Normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica
El documental lleva un t¨ªtulo en ingl¨¦s. Lo dirige un tipo que trabaja en una emisora propiedad de la Generalitat de Catalunya. Sus protagonistas son un miembro lateral —por iconoclasta e independiente— de la generaci¨®n de los setenta y un joven miembro de un grupo de rock arty que, para m¨¢s delito, canta en castellano.
Con estas armas de distracci¨®n masiva se trata de definir el fen¨®meno: el nuevo pop catal¨¢n, que no bebe de subvenciones, que se define por la m¨²sica y no por la pol¨ªtica y que puede recibir influencias tanto de Pau Riba como de Herman Dune. Incluso hay grupos como Hidrogenesse, que cantan en lo que les sale, se cagan en los Beatles, glorifican a Kraftwerk y han conseguido que no te d¨¦ verg¨¹enza coincidir en gustos con tu vecina posmoderna y posir¨®nica. Es lo que tienen las cosas en Catalu?a, un lugar en el que, si haces una breve encuesta en el bar de la esquina sobre c¨®mo definirlo, cada parroquiano te dar¨¢ una respuesta distinta: pa¨ªs, naci¨®n, comunidad aut¨®noma, naci¨®n sin Estado, regi¨®n, ese trozo de Espa?a que toca con Francia y desde donde salen los barcos que te llevan de vacaciones a Baleares, donde vive Messi...
"El nacionalismo es una idea noble, pero los pol¨ªticos lo convierten en una mierda" (J. M. Oliver)
The new Catalan song es un documental en el que Quico Pi de la Serra, cantautor senior, discute con Enric Montefusco, del grupo Standstill, sobre los procesos creativos. Esta premisa —para muchos, inocente; para otros, disuasoria—, seg¨²n Ra¨²l Hinojosa, el director, sirve "para hablar de todos esos grupos de pop en catal¨¢n que ahora nos gustan, como Manel, Mishima o Ant¨°nia Font, y que han vuelto a reconstruir ese puente que se rompi¨® en los noventa. Si me hubiera saltado una generaci¨®n y hubiese buscado alguien de los noventa para dialogar con Enric, estoy seguro que ¨¦l no hubiese aceptado". "Me siento mucho m¨¢s cercano a Quico que a cualquiera de esos grupos de los noventa, aunque ¨¦l viene de una ¨¦poca en la que la pol¨ªtica lo era todo", comenta Montefusco, d¨¢ndonos la pista para comprender los mecanismos que mueven a los grupos actuales.
Vale, los noventa nos dieron el discman, Cindy Crawford y Massive Attack, pero tampoco es para tanto. Para esta gente, s¨ª. A ellos les dieron rock catal¨¢n subvencionado, al dictado de las instituciones, musicalmente inane, un napalm sociocultural. Para Sabino M¨¦ndez, el Juan Mars¨¦ del rock barcelon¨¦s (y autor de las canciones m¨¢s c¨¦lebres de Loquillo y los Trogloditas), el boom de Sopa de Cabra o Els Pets y su catarsis en 1991 (cuando 24.000 personas se reunieron en el Palau Sant Jordi para pedir selecciones de domin¨® catalanas, subvenciones a la butifarra del Perol, el Nobel para Baltasar Porcel y, bueno, escuchar el Boig per tu de Sau, otorg¨¢ndole a aquel tema de amor convencional una carga pol¨ªtica que ni toda la discograf¨ªa de Billy Bragg) "naci¨® como una operaci¨®n promocional apoyada por el poder auton¨®mico de la derecha de Pujol a trav¨¦s de TV3". Guillem Gisbert, del grupo Manel, el fen¨®meno musical en catal¨¢n del a?o, recuerda la ¨¦poca con cari?o y nos regala la necesaria dosis de disenso: "Todo eso me pill¨® de lleno. Estuve en el concierto del Palau y fue brutal. Al final, todo se mueve por modas. Hay gente que ahora las desprecia, pero sigo pensando que hubo cosas muy interesantes". Manel incluye en su repertorio versiones de Els Pets, Pulp y Shakira.
A principios de este siglo, se encontraba Joan Miquel Oliver en su pueblo mallorqu¨ªn componiendo canciones para Ant¨°nia Font. Sab¨ªa que s¨®lo pod¨ªa cantar en catal¨¢n porque su manera de hacer era, como explica hoy, "muy local, muy m¨ªa. Dominique A s¨®lo puede existir en franc¨¦s. Y mis canciones, s¨®lo en catal¨¢n. Los mallorquines estamos ah¨ª solos, insulares, en nuestro cocotero, y queremos salir a ver mundo, pero somos como somos". El problema de Joan Miquel era que nadie quer¨ªa otro grupo de pop en catal¨¢n, incluso los m¨¢s doctos en manipulaci¨®n pol¨ªticomusical ten¨ªan problemas para convertir los temas sobre extraterrestres del genial Oliver en demandas de un nuevo estatuto. Los nuevos j¨®venes eran m¨¢s individualistas, menos politizados, m¨¢s del botell¨®n y Perez Hilton. En los noventa, se guardaban las pilas gastadas durante todo el a?o para, el 11 de septiembre, en la mani, tir¨¢rselas a la polic¨ªa. Ahora, las pilas se reciclan. Son tiempos sostenibles. "Lo que provoca la eclosi¨®n de Ant¨°nia Font es un volver a colocar las cosas en su sitio, recuperar un poco el esp¨ªritu de Sisa o Pau Riba, gente que cantaba en su idioma, pero con un discurso fuera de la pol¨ªtica", recuerda Gerardo Sanz, manager de Oliver y de Manel, sobre el s¨²bito cambio de paradigma que convirti¨® al mallorqu¨ªn en padrino de todo esto.
Esta nueva realidad, m¨¢s musical y en consonancia con tiempos sin ideolog¨ªa, donde nos resulta m¨¢s f¨¢cil protestar por cosas que pasan en otros continentes que tener que razonar las que nos suceden a la vuelta de la esquina, propici¨® bandas de vocaci¨®n m¨¢s musical, algo que no s¨®lo favoreci¨® la normalizaci¨®n del catal¨¢n como idioma pop en la misma Catalu?a, sino que facilit¨® la eclosi¨®n de estos grupos al oeste de Fraga y al sur de Guardamar. "Como estas bandas no se definen por lo que tienen de identidad catalana, sino por lo musical, salir a actuar a Madrid o Vigo vuelve a tener sentido", recuerda Sanz. Oliver, por su parte, declara que "con el tiempo me he dado cuenta de que la pol¨ªtica lo infecta todo, es una plaga. El nacionalismo, como idea, es algo muy noble, una idea nacida de algo tan bonito como amar tu tierra. Luego llegan los pol¨ªticos y lo convierten en una mierda".
Guillem Gisbert resume el estado de ¨¢nimo actual: "No somos un grupo pol¨ªtico y no entiendo que me pregunten por el idioma. En nuestros conciertos no hay esteladas ni banderas independentistas, est¨¢n fuera de lugar. En conciertos de grupos como Obrint Pas, que son m¨¢s pol¨ªticos, seguro que hay, y es normal". El tiempo pone todas las banderas en su sitio.
Para Sabino M¨¦ndez, todo esto que sucede puede tener sus tintes positivos, pero no es muy distinto de lo que siempre ha pasado: "El gran problema del rock catal¨¢n es que, debido al opresivo panorama institucional del catalanismo, puede entregar apenas poco m¨¢s que pop amable. Si tenemos en cuenta que el buen rock de siempre es esencialmente urbano, propio de los barrios, el catalanismo tiene siempre un problema para acogerlo porque, debido a la emigraci¨®n del ¨²ltimo medio siglo, los barrios son esencialmente castellanos".
Cuentan los libros de historia —incluso lo dice la Wikipedia, para que los m¨¢s posmodernos se f¨ªen del dato— que la primera canci¨®n de rock en catal¨¢n se titula Ciutat podrida y fue obra de un grupo punk con nombre castellano, La Banda Trapera del R¨ªo. Cualquier parecido con todo lo que vino despu¨¦s es pura coincidencia.
The new Catalan song se exhibe en el festival
In-Edit Beefeater de Barcelona el 3 y 4 de noviembre. M¨¢s informaci¨®n: www-in-edit.beefeater.es
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