El folklore de los huesos insignes
Ustedes me disculpar¨¢n (o no), porque si yo tengo la sensaci¨®n de haber escrito ya este art¨ªculo, ?c¨®mo no la van a tener los lectores de haberlo le¨ªdo? Vaya en mi descargo que los columnistas espa?oles no siempre nos repetimos por falta de ideas o por machaconer¨ªa, sino muchas veces porque nuestra realidad es insistente y reiterativa y pesada, y porque se nos da como a nadie fingir que alguien no ha dicho ni argumentado lo que s¨ª ha dicho y argumentado, lo cual obliga a ese alguien a volver a la carga. Ilusamente, desde luego, pues lo m¨¢s probable es que se haga otra vez caso omiso de sus razonamientos, y as¨ª hasta la siguiente. Si se molestan en leer o releer a Larra, por poner un solo ejemplo cl¨¢sico, ver¨¢n hasta qu¨¦ punto casi nada ha cambiado en los ¨²ltimos doscientos a?os.
"Esta sobria postura indigna a muchos, en este pa¨ªs circense, festivalero y fr¨ªvolo"
Hace unas noches me encontr¨¦ en la calle a dos de las hermanas Garc¨ªa Lorca, Isabel y Laura, o Yaya y Lauri, como se las llamaba en el colegio al que fuimos, aunque estuvi¨¦ramos en cursos distintos. Son dos mujeres risue?as y encantadoras, en las que uno cree adivinar la legendaria simpat¨ªa que cuantos lo conocieron atribu¨ªan a su t¨ªo Federico. Apenas hablamos unos minutos, pero las not¨¦ agobiadas por las presiones que, desde demasiados flancos (incluido este peri¨®dico), est¨¢n recibiendo, ellas y sus primos y su otra hermana, para que cedan a los insaciables deseos de espect¨¢culo de nuestra sociedad de brocha gorda, en lo relativo a la excavaci¨®n de la fosa en la que se supone que yace el poeta, junto con tres o cuatro cad¨¢veres m¨¢s. Los herederos han preferido, durante a?os, que no se abriera ni removiera esa tumba, pero cuando los descendientes de los otros fusilados han querido lo contrario, y recuperar los restos de sus antepasados, los Garc¨ªa Lorca no se han opuesto, claro est¨¢, ?c¨®mo podr¨ªan? Ahora, al ir a procederse a la exhumaci¨®n, han manifestado su voluntad de que no se identifique a Garc¨ªa Lorca, al menos en principio, y de que en todo caso no se saquen sus huesos de donde quiera que est¨¦n ni se trasladen a ning¨²n otro lugar ni menos a¨²n se los convierta en objeto de pomposidades ni en destino de beata peregrinaci¨®n. Esta sobria postura indigna a muchos, en este pa¨ªs folkl¨®rico, circense, festivalero, oportunista y fr¨ªvolo. A los pol¨ªticos, porque les impide fotografiarse junto a la l¨¢pida ilustre y soltar vacuos discursos; a algunos jueces, porque atenta contra su lucimiento; a la prensa, porque la priva de un espect¨¢culo m¨¢s; a ciertos izquierdistas de turismo y manifiesto, porque nada les gustar¨ªa tanto como llevar flores y cirios a un sepulcro "como es debido" y dejar all¨ª mensajitos cursis destinados a su propio bienestar, que no al del muerto; a algunos estudiosos, porque ans¨ªan satisfacer su curiosidad profesional y su vanidad personal, saber si ten¨ªan raz¨®n en sus conjeturas y conocer al detalle por d¨®nde le entraron las balas al poeta, cosas as¨ª. Uno de ellos ha anunciado melodram¨¢ticamente que si no se identifica a ¨¦ste o no se comunican los resultados, se pensar¨¢ si coger la maleta y marcharse de Espa?a para siempre. A todos nos dan a menudo ganas de largarnos de este pa¨ªs, no le quepa duda al bi¨®grafo, pero aqu¨ª los chantajes de este tipo no funcionan, ¨¦l deber¨ªa saberlo a estas alturas. La respuesta de los espa?oles a amenazas as¨ª siempre es: "Pues v¨¢yase usted". Eso se lo han dicho a gente mucho m¨¢s insigne y fundamental a lo largo de nuestra historia.
Lo m¨¢s desagradable de este asunto es que ya se han empezado a arrojar sospechas sobre los motivos "reales" de las sobrinas Garc¨ªa Lorca y los sobrinos Fern¨¢ndez-Montesinos (insisto: sin que este diario, por desgracia, se haya quedado atr¨¢s). ?Qu¨¦ "ocultan" o quieren ocultar?, se preguntan no pocos de los indignados con su postura. ?Acaso hace a?os que sacaron a su t¨ªo del barranco de V¨ªznar y est¨¢ enterrado en otro sitio, y ahora no desean que se descubra la "farsa"? ?O es que est¨¢n en contra de la "memoria hist¨®rica" y de que el poeta "que es de todos" (otra cursiler¨ªa, por cierto, am¨¦n de otra falsedad: sus versos est¨¢n al alcance de cualquiera, pero no tienen por qu¨¦ estarlo sus huesos) sea sepultado con honores?
?Tan dif¨ªcil es de entender lo siguiente? a) La "indigna" sepultura de Lorca es un recordatorio necesario de la indigna muerte que sufri¨®, y no respetarla ser¨ªa, a la larga, poco menos que "blanquear" a sus verdugos. b) Se puede preferir dejar a los muertos all¨ª donde cayeron, no traficar con ellos ni trasegarlos para complacer a los vivos. c) Tambi¨¦n no tratar de averiguar hasta el ¨²ltimo detalle morboso (y doloroso para los allegados) de un asesinato, ya que basta con saber lo que se sabe, que Lorca fue asesinado vilmente por el bando franquista que el Partido Popular todav¨ªa defiende, puesto que se ha negado a condenarlo. d) Que la veneraci¨®n supersticiosa de las reliquias es una costumbre cat¨®lica, a la que muchos supuestos izquierdistas laicos est¨¢n locos por apuntarse, pero por fortuna no todos (los que ven inconsecuencia en ello). e) Que se puede sentir aversi¨®n hacia la industria tur¨ªstico-pol¨ªtico-cultural que a menudo se monta en torno a los muertos ilustres, siempre en beneficio de unos cuantos vivos o para endulzar sus autocomplacientes conciencias. f) Que uno tiene derecho a no querer saber lo que juzga superfluo saber. ?Tan dif¨ªcil de entender es esta actitud, o es m¨¢s bien que no interesa entenderla si nos priva de un juguete, de un santuario y de un espect¨¢culo m¨¢s?
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