"Subir impuestos es buena idea"
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Los sabios suelen tener un punto estrafalario, que combina estupendamente con la genialidad. George Akerlof, premio Nobel de Econom¨ªa en 2001, aparece en la Fundaci¨®n Rafael del Pino ataviado con un elegante traje gris rematado con unas impactantes botas de monta?a. Presenta Animal spirits (Gesti¨®n 2000, escrito al alim¨®n con Robert Shiller), un severo correctivo a esa milonga de los mercados perfectos que se ha ido al traste con la crisis. Akerlof pisa fuerte en el olimpo de los economistas desde que en 1970 se diera a conocer con un original¨ªsimo art¨ªculo, The market for lemons, en el que demostraba -centr¨¢ndose en los coches usados- las imperfecciones del mercado: nadie tiene nunca toda la informaci¨®n para tomar la decisi¨®n correcta, as¨ª que es posible que el vendedor d¨¦ gato por liebre y el comprador acabe adquiriendo un cacharro si no hay nadie que fije las reglas de juego.
"Un 20% de paro son cifras de depresi¨®n. Espa?a tiene l¨ªo para rato"
"La pol¨ªtica debe fijar las normas de juego en los mercados"
Pregunta. ?Ha pensado en un art¨ªculo parecido sobre la banca?
Respuesta. Es verdad que los problemas de informaci¨®n est¨¢n en el centro de la crisis. Si alguien intenta venderte un coche usado, tienes que saber por qu¨¦ lo hace; si no consigues saberlo no debes comprarlo porque puede que el coche sea defectuoso. Los bancos hicieron algo parecido: estaban vendiendo productos no demasiado buenos -todos esos t¨ªtulos respaldados por hipotecas basura- como si fueran activos de gran valor, aunque ni los vendedores sab¨ªan exactamente qu¨¦ vend¨ªan, ni los compradores qu¨¦ compraban. Ah¨ª est¨¢ la paradoja de esta crisis: los economistas no la esperaban porque cre¨ªan que conoc¨ªan bien lo que circulaba en los mercados. Y en realidad nadie sab¨ªa nada.
P. El libro afirma que las burbujas aparecen cuando alguien inventa un "ung¨¹ento de serpiente" y la gente se cree el cuento. ?A qu¨¦ le pone ahora esa etiqueta?
R. En este caso son todos esos t¨ªtulos t¨®xicos respaldados con hipotecas que parec¨ªan ser mucho mejores de lo que eran. Los norteamericanos pidieron hipotecas, los bancos las empaquetaron para venderlas y esas hipotecas pasaron a otras personas, en cualquier lugar del mundo, que no sab¨ªan qu¨¦ ten¨ªan entre manos: ung¨¹ento de serpiente.
P. Confianza, corrupci¨®n, mala fe, ilusi¨®n monetaria, historias de r¨¢pido enriquecimiento... Todo eso est¨¢ en el coraz¨®n de la Gran Recesi¨®n. ?Qu¨¦ ha cambiado desde que Keynes describiera las causas de la Gran Depresi¨®n?
R. Poco, la verdad. Keynes ya se explay¨® sobre los problemas de la especulaci¨®n en los mercados, sobre c¨®mo las cosas pod¨ªan irse de las manos, sobre c¨®mo funcionan los animal spirits [algo as¨ª como la naturaleza humana] a la hora de comprar, sobre c¨®mo los relatos, las historias, son importantes en la econom¨ªa. ?se es m¨¢s o menos el esp¨ªritu de la obra de Keynes, que al ser dif¨ªcil de incluir en un modelo matem¨¢tico no se incorpor¨® en la econom¨ªa acad¨¦mica y de alg¨²n modo cay¨® en el olvido.
P. Pero ahora Keynes est¨¢ de vuelta. ?Ser¨¢ algo pasajero?
R. Keynes ha vuelto. Pero la cuesti¨®n es que nunca debimos dejarlo aparcado.
P. Tras a?os de desregulaci¨®n, de laissez faire, de libre mercado, de Reagan, Thatcher y consenso de Washington, ?cu¨¢l es el ¨ªdolo ca¨ªdo de esta crisis?
R. Creo que tenemos que mirar a los mercados en t¨¦rminos mucho menos ideologizados. Pensar de forma pr¨¢ctica. El Gobierno tiene que desempe?ar una funci¨®n intermedia: no queremos que lo controle todo, pero tampoco queremos que no haga nada. La pol¨ªtica debe fijar las normas de juego en los mercados. Porque si no establece las reglas adecuadas, en los mercados tienden a aparecer espirales, peligros¨ªsimas espirales. Es como en cualquier deporte: tiene que haber unas reglas de juego.
P. ?Los cambios que vienen en la regulaci¨®n financiera cambiar¨¢n eso?
R. Es el momento de las reformas. Con cuidado, porque cualquier norma que se introduzca es f¨¢cil de esquivar. Para ello hay que involucrar a la gente de Wall Street, a quienes tengan m¨¢s experiencia en los mercados. Pero me preocupa que no vamos con la rapidez suficiente. Habr¨¢ m¨¢s burbujas si no hay un cambio r¨¢pido en la regulaci¨®n.
P. Usted dice que los animal spirits pueden provocar que el paro se desboque y alcance cifras que no deber¨ªa alcanzar, por pura psicolog¨ªa. ?Se imagina una tasa de paro del 20% en EE UU?
R. Si no hubi¨¦ramos tomado toda clase de medidas extraordinarias, podr¨ªa imagin¨¢rmelo. Conf¨ªo en no tener que hacerlo. Ahora mismo no me lo imagino. Creo que los planes de est¨ªmulo han evitado una Gran Depresi¨®n.
P. Ese 20% es la tasa de paro que se espera para Espa?a.
R. ?sas son cifras de depresi¨®n. Espa?a tiene l¨ªo para rato. Me preocupa porque el mecanismo normal para abordar un problema as¨ª es la devaluaci¨®n. Y Espa?a no puede hacer eso.
P. El Nobel Paul Krugman reclama una devaluaci¨®n interna, una ca¨ªda del 15% en precios y salarios. ?Es factible?
R. Si lo fuera ser¨ªa una buena idea: despertarse una ma?ana y que de repente todos los precios y salarios hayan bajado.
P. El Gobierno espa?ol ha subido los impuestos cuando la econom¨ªa a¨²n no ha levantado el vuelo. Hay quien dice que no es el mejor momento. ?Usted qu¨¦ opina?
R. Subir impuestos me parece buena idea: en caso contrario habr¨ªa que reducir el gasto, y ahora mismo hay que mantener los est¨ªmulos. Es una manera de redistribuir la carga de la crisis. El problema puede ser si el Gobierno sube los impuestos y a la vez recorta el gasto por la presi¨®n del d¨¦ficit p¨²blico. California atraviesa una enorme crisis fiscal y est¨¢ recortando masivamente el gasto p¨²blico. ?sa es la direcci¨®n err¨®nea.
P. ?Es optimista?
R. La productividad est¨¢ aumentando: eso no sucedi¨® en la Gran Depresi¨®n. Si los beneficios se recuperan, las empresas tendr¨¢n incentivos para invertir. Si el banco central sube los tipos de inter¨¦s, ser¨¢ un problema para Espa?a. Aunque hasta ahora la pol¨ªtica europea ha sido excelente desde el plano macroecon¨®mico.
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