Enjuagues
El espect¨¢culo al que estamos asistiendo con Caja Madrid de protagonista no es nada, piensa uno, con lo que ocurrir¨¢ una vez que el afortunado jure el cargo de presidente y se dedique a devolver favores. Usted y yo somos unos ingenuos y no nos enteramos de nada, pero a lo mejor resulta normal poner un piso en la Gran V¨ªa a quienes te proporcionaron la bicoca. Lo mismo tienes que meter todos los d¨ªas la mano en la caja para pagar esa deuda de gratitud. Vaya usted a saber a qu¨¦ se compromete el agraciado. Si te entrego la Caja, ?ser¨¢s mi esclavo el resto de tu vida, regalar¨¢s hipotecas a mis hermanos, colocar¨¢s a mi cu?ado, recoger¨¢s a los hijos de mi hermana de la guarder¨ªa, sacar¨¢s a pasear al perro de mi madre?
Para presidir una Caja has de tener una vocaci¨®n de servicio a prueba de bombas, pues las tentaciones de pillar, dadas las facilidades aparentes, deben de ser continuas. Ignoramos c¨®mo funcionan las dem¨¢s, pero Caja Madrid tiene la pinta de ser lo m¨¢s parecido a la caja de la farmacia de la se?ora de Camps, donde todo el mundo met¨ªa mano sin control, fuera para hacerse unos trajes o para tomarse unas ca?as. O sea, un chollo, de otro modo no se entiende esa lucha a muerte por conquistar su presidencia. Es muy fuerte que un partido pol¨ªtico con posibilidad de gobernar se rompa por ver qui¨¦n manda ah¨ª. O los beneficios personales son muy altos o los contendientes son idiotas. Como llevan toda su vida viviendo de los Presupuestos Generales, muy idiotas no son. Quiere decirse que el que logre encaramarse a ese sill¨®n se forra. En otras palabras, que esto huele fatal. Y no nos referimos a la guerra entre Gallard¨®n y Aguirre, que tiene su lado pintoresco, sino a esa paz que tarde o temprano ha de sobrevenirle y bajo cuyo manto se llevar¨¢n a cabo enjuagues econ¨®micos que ahora no podemos ni imaginar.
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