"La lucha merece la pena"
La carta a los Reyes Magos de Marco del R¨ªo sol¨ªa estar llena de juguetes "ambiguos": muchas construcciones y juegos de mesa. "Alguna vez me regalaron mu?ecas y se quedaban aparcadas", recuerda. Naci¨® y vive en un pueblo de Sevilla de 20.000 habitantes y asegura que desde muy peque?o sab¨ªa que era diferente de las dem¨¢s ni?as. "Yo ten¨ªa consciencia de que quer¨ªa ser un ni?o, pero no sab¨ªa c¨®mo explicarlo", dice.
Pero la infancia pas¨® sin demasiados traumas hasta que se fue acercando a la pubertad. "Ya empiezas a sentir que est¨¢ atado, que no puedes vivir tu vida como los dem¨¢s". Con 14 ¨® 15 a?os sus amigas se empe?aron alguna vez en maquillarle y vestirle como ellas y ¨¦l se dejaba para "no llamar la atenci¨®n". "Algunos d¨ªas sal¨ª as¨ª y los recuerdo como los peores de mi vida", afirma.
Ya hab¨ªa cumplido 16 cuando se decidi¨® a confesar por primera vez su problema. Se lo explic¨® a una amiga y ¨¦sta le apoy¨® para cont¨¢rselo a sus padres. "Fue un caos. Mi madre llorando, mi padre que tampoco entend¨ªa nada. Pensaban que era lesbiana y yo les explicaba que no. Tardaron tiempo en asimilarlo, pero me llevaron a una psic¨®loga privada. Yo cre¨ªa que me llevaban para cambiarme, aunque me aseguraban que no. Poco a poco empec¨¦ a abrirme y estuve all¨ª un a?o. Me dijo que yo era as¨ª y punto".
Fue cambiando su aspecto lentamente para que sus allegados tuvieran tiempo de "asimilarlo". Su nombre, Marco, lo eligieron entre varias amigas del instituto. "Y poco a poco consegu¨ª que me fueran llamando as¨ª". Ahora, ya est¨¢ operado, estudia, trabaja y es miembro de la junta directiva de ATA. "Todo sigue siendo una lucha diaria, pero merece la pena", afirma.
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