®n entre los Gobiernos estriba en hasta qu¨¦ punto meter mano a los salarios. El pulso de fondo lo mantiene Estados Unidos (con China y Rusia) frente a Europa.
El presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, ha llegado a amenazar con abandonar su silla en el G-20 si no se llega a un acuerdo para poner un l¨ªmite a la paga variable o bonus de los banqueros. La Administraci¨®n estadounidense no parece dispuesta a llegar tan lejos. "?Por qu¨¦ vamos a limitar los salarios de los banqueros de Wall Street y no los de los emprendedores de Silicon Valley o los de las estrellas de la NFL [liga de f¨²tbol americano]?", ha argumentado esta semana Barack Obama durante una entrevista en Bloomberg. La Casa Blanca es m¨¢s partidaria de incrementar el poder a los accionistas a la hora de decidir las pol¨ªticas retributivas propuestas por el consejo de administraci¨®n.
Las malas pr¨¢cticas de las primma donnas financieras le han costado a las arcas p¨²blicas miles de millones de euros en operaciones de rescate en el ¨²ltimo a?o. Las dos primeras cumbres del G-20, celebradas en Washington y Londres, sirvieron para atajar el fuego de la hecatombe econ¨®mica, pero no lograron concretar medidas con las que evitar que los pir¨®manos vuelvan a provocar el caos.
Muchos expertos creen que, aunque importante, la cuesti¨®n de los bonus no deja de ser accesoria. Esta corriente lo que urge realmente es a reformar a fondo el sistema financiero (productos opacos y complejos, limbos regulatorios, para¨ªsos fiscales...). Sin embargo, el tema de los sueldos es una bomba electoral. A ojos de los ciudadanos, los enormes beneficios de los bancos se privatizaron, pero cuando llegaron las vacas flacas las p¨¦rdidas se nacionalizaron.
A comienzos del mes de septiembre, los ministros de Finanzas de los pa¨ªses del G-20 se reunieron en Londres para preparar la pr¨®xima cumbre de presidentes. En el tema de la retribuci¨®n de los banqueros, los representantes de las grandes potencias acordaron que el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en ingl¨¦s) presente en la cita de Pittsburgh una serie de propuestas concretas a los l¨ªderes. Y que lo haga siguiendo una serie de directrices en las que se aboga no s¨®lo por una mayor transparencia en la estructura de las remuneraciones en el mundo financiero, sino por est¨¢ndares globales en el esquema de las retribuciones, y que las pagas variables est¨¦n relacionadas con la creaci¨®n de riqueza y la estabilidad financiera a largo plazo.
Los responsables de finanzas, en cambio, progresaron mucho menos en el controvertido aspecto de poner l¨ªmites a los bonus del sector. En este cap¨ªtulo, la declaraci¨®n final del encuentro de Londres fue mucho m¨¢s ambigua que con el resto de recomendaciones relacionadas con los salarios. "Pedimos tambi¨¦n al FSB que explore posibles aproximaciones para la limitaci¨®n de la retribuci¨®n variable con relaci¨®n al riesgo y a los resultados a largo plazo".
En el tiempo transcurrido desde la cita de Londres, las posiciones de los dos grandes bloques se han distanciado. Estados Unidos se mantiene en sus trece de no poner l¨ªmites mientras que Europa presiona para establecerlos. El pasado jueves, en su reuni¨®n para preparar la cita de Pittsburgh, los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea aprobaron una resoluci¨®n com¨²n por la que pedir¨¢n al G-20 que se multe a aquellos bancos que no limiten los salarios excesivos. El cambio de opini¨®n del Reino Unido, en principio, m¨¢s pr¨®ximo a las tesis de EE UU, fue clave para fijar una posici¨®n com¨²n.
En este juego de contrapoderes, el Gobierno espa?ol se alinea con el n¨²cleo m¨¢s duro de la UE. La vicepresidenta y ministra de Econom¨ªa, Elena Salgado, firm¨®, junto a sus hom¨®logos de Italia, Alemania, Francia, Luxemburgo, Pa¨ªses Bajos y Suecia, un art¨ªculo muy cr¨ªtico con los banqueros titulado Bonus: necesitamos reglas. En este texto se se?ala que la cultura de los bonus debe terminar, y debe hacerlo en la pr¨®xima reuni¨®n del G-20. En opini¨®n de los firmantes, esta crisis es el resultado, entre otras causas, "de la avaricia insaciable de aquellos para los que bastante nunca era suficiente". Por ello piden prohibir los bonus garantizados a m¨¢s de un a?o, que los pagos de las primas se repartan en varios ejercicios y que ¨¦stas reflejen con fidelidad los resultados a lo largo tanto de la entidad como de los directivos.
Como guinda, estos Gobiernos se reservan el tema de los l¨ªmites a la retribuci¨®n variable: "El importe de algunos bonus es cuestionable, y no s¨®lo desde un punto de vista moral. Reconocemos que no es un debate f¨¢cil, pero no podemos evitarlo. Hay algunas propuestas para ir m¨¢s all¨¢ que incluyen limitaciones a los bonus, una tributaci¨®n espec¨ªfica u obligaciones adicionales a las entidades financieras".
La hoja de ruta que el FSB presentar¨¢ a los l¨ªderes mundiales en la capital de Pensilvania todav¨ªa no se ha hecho p¨²blica. Sin embargo, parece que los miembros de este organismo se inclinan por limitar los bonus en aquellas entidades que presenten bajos niveles de capital. "Los reguladores deber¨ªan tener la capacidad de decir a los banqueros: su sistema de bonus es demasiado elevado con respecto a la situaci¨®n de su balance", ha deslizado Mario Draghi, presidente del organismo con sede en Basilea.
La incipiente recuperaci¨®n econ¨®mica puede jugar en contra de aquellos que abogan por una reforma en profundidad del sistema financiero. "Las iniciativas del G-20 se est¨¢n viendo debilitadas por el optimismo acerca de que la econom¨ªa global se est¨¢ recuperando. Algunos Gobiernos quiz¨¢ no quieran interferir esa tendencia", ha advertido a Bloomberg Robert Talbut, director del Royal London Asset Management. "Cuanto m¨¢s restrictivas se quiere que sean las normas, menos f¨¢cil ser¨¢ llegar a una postura un¨¢nime, y sin unanimidad es dif¨ªcil que las cosas cambien significativamente. Ning¨²n ¨¢rea econ¨®mica querr¨¢ poner a sus entidades en una posici¨®n de desventaja frente a sus rivales", concluye Talbut.
Quiz¨¢ este caldo de cultivo justifique la sensaci¨®n de invulnerabilidad que tienen algunos profesionales del negocio. Pese a la presi¨®n social y pol¨ªtica, el 53% de los empleados del sector financiero en el Reino Unido prev¨¦ que su remuneraci¨®n este a?o sea superior a la de 2008, seg¨²n una encuesta realizada entre casi 500 profesionales por la web efinancialcarreers.com.
La supervivencia de la cultura de los bonus millonarios ha sido denunciada por el Institute For Public Policy Resarch. Este think tank brit¨¢nico ha publicado recientemente un estudio titulado C¨®mo hacer mejor en el capitalismo, y en ¨¦l denuncian que el r¨¢pido retorno de las primas al Reino Unido deber¨ªa hacer "sonar las alarmas" porque demuestra que reguladores y pol¨ªticos no han sabido aprovechar la crisis para acometer una reforma a fondo del sistema financiero.
Con los pol¨ªticos divididos y la fase m¨¢s dura de la recesi¨®n superada, los banqueros se han envalentonado, engrasando su maquinaria de presi¨®n para que los resultados de la cumbre del G-20 sean lo menos traum¨¢ticos posible para sus intereses. "Nos preocupa que cualquier sugerencia para limitar los salarios pueda suponer un riesgo real para la migraci¨®n de profesionales cualificados de un centro financiero a otro", ha advertido Angela Khight, presidenta de la Asociaci¨®n Brit¨¢nica de Bancos (BBA). La idea de imponer cl¨¢usulas de devoluci¨®n de los bonus (clawbacks) en caso de que el banco registre p¨¦rdidas con posterioridad a su cobro se ve como una especie de quimera. "Algunos habr¨¢n cambiado de empresa, otros se habr¨¢n marchado del pa¨ªs y otros se habr¨¢n gastado ya el dinero cuando se les pida que lo devuelvan", seg¨²n Khight.
Por su parte, la alemana BdB, que representa a m¨¢s de 220 entidades, ha manifestado tambi¨¦n su oposici¨®n a la idea de limitar los bonus. "Esa decisi¨®n le corresponde a los propios bancos y a sus accionistas", argumenta su presidente, Manfred Weber.
Casi como contraprogramaci¨®n a la reuni¨®n de los ministros de Finanzas del G-20 en Londres, la ciudad de Francfort celebr¨® una cumbre bancaria a la que asisti¨® la flor y nata del sector. La mayor parte de las intervenciones hablaron de autorregulaci¨®n como el mejor mecanismo para controlar posibles desmanes. "El problema de la autorregulaci¨®n es que los bancos no nos han demostrado todav¨ªa tener esa capacidad. Es m¨¢s, algunos indicios apuntan a que no han aprendido nada de los errores del ¨²ltimo a?o y medio", opina Ricard Serlav¨®s, profesor de recursos humanos de ESADE.
Otra de los argumentos que m¨¢s se escucharon fue que cualquier intento por poner l¨ªmites a los bonus no servir¨¢ de mucho porque las entidades tienen instrumentos suficientes para mantener o elevar la remuneraci¨®n total sin disparar las primas, bien mediante la subida del sueldo fijo o de las aportaciones a los planes de pensiones.
En el encuentro de Francfort tambi¨¦n se critic¨® la doble moral de los Gobiernos porque algunas entidades rescatadas con dinero p¨²blico, como Citigroup o Royal Bank of Scotland, est¨¢n provocando inflaci¨®n en el mercado porque al querer retornar a la rentabilidad cuanto antes (y as¨ª poder devolver el dinero a los contribuyentes) se han puesto a contratar a golpe de talonario.
En esta cumbre bancaria, el presidente del Deutsche Bank, Josef Akerman, pidi¨® que cualquier medida que se tome se haga de manera consistente y con car¨¢cter global. "De lo contrario, existe un claro riesgo de que el mejor talento se marche a otros pa¨ªses o a otras industrias con unas pol¨ªticas de remuneraci¨®n m¨¢s favorables". Akerman acept¨® un recorte del 90% en su remuneraci¨®n el pasado a?o y renunci¨® a su bonus despu¨¦s de que el banco registrase las primeras p¨¦rdidas en m¨¢s de 50 a?os.
Como si de una premonici¨®n se tratase, la advertencia del presidente del Deutsche Bank no ha tardado en materializarse. Seg¨²n ha publicado esta semana The Times, un grupo de 45 ejecutivos de Barclays trabajar¨¢ para una sociedad reci¨¦n creada en las islas Caim¨¢n ante el temor de que se impongan l¨ªmites a las retribuciones. La nueva compa?¨ªa, llamada Protium, est¨¢ vinculada a Barclays y gestionar¨¢ activos t¨®xicos por valor de 8.350 millones.
Una de las pocas voces discordantes en la cumbre de banqueros fue la del principal ejecutivo de
Goldman Sachs. Lloyd Blankfein se?al¨® que los contratos plurianuales garantizados deben prohibirse y que habr¨ªa que extender las cl¨¢usulas de devoluci¨®n para desincentivar una toma de riesgo excesiva. En su opini¨®n, la proporci¨®n del bonus pagado en acciones deber¨ªa incrementarse y obligar al mantenimiento de gran parte de estos t¨ªtulos hasta la jubilaci¨®n. "La retribuci¨®n sigue generando controversia e ira", manifest¨® Blankfein. "En muchos sentidos, esta reacci¨®n es entendible y razonable". Este banquero rechaz¨® cobrar bonus en 2008 despu¨¦s de haber ganado 68,5 millones de d¨®lares en 2007.
La lucha por el talento se ha convertido en el mantra del sector para justificar sus sistemas de remuneraci¨®n. Antes del estallido de la crisis, la idea fuerza que daba raz¨®n de ser a los esquemas salariales de la banca era la relaci¨®n que supuestamente hab¨ªa entre los bonus y los resultados.
La asociaci¨®n entre compensaci¨®n y creaci¨®n de valor, sin embargo, ha sido otro de los mitos que ha ca¨ªdo desde la quiebra de Lehman Brothers. El fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, public¨® un demoledor informe el pasado 30 de julio sobre este tema, cuya conclusi¨®n principal es que la retribuci¨®n de los empleados bancarios est¨¢ desligada de los resultados.
"Cuando los bancos lo hicieron bien, los empleados tuvieron su recompensa. Cuando los bancos lo hicieron de pena, sus empleados siguieron recibiendo su recompensa. Y cuando los bancos lo hicieron tan extremadamente mal que fueron rescatados con el dinero de los contribuyentes, sus empleados recibieron su recompensa", denuncia Cuomo.
Con el fin de ilustrar su teor¨ªa, el fiscal de Nueva York analiz¨® los bonus y los resultados de las nueve entidades que se adhirieron originalmente al programa de ayuda al sector financiero (TARP, por sus siglas en ingl¨¦s) impulsado por la Administraci¨®n estadounidense con fondos p¨²blicos.
De acuerdo con este an¨¢lisis, Citigroup y Merrill Lynch sufrieron en 2008 p¨¦rdidas por m¨¢s de 27.000 millones de d¨®lares cada una. Sin embargo, Citigroup pag¨® ese ejercicio 5.300 millones en bonus, y Merrill Lynch, 3.600 millones. De forma conjunta, ambas entidades perdieron 54.000 millones, pagaron 9.000 millones en primas y recibieron del TARP fondos por valor de 55.000 millones. El estudio tambi¨¦n denuncia que en el caso de otras tres entidades (Goldman Sachs, Morgan Stanley y
JPMorgan) los bonus de 2008 "fueron sustancialmente mayores al beneficio de la compa?¨ªa".
En el plano acad¨¦mico, las propuestas de restricci¨®n de los salarios plantean dudas. "Son propuestas ut¨®picas e ineficaces. Ut¨®picas porque los m¨¢s talentosos se ir¨ªan a trabajar a otros sitios, e ineficaces porque las propias entidades buscar¨ªan agujeros legales para burlar las limitaciones", se?ala Jos¨¦ Ram¨®n Pin, profesor de IESE. Por su parte, Rafael Barrilero, del grupo de recursos humanos Mercer, opina que la ¨²ltima palabra sobre los salarios la deben tener los accionistas. "Por ello, en lo que habr¨ªa que trabajar es en mejorar la transparencia de los sistemas de retribuci¨®n. Cuanto mayor y mejor sea la informaci¨®n, m¨¢s elementos de juicio tendr¨¢n los accionistas para votar o rechazar esas pol¨ªticas".
A la espera de que el G-20 llegue o no a un acuerdo acerca de los sistemas retributivos, algunos pa¨ªses han empezado a tomar medidas a t¨ªtulo individual. Los bancos holandeses, por ejemplo, han firmado un c¨®digo de conducta que establece que los bonus en el sector no podr¨¢n ser en ning¨²n caso mayores que el salario fijo.
En el caso de Francia, el pasado mes de agosto diferentes bancos, entre los que se encuentran
BNP Paribas, Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale y Cr¨¦dit Agricole, aceptaron, a petici¨®n de Sarkozy, diferir a lo largo de tres a?os dos tercios de su remuneraci¨®n variable y recibir el otro tercio en acciones. Tambi¨¦n acordaron no ofrecer remuneraciones garantizadas a las nuevas contrataciones.
En Alemania, el regulador ha aprobado nuevas reglas, que entrar¨¢n en vigor el pr¨®ximo enero, que permiten forzar a los banqueros a que devuelvan las primas si se demuestra que tomaron demasiados riesgos.
El Gobierno finland¨¦s ha ido m¨¢s lejos, ya que ha impuesto l¨ªmites a todas las compa?¨ªas, sean financieras o no, donde el Estado tenga presencia en el capital. Los bonus anuales de los ejecutivos no podr¨¢n exceder en m¨¢s de un 40% del salario base. Adem¨¢s, los planes de retribuci¨®n a largo plazo deber¨¢n tener una duraci¨®n m¨ªnima de tres a?os. "La compensaci¨®n de los directivos debe ser razonable y, al mismo tiempo, debe permitir a la compa?¨ªa competir por el mejor talento", ha se?alado el Gobierno finland¨¦s.
En EE UU, por su parte, el Gobierno y el Congreso llevan meses debatiendo hasta d¨®nde controlar la retribuci¨®n de los ejecutivos. Obama ha creado la figura de un alto funcionario para pilotar la reforma y ha elegido para el cargo a Kenneth Feinberg. El zar de la compensaci¨®n, como ya se le conoce, debe desarrollar una propuesta de remuneraci¨®n para
Citigroup, AIG, Chrysler, Bank of America, GMAC y General Motors. Estas empresas, que han recibido fondos p¨²blicos, est¨¢n obligadas a comunicar a Feinberg cu¨¢nto planean pagar a sus 100 principales ejecutivos.
En julio, la C¨¢mara de Representantes aprob¨® una ley en la que otorga m¨¢s poderes a los reguladores para prohibir incentivos que alimenten la toma excesiva de riesgos. Esta norma, sin embargo, podr¨ªa ser rechazada por el Senado, que se ha mostrado reticente a extender el poder del Gobierno en temas de retribuci¨®n.
Con independencia de lo que ocurra en la cumbre del G-20, lo que parece claro es que en el tema de los salarios no s¨®lo juegan factores pol¨ªticos, empresariales o legales, sino tambi¨¦n pulsiones humanas como la avaricia, la envidia o la venganza. La mayor amenaza ser¨ªa que la cumbre concluyera con la paradoja ya expuesta en El gatopardo, seg¨²n la cual "hay que cambiar todo para que todo siga igual".
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