Pirotecnia contra los para¨ªsos fiscales
El G-20 y la OCDE van a la caza de la evasi¨®n fiscal, pero con medidas m¨¢s cosm¨¦ticas que efectivas
Primera regla del sistema fiscal: "Todos los ciudadanos deben contribuir al sostenimiento del Estado en proporci¨®n (...) a sus ingresos", escrib¨ªa all¨¢ por el siglo XVIII Adam Smith, uno de los padres fundadores del capitalismo. Apenas unos a?os despu¨¦s, unos pocos municipios del sureste de Francia protagonizaron una peque?a revoluci¨®n contra el se?or¨ªo de los Grimaldi. La dinast¨ªa monegasca decidi¨® construir un casino para nutrir las maltrechas arcas del principado, que tras la revuelta ya no ten¨ªa siervos a quienes cobrar impuestos. El juego estaba prohibido en Francia, pero a¨²n as¨ª el Estado franc¨¦s financi¨® el ferrocarril para que el dinero llegara c¨®modamente a Montecarlo. Inmediatamente despu¨¦s, M¨®naco ide¨® un sistema fiscal m¨¢s amable que el de los pa¨ªses vecinos con la misma idea, atraer a las grandes fortunas para que hicieran all¨ª lo que era ilegal en el resto de Europa: escapar del fisco.
Basta compartir datos con 12 pa¨ªses para no figurar en ninguna lista negra
M¨®naco, las Caim¨¢n o Suiza ya no son considerados para¨ªsos fiscales
Bear Stearns o Bernard Madoff utilizaban atajos para evadir al fisco
Es en la era de Reagan y Thatcher cuando se avanza en la desregulaci¨®n
La cumbre del G-20 en Pittsburgh apenas ha aportado avances
Muchos bancos occidentales tienen filiales en para¨ªsos fiscales
Se pueden crear empresas sin dar la m¨¢s m¨ªnima informaci¨®n fiscal
Algunos pa¨ªses est¨¢n haciendo un esfuerzo por diversificarse
La regla de Adam Smith adopt¨® entonces la forma que ha llegado hasta nuestros d¨ªas: Todos los ciudadanos deben contribuir al Estado en proporci¨®n a sus ingresos, excepto quienes tengan la posibilidad de llevarse el dinero a Montecarlo sin levantar sospechas. (Warren Buffet, el hombre m¨¢s rico del mundo, lo dice de otra manera: "Primera regla: nunca perder dinero. Segunda regla: nunca olvidar la primera regla"
La de M¨®naco es la historia de uno de los primeros para¨ªsos fiscales de la era moderna, la que va de la revoluci¨®n industrial al capitalismo de casino -de casino- de los ¨²ltimos a?os. El ¨¦xito es contagioso, y la f¨®rmula de los Grimaldi se ha ensayado en muchos otros lugares de Europa, de Asia, del Caribe; pr¨¢cticamente en todos lados (algunos muy cercanos: Gibraltar y Andorra). Hay un edificio en las Islas Caim¨¢n que alberga a 12.000 empresas estadounidenses. "O es el mayor edificio del planeta, o se trata de la mayor estafa fiscal del mundo, y todos sabemos cu¨¢l de esas dos opciones es la verdadera", atacaba un afilado Barack Obama en la campa?a electoral que le dio la victoria en las ¨²ltimas elecciones en Estados Unidos. Y sin embargo, algo est¨¢ cambiando en M¨®naco y en las Caim¨¢n: la OCDE acaba de anunciar que ninguno de esos dos pa¨ªses puede ser considerado a d¨ªa de hoy para¨ªso fiscal.
Lo mismo sucede con numerosos microestados, enclaves coloniales tan conocidos por sus playas de fina arena como por sus lavander¨ªas de dinero (Aruba, Bermuda, Islas V¨ªrgenes, Antillas Holandesas) y otros territorios similares en Europa y en medio mundo (San Marino, Jersey, Bahrein y alguno m¨¢s), que en apenas unos meses han dejado de ser considerados para¨ªsos fiscales. E incluso con pa¨ªses m¨¢s poderosos y aparentemente respetables como Suiza, cuyos bancos se han enriquecido durante d¨¦cadas gracias al secreto bancario, pero que en los ¨²ltimos tiempos se han visto obligados a algo impensable hace apenas unos a?os: deben dar informaci¨®n a otros pa¨ªses sobre miles de clientes -miles de presuntos evasores de impuestos- para no ser se?alados en ninguna lista. Eso s¨ª, obligados -casi siempre- por los tribunales.
Una cruzada est¨¢ en marcha: tras d¨¦cadas de inmovilismo, de tab¨², en apenas 10 meses se han firmado m¨¢s de 100 acuerdos bilaterales de intercambio de informaci¨®n fiscal. La evasi¨®n de impuestos, que se hab¨ªa convertido en un deporte de ¨¦lite practicado por las mayores instituciones financieras, los ejecutivos de banca m¨¢s exitosos y las multinacionales m¨¢s potentes, ha cambiado de estatus por obra y gracia de la madre de todas las crisis. Los para¨ªsos fiscales reciben le?a por todos lados: uno de los puntos m¨¢s pol¨¦micos de las ¨²ltimas elecciones en la India fue la competencia desleal de esos territorios; Australia, Reino Unido, Portugal y Alemania preparan represalias contra la inversi¨®n en para¨ªsos; el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, quiere obligar a los bancos de su pa¨ªs a deshacerse de las filiales que operan en pa¨ªses opacos. El n¨²mero de ejemplos de esa nueva ret¨®rica pol¨ªtica es apabullante. ?Qu¨¦ ha provocado ese giro en tan poco tiempo?
Ha sido el G-20, el club de los pa¨ªses m¨¢s poderosos del mundo, el que ha generado esa fenomenal polvareda. Casi de carambola: ante la imposibilidad de presentar avances r¨¢pidos en la regulaci¨®n financiera -el verdadero meollo de la crisis-, las mayores potencias la han tomado con aspectos fronterizos, como los bonus de los ejecutivos o los para¨ªsos fiscales: medidas de menor calado en ese objetivo declarado de prevenir crisis futuras, pero mucho m¨¢s rentables en televisi¨®n.
Las ¨²ltimas cumbres del G-20 han supuesto un impulso pol¨ªtico sin precedentes que ha puesto las lavander¨ªas de dinero sucio en el centro de todas las dianas. Tras la reuni¨®n de abril en Londres, la OCDE public¨® por sorpresa una lista negra de para¨ªsos fiscales que levant¨® ampollas. Suiza estaba en esa lista, al igual que varios pa¨ªses de la eurozona: Austria, B¨¦lgica y Luxemburgo. El G-20, adem¨¢s, les amenaz¨® con sanciones a partir de marzo de 2010. La crisis mueve monta?as: esas amenazas han provocado una estampida de para¨ªsos que han logrado cumplir, en un tiempo r¨¦cord, los requisitos necesarios para abandonar esa ominosa lista. Evidentemente, hay truco. Pero a la vez los avances respecto a la situaci¨®n de partida son innegables.
Los para¨ªsos fiscales -o centros financieros off shore, en la jerigonza que tanto gusta en las finanzas globales- surgen como una suerte de caja B en la que los ricos guardan su dinero para no pagar impuestos. Son territorios que ofrecen escasa o nula tributaci¨®n y que facilitan la evasi¨®n fiscal mediante la opacidad: se niegan a dar, e incluso a conocer, la identidad y el origen de las inversiones que reciben, y viven -muy bien, por cierto- mayoritariamente de esas pr¨¢cticas oscuras. En la d¨¦cada de los setenta del siglo pasado empiezan a darse a conocer desde los m¨¢rgenes del capitalismo. Son los a?os del laissez faire financiero, de los Reagan y Thatcher, en los que se va desmantelando el control del Estado sobre la banca ante la enorme presi¨®n pol¨ªtica por desregular y liberalizar, los dos grandes abracadabras de la ¨¦poca.
Pero es en los a?os noventa cuando la desregulaci¨®n alcanza sus m¨¢ximas cotas y los para¨ªsos se consolidan como un sector fundamental para las finanzas globales, caracterizadas por el libre movimiento de capitales. En ese caldo de cultivo florecen los estados transfiscales, que se benefician del cinismo, la hipocres¨ªa y la mano ancha de los grandes pa¨ªses para desarrollar sus fenomenales ventajas competitivas: bajos impuestos, opacidad y secretismo, los tres ingredientes b¨¢sicos que permiten a las entidades financieras dise?ar el sistema bancario en la sombra que ha saltado por los aires con la crisis.
Las turbulencias financieras destapan -y convierten en denuncia- lo que todo el mundo sab¨ªa: Bear Stearns, uno de los bancos de inversi¨®n que provoc¨® la crisis, operaba desde las Islas Caim¨¢n. Lo mismo hac¨ªan todos los grandes bancos de negocios estadounidenses, considerados los grandes culpables del hurac¨¢n financiero. Las entidades europeas, muy reguladas en sus pa¨ªses de origen, ten¨ªan centenares de filiales en esos territorios. Hasta Bernard Madoff, el estafador estadounidense, contaba con varios fondos de alto riesgo radicados en Luxemburgo. Y lo m¨¢s importante: todo sigue igual. "Los mayores ejemplos de secreto bancario, lavado de dinero y fraude fiscal no est¨¢n en los valles alpinos ni en las islas tropicales, sino en el patio trasero de las grandes econom¨ªas: la City de Londres y Wall Street, Fr¨¢ncfort y Tokio, funcionaban regularmente con filiales off shore. No hay que olvidar que la crisis se deton¨® en los grandes centros financieros mundiales, y no en los para¨ªsos", asegura el analista Mois¨¦s Na?m.
La OCDE sostiene que la campa?a "est¨¢ erradicando el secreto bancario a efectos fiscales", asegura desde Par¨ªs Grace P¨¦rez-Navarro, subdirectora del Centro de Pol¨ªticas Fiscales, adscrito a la instituci¨®n que concentra a las econom¨ªas desarrolladas. Los expertos reconocen el ingente trabajo realizado por parte de la OCDE. Y a¨²n as¨ª, arrecian las cr¨ªticas. Nadie fuera de la OCDE parece contento con lo que sucede: ni los para¨ªsos, ni los que denuncian a los para¨ªsos fiscales.
En 2000, la organizaci¨®n que dirige el mexicano ?ngel Gurr¨ªa estableci¨® una serie de firmes criterios t¨¦cnicos que defin¨ªan lo que era -y lo que no era- un para¨ªso fiscal, y estableci¨® 2005 como l¨ªmite para su desaparici¨®n. Fracas¨® estrepitosamente. Pero el G-20 de Londres le dio la oportunidad de redimirse y la instituci¨®n unific¨® sus criterios antipara¨ªso en uno solo: desde entonces basta con firmar 12 acuerdos bilaterales de intercambio de informaci¨®n fiscal para no aparecer en la lista negra. Y eso es lo que han hecho Jersey, las Islas Caim¨¢n, Suiza, el inevitable M¨®naco y tantos otros pa¨ªses.
"Es el fin de la ¨¦poca del secreto bancario", declar¨® con la solemnidad que le caracteriza Sarkozy tras la cumbre de abril. "Es el principio del fin", matiz¨® el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown. Los expertos se decantan con claridad por la interpretaci¨®n brit¨¢nica. "La lista de la OCDE es rid¨ªcula", ataca Richard Murphy, del think tank Tax Justice Network. "B¨¦lgica sale de la lista negra por firmar acuerdos con pa¨ªses como San Marino; Liechtenstein y M¨®naco firman un pacto entre ellos y dejan de ser considerados para¨ªsos. Es absurdo. Necesitar¨ªamos miles de esos acuerdos para que el sistema empezara a funcionar. M¨¢s que pactos bilaterales, es esencial llegar a acuerdos multilaterales que supongan un intercambio de informaci¨®n autom¨¢tica, pero no parece que la OCDE persiga ese objetivo", aclara.
"Esa avalancha, ese barullo que hay contra los para¨ªsos hace que los cambios aprobados sean algo m¨¢s que mera ret¨®rica, pero la mejor¨ªa es a¨²n muy, muy limitada", concluye Murphy, un antiguo auditor en una multinacional que desde hace m¨¢s de una d¨¦cada lucha contra la impunidad de los para¨ªsos fiscales. Y que es persona non grata en Jersey por la intensa actividad que despliega contra las pr¨¢cticas fiscales de ese enclave brit¨¢nico.
Juan Hern¨¢ndez Vigueras, autor de La Europa opaca de las finanzas (Icaria), califica de "rimbombante y vac¨ªa" la actuaci¨®n del G-20 y de la OCDE. "El aut¨¦ntico problema es la regulaci¨®n financiera, o mejor dicho la falta de regulaci¨®n, y lo que ocurre con los para¨ªsos fiscales es consecuencia directa de ese asunto. La prueba de la frivolidad con la que se trata el problema es que ni EE UU, ni el Reino Unido ni ning¨²n pa¨ªs europeo de los que ha nacionalizado o dado ayudas a los bancos ha tomado medidas contra las filiales de esas entidades en para¨ªsos fiscales. De lo que se deduce que del G-20 han salido, una vez m¨¢s, grandes palabras y magros resultados".
Incluso el comisario europeo de Asuntos Econ¨®micos y Financieros de la Comisi¨®n Europea, Joaqu¨ªn Almunia, reconoce que varios para¨ªsos fiscales han "escapado r¨¢pidamente" de la lista negra firmando acuerdos de colaboraci¨®n entre ellos, una pr¨¢ctica que puede vulnerar el esp¨ªritu de la norma establecida por la OCDE. P¨¦rez-Navarro defiende la batalla emprendida por esa instituci¨®n: "La mayor¨ªa de los convenios tributarios son bilaterales, incluso dentro de la UE. Ha habido avances importantes y es falso que la mayor¨ªa de los acuerdos firmados sean cosm¨¦ticos. S¨ª es cierto que hay algunos para¨ªsos fiscales que pactan con otros para¨ªsos fiscales para llegar a esos 12 acuerdos. Pero si contin¨²an por ese camino no quedar¨¢n fuera de la lista negra por mucho tiempo. El Foro Global -el organismo de la OCDE encargado de esa lista- va a examinar no s¨®lo el n¨²mero de acuerdos, sino tambi¨¦n la calidad de los mismos". "El proceso de revisi¨®n ya est¨¢ en marcha", advierte.
La cumbre del G-20 en Pittsburgh apenas ha aportado avances, m¨¢s all¨¢ del debate sobre el nuevo sistema de revisi¨®n y sanciones, que deben estar listos en la primavera del a?o que viene. La OCDE avanza que entre las opciones que se barajan figuran retenciones adicionales sobre intereses, dividendos y otros pagos a empresas o personas radicadas en para¨ªsos fiscales; declaraciones adicionales por parte de los contribuyentes o empresas sobre operaciones en jurisdicciones no cooperativas, y el final de las deducciones que en muchos pa¨ªses disfrutan a¨²n las inversiones en para¨ªsos fiscales.
Pero eso a¨²n queda lejos. Federico Steinberg, investigador del Instituto Elcano, considera que la crisis ha puesto sobre la mesa asuntos heterodoxos, como los para¨ªsos o los bonus de los ejecutivos. "Esos debates tienen la virtud de que rompen tab¨²es y son propuestas valientes, pero es poco probable que tengan ¨¦xito: el dinero siempre sabe por d¨®nde escapar", asegura Steinberg. "A¨²n as¨ª, hay que aplaudirlas aunque s¨®lo sea por la pol¨¦mica que han generado y por los avances que puedan producirse, aunque sean relativos", sostiene.
Los dardos del G-20 contra los para¨ªsos provocan opiniones encontradas. Antonio Garrigues Walker, fundador del cap¨ªtulo espa?ol de Transparencia Internacional, aseguraba esta semana que, a pesar de los esfuerzos, en realidad "no se hace nada". "?Por qu¨¦ siguen siendo intocables? ?Cu¨¢l es la fuerza invencible, qui¨¦n tiene el poder que hace que se mantengan sin apenas da?os si todo el mundo sabe que son una fuente de corrupci¨®n?", se preguntaba. Sin embargo, en el lado oscuro el desasosiego es evidente. El primer ministro luxemburgu¨¦s, Jean Claude Juncker, califica de "populismo mediocre" la presi¨®n del G-20 sobre los para¨ªsos. "Lo que hace el G-20 es descargar sus frustraciones", a?ad¨ªa hace unos meses el presidente de la patronal bancaria suiza, Pierre Mirabaud.
Daniel J. Mitchell, economista del think tank neoliberal Cato Institute, asegura desde Washington que el ataque contra lo que califica como "jurisdicciones con bajos impuestos" viene de la mano de las grandes potencias mundiales: Alemania, Francia, Reino Unido y EE UU. Y ese asalto tiene intenciones aviesas: "El G-20 y la OCDE no son m¨¢s que veh¨ªculos para ese ataque" de pa¨ªses ahogados por un d¨¦ficit p¨²blico galopante, apunta. "El objetivo es crear un cartel de Estados partidarios de los impuestos altos, una suerte de OPEP para Gobiernos. Es una p¨¦sima noticia", critica.
Pese a la l¨®gica reacci¨®n de los defensores del status quo, no parece probable que los para¨ªsos fiscales desaparezcan de la agenda pol¨ªtica. Por muy t¨ªmidos que sean los avances, los propios para¨ªsos aceptan que llega la hora de la transparencia. Pero los economistas consultados sugieren que los problemas no se circunscriben a esos territorios. Los males del capitalismo financiero son m¨¢s profundos, y est¨¢n en el epicentro del sistema: "Larry Summers, el ¨²ltimo secretario del Tesoro de Bill Clinton, y Paul O'Neill, que lo fue de George W. Bush, han aunado esfuerzos para proteger a los para¨ªsos fiscales y a los fondos que ah¨ª se colocan", afirmaba recientemente el Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz.
El economista de la universidad australiana de Griffith Jason Sharman ha demostrado que eso es as¨ª en EE UU, pero tambi¨¦n en Europa y casi en cualquier rinc¨®n del mal llamado mundo desarrollado. Con apenas 10.000 d¨®lares, Sharman demostr¨® que es posible crear empresas en un periquete sin proporcionar los nombres de los accionistas ni la m¨¢s m¨ªnima informaci¨®n fiscal: apenas un carn¨¦ de conducir y un pu?ado de d¨®lares le permitieron poner en marcha sociedades en Nevada o Delaware (EE UU), en Bermuda o en Suiza. En el Reino Unido cre¨® compa?¨ªas sin dar un solo nombre. En la pr¨¢ctica, los pa¨ªses de la OCDE tienen una regulaci¨®n m¨¢s laxa que los para¨ªsos fiscales cl¨¢sicos en algunos aspectos, asegura en un interesante trabajo.
Sharman y otros expertos denuncian que Gobiernos que legislan con dureza en sus territorios abren a los bancos y a las multinacionales la puerta de atr¨¢s para no pagar impuestos: Liechtenstein y Luxemburgo est¨¢n en el coraz¨®n de Europa, Jersey a apenas unas millas de la costa de Inglaterra, y EE UU tiene muy cerca muchas de esas lavander¨ªas de dinero. "Hay un peligro evidente y es focalizarse ¨²nicamente en los peque?os jugadores, ignorando las deficiencias en los grandes pa¨ªses. Los para¨ªsos fiscales han explotado esa evidente hipocres¨ªa y las acciones del G-20 no pueden perder de vista ese aspecto. El problema es que EE UU, especialmente, hace un p¨¦simo trabajo en la recogida de informaci¨®n fiscal, que es tan mala o peor en muchos casos que la que proporcionan algunos de los pa¨ªses de las listas negras", cierra.
La transparencia llegar¨¢; queda saber cu¨¢ndo. Algunos para¨ªsos fiscales est¨¢n haciendo un esfuerzo por diversificarse: Liechtenstein es el primer exportador mundial de dentaduras postizas. Bermuda apuesta por los casinos. La Isla de Man ha puesto en pie una incipiente industria espacial. Y M¨®naco dice tener ya m¨¢s empleos en el sector industrial que en el sector financiero. Tal vez as¨ª consiga dejar de ser el "lugar soleado lleno de gente sombr¨ªa" que describi¨® Somerset Maugham.
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