Alda Merini, poetisa italiana y candidata al Nobel
Pas¨® veinte a?os en un manicomio y muri¨® pobre
"Soy una peque?a abeja furibunda. Me gusta cambiar de color. Me gusta cambiar de medida". La poetisa Alda Merini eligi¨® estas palabras para abrir su p¨¢gina web. Nacida en Mil¨¢n, en 1931, de familia modesta, la poetisa muri¨® en esa misma ciudad el pasado domingo, 1 de noviembre, a causa de un tumor ¨®seo. Fumaba 70 u 80 cigarrillos al d¨ªa, pero a sus 78 a?os sosten¨ªa que el tabaco le hab¨ªa alargado la vida. Siempre llevaba un collar de perlas, pero viv¨ªa y muri¨® en la indigencia por elecci¨®n personal.
Se la considera una de las voces m¨¢s claras y profundas de la poes¨ªa italiana del siglo XX. Quienes la conocieron han escrito estos d¨ªas que era simp¨¢tica y nost¨¢lgica, y que su personaje vital recordaba al eco de sus versos, de apariencia simple y burguesa, pero a la vez transgresores, intensos y dolorosos.
Su Movimiento Pioneros hace que el ni?o maneje sus propios problemas
Con lucidez extrema, Merini narr¨® en sus poemas la experiencia de la locura (vivi¨® casi 20 a?os en manicomios, de 1961 a 1978) y de la estrechez f¨ªsica y econ¨®mica. "Me inquieto mucho cuando me atan al espacio", escribi¨®.
Loca de dolor
En una entrevista reciente, contaba que se volvi¨® loca de dolor: "Murieron mis padres a la vez, cuando yo era muy joven. Y luego me separaron de mis hijas, no me dejaron estar con ellas. Fueron criadas por tres familias. No s¨¦ c¨®mo encontr¨¦ el tiempo para tenerlas. Se llaman Emanuela, Barbara, Flavia y Simonetta. Siempre les digo que no digan que son hijas de la poetisa Alda Merini. Esa loca. Ellas responden que soy su madre y basta, que no se averg¨¹enzan de m¨ª. Me conmueven".
Se cas¨® con Ettore Carniti, un hombre celoso y muy infiel. Una noche que volvi¨® a casa oliendo a perfume de otra mujer, ella cogi¨® una silla y se la rompi¨® en la cabeza. ?l sobrevivi¨® al golpe y llam¨® a la ambulancia. A ella la llevaron al Paolo Pini, el viejo manicomio de Mil¨¢n.
El lugar era "terror, odio, sombra y muerte, el infierno de Dante, pero hice amigos all¨ª", contaba. "?se fue mi Premio Nobel". Le dieron 37 electrochoques. "Salir viva fue un milagro, all¨ª se entraba para morir".
En 1953 public¨® su primer libro, Presencia de Orfeo. Empez¨® a escribir siendo una ni?a, y uno de sus primeros poemas se lo dedic¨® al legendario banquero Enrico Cuccia. "Una vez me lo cruc¨¦ por la calle y le dije: 'Yo tengo hambre'. ?l contest¨®: 'Buena se?al'. Y tir¨® derecho".
"La poes¨ªa nace de un terreno de dulzura, de amor. Las verdades me vienen de los sue?os, los muertos me visitan", contaba.
Escribi¨® tambi¨¦n prosa y aforismos, y en 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa. Su gran obra, La Terra Santa, le vali¨® en 1993 el Premio Eugenio Montale. Se declaraba loca de amor por Rilke, y le gustaban H?lderlin, Val¨¦ry, Melville, Gide, Pirandello, Dante, Manzoni. Y en la vida: "Quasimodo, Manganelli, Montale, Raboni, la Spaziani. A algunos los am¨¦ y los tuve".
Otros de sus libros son Testamento, Vuoto d'amore, Ballate non pagate, Superba ¨¨ la notte, L'anima innamorata, Corpo d'amore, La carne degli Angeli, Pi¨´ bella della poesia ¨¨ stata la mia vita o Clinica dell'abbandono.
Era una persona religiosa y muy pagana. "Me he portado siempre como una gran pecadora y no me he arrepentido de nada", dijo al diario La Repubblica en 2006. "No voy a la Iglesia a murmurar, pero Dios est¨¢ aqu¨ª conmigo. Olfateo su olor. Dos cosas me convencen de la existencia de Dios: que no soy due?a de mi voluntad y que el oc¨¦ano Pac¨ªfico no pueden haberlo creado los cient¨ªficos".
En sus ¨²ltimos a?os, puso letra a canciones de artistas como Milva, Lucio Dalla, Roberto Vecchioni o Giovanni Nuti. Y dej¨® estos versos: "Navego como una sombra / en el sue?o del d¨ªa / y sin saber / me reconozco como tantos / inclinada sobre un altar / para ser comida qui¨¦n sabe por qui¨¦n".
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