La designaci¨®n de Karzai complica los planes de Obama para Afganist¨¢n
La continuidad del presidente afgano condiciona la estrategia militar de EE UU
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EE UU felicit¨® ayer a Hamid Karzai por su reelecci¨®n como presidente afgano y le traslad¨® oficialmente una invitaci¨®n a trabajar juntos por el futuro del pa¨ªs. Cortes¨ªas aparte, la victoria de Karzai es un hecho que condicionar¨¢ la decisi¨®n de Barack Obama sobre el futuro de la guerra y que no anima, precisamente, a una mayor involucraci¨®n estadounidense en el destino de Afganist¨¢n.
"Aunque el proceso electoral ha sido desordenado, el resultado ha sido conforme con la ley afgana y, por tanto, la comunidad internacional seguir¨¢ colaborando con el presidente Karzai en la seguridad y la prosperidad de Afganist¨¢n", manifest¨® ayer Obama tras una conversaci¨®n telef¨®nica con el presidente reelegido.
La anulaci¨®n de la segunda vuelta electoral, tras la retirada del candidato de la oposici¨®n, Abdul¨¢ Abdul¨¢, es el ¨²ltimo acto de un drama al que Estados Unidos no sabe c¨®mo poner fin. Esa segunda vuelta, convocada por el insistente empe?o de Washington, era la ¨²ltima posibilidad de darle credibilidad a un proceso electoral desvirtuado desde el principio por las sospechas de fraude.
Sin la segunda vuelta, Karzai asumir¨¢ el poder, en este momento decisivo de la crisis afgana, m¨¢s cuestionado y m¨¢s debilitado de lo que ha estado jam¨¢s. De tal forma que lo que deb¨ªa ser uno de los pilares de la nueva estrategia estadounidense en ese pa¨ªs, la paulatina cesi¨®n de responsabilidades a las autoridades locales, nace ya resquebrajado.
En realidad, la Administraci¨®n de Obama nunca simpatiz¨® con Karzai, a quien siempre crey¨® demasiado implicado en casos de corrupci¨®n como para ganarse el respeto de sus compatriotas. Pero nunca fue capaz de encontrarle un relevo adecuado.
Ahora se ve abocada a colaborar con ¨¦l, a sostenerlo y a, en la medida de lo posible, mejorarlo. "Le ha transmitido a Karzai la necesidad de abrir un nuevo cap¨ªtulo en nuestras relaciones y ¨¦l dice comprender la trascendencia del momento", declar¨® ayer Obama.
Lo m¨¢s importante para EE UU hoy es c¨®mo encajar esa pieza, la del representante del Gobierno afgano, en los planes que Obama prepara para Afganist¨¢n.
Combatir a Al Qaeda
El presidente estadounidense quer¨ªa esperar hasta conocer al ganador de las elecciones antes de hacer p¨²blicos esos planes. Ahora ya no hay nada m¨¢s que esperar. No transcurrir¨¢, por tanto, mucho tiempo antes de que Obama comunique si acepta la petici¨®n de unos 40.000 soldados m¨¢s hecha por el jefe de la operaci¨®n militar, general Stanley McChrystal, y cu¨¢les son los objetivos que se establecen para esa misi¨®n.
A la espera de ese paso, cada d¨ªa se hace m¨¢s probable que Obama apueste por una reconsideraci¨®n del sentido del conflicto. Desde hace alg¨²n tiempo, de forma consistente, los portavoces oficiales se refieren a Al Qaeda como el enemigo a perseguir, sin incluir, como antes, a los talibanes. Tampoco se habla de victoria ni se plantea el prop¨®sito de convertir Afganist¨¢n en una democracia.
Discretamente, se va dando paso a la idea de combatir a Al Qaeda de forma limitada (bombardeos de aviones no tripulados y acciones contraterroristas precisas, no extensos patrullajes en todo el pa¨ªs) y de pacificar relativamente las ciudades afganas, mientras se gana tiempo para ayudar al Gobierno de ese pa¨ªs a formar las fuerzas armadas que necesita para tomar el pleno control de la situaci¨®n. Una apuesta as¨ª podr¨ªa exigir, de momento, un relativo incremento del n¨²mero de tropas, pero significar¨ªa, a largo plazo, un modelo de retirada en condiciones similares a como se est¨¢ haciendo en Irak.
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