El '?Hola!' de la gente corriente

"Tras su reciente separaci¨®n, Javier Gonz¨¢lez comienza una nueva vida", "El fascinante viaje de Rut y Luis a China", "Marisa Guti¨¦rrez y Juan S¨¢nchez se volvieron a casar en una ceremonia rociera", "Mar¨ªa Bello ?ya est¨¢ embarazada!"...

Un momento. ?De qu¨¦ nos suena el almidonado tono con el que est¨¢n redactados estos titulares? Efectivamente, es ¨¦se con el que ?Hola!, decana de la prensa rosa espa?ola, lleva expres¨¢ndose desde su fundaci¨®n en 1944. Pero... ?Qui¨¦nes son Javier, Rut, Luis y Mar¨ªa? A los ojos de la cultura de la celebridad, nadie. Gente normal. An¨®nima. Esa t¨ªa, ese vecino o ese compa?ero de trabajo que todos tenemos. Los no famosos. Y, precisamente por eso, las personas que aparecen en elJelou. "La primera revista del coraz¨®n de la gente corriente", cuenta Jes¨²s Rodr¨ªguez Lenin, de 47 a?os, su fundador. "Ellos nos mandan las fotos de sus bodas, bautizos y comuniones junto a un par de comentarios y nosotros elaboramos las noticias usando un estilo totalmente blanco y amable. Nunca ofensivo. Como el que usaba antes en el coraz¨®n".

"Los que salen aqu¨ª no quieren ser famosos, sino jugar el juego de la fama"

La suscripci¨®n asegura salir en la revista una vez cada 10 n¨²meros

Hasta la maqueta sigue el modelo usado por ?Hola! Con las leves variaciones necesarias para que no les denuncien, claro. "No, ?Hola! no nos ha dicho nada. Ni queremos que lo haga", contin¨²a Rodr¨ªguez Lenin. Licenciado en periodismo y sobradamente conocido en el ¨¢mbito de la prensa musical patria, ¨¦l y sus 10 socios son los responsables de Publicaciones Absurdas, SL, editora de elJelou, Escenarios y El espect¨¢culo teatral. "La primera es la portavoz del gremio de los managers musicales. Sirve para vender bolos. De Bisbal a cualquier orquesta de pueblo. Y la segunda es su equivalente en el negocio del teatro".

Con los programas tipo S¨¢lvame copados por las novias de los primos de alg¨²n torero y los realities como Gran Hermano escupiendo ex concursantes a la portada de Intervi¨², que a estas alturas cualquiera puede hacerse famoso con s¨®lo desearlo no es noticia en absoluto. Llevamos a?os asistiendo a la democratizaci¨®n (ya masificaci¨®n) de los 15 minutos de fama warholianos. Al adi¨®s de la meritocracia en el camino a la fama. Eso es precisamente lo que pens¨® hace nueve a?os Rodr¨ªguez Lenin -"el Lenin me lo pusieron en la facultad porque daba mucho la lata"- y que el pasado julio le llev¨® a publicar el primer n¨²mero de elJelou. "De hecho, ten¨ªa el nombre registrado desde hace cinco a?os. Quise hacer algo sobre el fen¨®meno de la fama por la fama. Algo ir¨®nico y que, a la vez, fuera autoir¨®nico. La gente que sale aqu¨ª no quiere ser famosa, sino jugar al juego de la fama. A¨²n es una revista minoritaria, y si tuviera m¨¢s repercusi¨®n seguro que muchos dejar¨ªan de querer salir".

elJelou no se vende en los quioscos. Demasiado caro hacerla llegar hasta ellos. Funciona por suscripci¨®n. Cincuenta y cinco euros anuales que garantizan aparecer entre sus p¨¢ginas una vez cada 10 n¨²meros. Hasta la fecha cuentan con 545 abonados. "Para poder subsistir tendr¨ªamos que llegar a los 1.000. Vamos por el cuarto n¨²mero, as¨ª que la viabilidad econ¨®mica del proyecto se ver¨¢ en cuatro meses. Ahora es algo que hacemos en nuestros ratos libres. Sin ver un duro. Lo que realmente nos gustar¨ªa es trasladar al papel lo que est¨¢ pasando en Facebook, donde la gente cuelga sus fotos y ve las de los dem¨¢s. Donde los c¨ªrculos se cierran. El fin ¨²ltimo ser¨ªa que cualquiera, al abrir la revista, reconociera a alguien". Es decir, el efecto hoja parroquial.

A las seis de la tarde del viernes, la redacci¨®n de elJelou, situada en un edifico de lofts semi-habitado de la calle de Juli¨¢n Camarillo (en el distrito de San Blas), no bulle. Ni gritos, ni el jefe dando vueltas, ni los pitidos de varios tel¨¦fonos sonando a la vez. S¨®lo hay dos personas. Pero las noticias vuelan. Ver¨®nica Mart¨ªnez celebra hoy su trig¨¦simo cumplea?os y sus amigos quieren que salga en elJelou. En la pantalla de uno de los ordenadores brilla la petici¨®n hecha por correo electr¨®nico. Habr¨¢ que dar parte.