Bhopal sigue muriendo
El jueves se cumplen 25 a?os del terrible escape t¨®xico en la ciudad india. Tras decenas de miles de muertes, el veneno liberado a¨²n sigue matando y destrozando vidas
Panna Lal Yadav se despert¨® aquella media noche por los gritos aterradores y el ruido de un tumulto de gente corriendo. Sinti¨® que el aire "se convert¨ªa en fuego" y le quemaba ojos y pulmones. No pod¨ªa ver claramente, pero o¨ªa que sus hijos no dejaban de toser. Desesperado, le grit¨® a su esposa que, al igual que sus vecinos, deb¨ªan huir. "En las calles vimos c¨®mo la gente ca¨ªa fulminada como moscas tras ser rociada por los gases. Ten¨ªamos que correr entre cad¨¢veres", recuerda todav¨ªa turbado.
Panna y su familia vivieron la madrugada del 3 de diciembre de 1984 uno de los desastres m¨¢s graves de la historia. En su ciudad, Bhopal, en el centro de la India, y muy cerca de su casa, 42 toneladas de uno de los qu¨ªmicos m¨¢s t¨®xicos, el isocianato de metilo (MIC), escaparon en forma de gas de Union Carbide, una f¨¢brica de pesticidas estadounidense.
"Tal vez hubiera sido mejor morir el d¨ªa del desastre. Llevamos 25 a?os sufriendo", dice una v¨ªctima
Esa noche murieron casi 3.000 personas y en los d¨ªas siguientes hasta 15.000, seg¨²n las conservadoras cifras oficiales. Seg¨²n diversas ONG y otros activistas, podr¨ªan ser hasta 25.000 muertos y unas 100.000 las personas con secuelas permanentes: c¨¢ncer, males de estomago, de h¨ªgado, de ri?¨®n, de pulmones, trastornos hormonales y mentales... Transcurridos 25 a?os, Bhopal sigue sufriendo.
La situaci¨®n todav¨ªa es desastrosa. Los directivos de Union Carbide, encabezados por su presidente, Warren Anderson, escaparon de India y han eludido la causa criminal abierta en su contra. La f¨¢brica qued¨® abandonada y sin limpiar. En lo que ahora es el centro de la ciudad permanecen m¨¢s de 300 toneladas de qu¨ªmicos peligrosos -entre ellos DDT- en contenedores que estuvieron desprotegidos hasta hace s¨®lo cuatro a?os.
Otras 10.000 toneladas de desechos t¨®xicos siguen enterradas cerca de la f¨¢brica, seg¨²n las ONG. Union Carbide manten¨ªa unos tanques de evaporaci¨®n por los que pasaban sus desechos qu¨ªmicos t¨®xicos y ah¨ª est¨¢n todav¨ªa con toneladas de sedimentos peligrosos. Y encima de ellos mucha gente va a hacer sus necesidades cada ma?ana, pues pocas de las chabolas cercanas tienen ba?os.
"Aunque no se hubiera producido una fuga de gas, el desastre era inminente. Y con el paso de los a?os y las lluvias, estos t¨®xicos se han filtrado al subsuelo y han llegado al agua que beben unas 30.000 personas", asegura Rachna Dhingra, que est¨¢ al frente de la Campa?a Internacional de Justicia en Bhopal, que agrupa a las asociaciones de v¨ªctimas.
El agua disponible en algunos sectores contiene altos niveles de productos qu¨ªmicos da?inos, incluidos cloroformo y tetracloruro de carbono, conocido cancer¨ªgeno, de acuerdo con las comprobaciones de varios estudios. Y cerca de la f¨¢brica se encontraron asimismo metales pesados nocivos, seg¨²n denunci¨® Greenpeace. El proceso judicial es largo y el a?o pasado se reabri¨® el caso con el requerimiento de que la empresa limpie la zona y compense econ¨®micamente a las miles de personas que bebieron agua contaminada.
El Gobierno del Estado del que Bhopal es capital, Madhya Pradesh, ha establecido un sistema de tuber¨ªas de agua potable, que todav¨ªa es insuficiente. En el barrio de Sunder Nagar, los vecinos hacen cola para conseguir agua limpia. Raju Raikwar, vendedor de pescado, dice que a veces el agua escasea durante una semana. "Pero al menos ya no tenemos que beber a diario la contaminada. Ten¨ªa un sabor amargo y enferm¨¢bamos del est¨®mago. Nos dol¨ªan los pulmones y la garganta", se queja.
Seg¨²n la asociaci¨®n de v¨ªctimas, todav¨ªa es minor¨ªa la gente que recibe agua potable permanentemente. Muchos toman a¨²n el l¨ªquido contaminado. "Sabemos que bebemos veneno y se lo damos en la boca a nuestros hijos. Pero, ?qu¨¦ podemos hacer?", lamenta una afectada, Kalpana Rajarat, maestra de escuela.
La familia de Panna Lal Yadav resume amargamente las consecuencias de la cat¨¢strofe de Bhopal. D¨ªas despu¨¦s del desastre muri¨® su hija menor, con apenas un a?o de edad. "Se le empez¨® a caer la piel a trozos", cuenta un padre, ahora sexagenario, que fue obrero en la f¨¢brica de Union Carbide. Ense?a los papeles que demuestran que a¨²n le adeudan algunos pagos. Su vida ha sido siempre dura: cansancio cr¨®nico, y falta de apetito y de aliento. Ahora lo ¨²nico que puede hacer es vender cacahuetes, lo que le reporta muy pocos ingresos.
Tambi¨¦n sus hijos se sienten d¨¦biles, padecen psoriasis y les duele el pecho. Hasta hace poco beb¨ªan el agua contaminada. Uno de los hijos de Panna Lal Yadavha ha engendrado dos ni?os con par¨¢lisis cerebral: Vikas y Aman, de 10 y 8 a?os, tienen ojos brillantes y curiosos y una sonrisa encantadora, pero sus cuerpos no les responden. No pueden alimentarse por s¨ª mismos, ni andar, ni ducharse, ni ir solos al ba?o. Su madre teme que nunca llegar¨¢n a ser aut¨®nomos.
Vikas y Aman pertenecen a la segunda generaci¨®n de v¨ªctimas de Bhopal, llamada as¨ª por la elevada incidencia de ni?os con taras de nacimiento: hasta diez veces m¨¢s que en las comunidades con agua potable, seg¨²n un estudio de la cl¨ªnica Sambhavna, que atiende gratuitamente a 30.000 pacientes, gracias a donaciones privadas.
Los padres de Vikas y Aman eran ni?os cuando ocurri¨® el desastre y han bebido veneno casi toda su vida. "Mis ni?os est¨¢n siempre sonriendo, pero no se enteran de nada, incluso cuando yo estoy llorando por ellos. Es muy triste. No s¨¦ que va a pasar cuando no haya qui¨¦n los cuide". La abuela de los peque?os, Umvati Yadav, se lamenta: "Lo que m¨¢s rabia me da es que ni la empresa ni el Gobierno asuman ninguna responsabilidad".
Ni?os ciegos, sordos, con retraso mental o cuerpos de extremidades r¨ªgidas, grotescamente entrelazadas, reciben rehabilitaci¨®n en Chingari Trust. Esta ONG tiene a 320 menores a su cargo. "Son muchos m¨¢s los ni?os enfermos en Bhopal a causa del escape de Union Carbide, pero s¨®lo llevamos la cuenta de los que podemos ayudar y estamos seguros de que sus padres fueron v¨ªctimas de la fuga de gas", asegura el administrador, Tarun Thomas.
Muchos ni?os varones son mucho m¨¢s bajos que sus coet¨¢neos. Suraj, a sus 12 a?os, mide como su vecino de seis. Un estudio del Journal of American Medical Association revel¨® en 2003 que los chicos con padres expuestos al gas pesan menos. El crecimiento sufre retrasos y la parte superior del cuerpo es desproporcionadamente m¨¢s peque?a que la inferior.
Los ni?os que ahora nacen enfermos no son reconocidos como v¨ªctimas por el Gobierno y, por tanto, no reciben ning¨²n tipo de ayuda oficial. "No hay v¨ªctimas de segunda generaci¨®n. Ni?os con defectos de nacimiento los hay en todas partes. ?No los hay en tu pa¨ªs?", pregunta a la periodista, en su fastuoso bungal¨®, el ministro para la rehabilitaci¨®n y el alivio de la tragedia del gas, Babulal Gaur. El pol¨ªtico octogenario, que fue gobernador del Estado, asegura que no ha recibido ninguna queja de las v¨ªctimas. "Fue una gran tragedia, pero las v¨ªctimas ya est¨¢n muertas. Los afectados ya fueron indemnizados y ahora la rehabilitaci¨®n est¨¢ funcionando bien. Ya no hay contaminantes en la f¨¢brica porque las lluvias de 25 a?os ya lo han lavado todo", comenta. ?Y entonces para qu¨¦ su ministerio? "Porque le prometimos a la gente que siempre ¨ªbamos a estar ah¨ª para cuidar de ellos", asegura.
Pero esta opini¨®n es exactamente la opuesta a la que expresan las v¨ªctimas y los activistas. "A un cuarto de siglo de la tragedia la gente de Bhopal no ha recibido justicia y no ha logrado vivir en dignidad. Union Carbide se ha negado a hacerse cargo de sus responsabilidades y los Gobiernos, tanto nacional, como estatal, han fallado; han sido corrompidos por la empresa. Tenemos pruebas incontables de sobornos de miles de d¨®lares a pol¨ªticos". La acusaci¨®n es realizada por la representante de las v¨ªctimas, Rachna Dhingra, quien habla de un intenso tr¨¢fico de influencias. Entre otras perversiones, resulta que el abogado defensor de la compa?¨ªa en los tribunales es el portavoz del gobernante Partido del Congreso, Abhishek Manu Singhvi.
La reclamaci¨®n de responsabilidades de los bhopal¨ªes se hizo m¨¢s dif¨ªcil en 2001, cuando Union Carbide fue comprada por Dow Chemicals, tambi¨¦n estadounidense, que se niega en rotundo a asumir ninguna responsabilidad. Dow Chemicals nunca fue propietario ni oper¨® la planta y la compr¨® m¨¢s de 16 a?os despu¨¦s de la tragedia. La empresa tiene intereses en el subcontinente, donde produce y vende su insecticida Dursban, que por su toxicidad est¨¢ prohibido para uso comercial en Estados Unidos.
La compensaci¨®n a las v¨ªctimas de Bhopal se limita, por el momento, al acuerdo que Union Carbide alcanz¨® con el Gobierno indio en 1989: 470 millones de d¨®lares de indemnizaci¨®n, una peque?a parte de los 3.000 millones de d¨®lares originalmente exigidos. Cada una de las v¨ªctimas recibi¨®, en teor¨ªa, varios pagos por un total de 50.000 rupias (unos 720 euros de ahora), pero muchos denuncian que ni si quiera recibieron esa cantidad.
La familia de Panna Lal s¨ª la recibi¨® para cada uno de los miembros enfermos. Pudieron as¨ª construir la modest¨ªsima casa de ladrillo donde viven. No les alcanz¨® para nada m¨¢s. "El tratamiento de los ni?os es muy caro y adem¨¢s requieren mucha atenci¨®n", dice la abuela. La familia no acude a los hospitales establecidos por el Gobierno porque el servicio es p¨¦simo.
No s¨®lo las v¨ªctimas se quejan de estos hospitales: un informe presentado este a?o ante la Corte Suprema por un comit¨¦ de investigaci¨®n independiente encontr¨® que la plantilla de m¨¦dicos es escasa, las medicinas de poca calidad, la informaci¨®n de los pacientes precaria y la higiene brilla por su ausencia.
Y como otras muchas historias en India, la pobreza lo agrava todo. Tras la cat¨¢strofe, el terreno alrededor de la f¨¢brica de pesticidas se abarat¨® y fue tomado por el chabolismo: casuchas de pl¨¢sticos, maderas y l¨¢minas. Y adem¨¢s, la contaminaci¨®n. Y tal vez a ra¨ªz de ello, un estudio de un hospital p¨²blico sit¨²a en la zona de la tragedia unos altos ¨ªndices de mortalidad. "Y no podemos echarles de ah¨ª, de sus chabolas. ?ste es un pa¨ªs democr¨¢tico y la gente puede vivir donde quiera", dice el ministro Gaur.
Con el crecimiento de la ciudad, el lugar ha quedado en el centro de esta capital que en 2011 tendr¨¢ 2.1 millones de habitantes, seg¨²n las estimaciones oficiales.
En teor¨ªa nadie puede pasar a la f¨¢brica sin un permiso, pero aunque uno de los laterales est¨¢ cercado y, vigilado por guardias, en los otros basta con saltar una peque?a tapia de menos de un metro para entrar. Los ni?os van habitualmente all¨ª a jugar al cr¨ªquet, y las familias entran a cortar hierbas secas para alimentar el fuego.
En el centro del solar, la antigua planta de pesticidas impone. Semeja el escenario de una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n abandonado tras un ataque biol¨®gico. Poco a poco, los gigantes de hierro abandonados han sido cubiertos por el ¨®xido y la vegetaci¨®n.
El Gobierno del Estado pretendi¨® abrir la f¨¢brica al p¨²blico al cumplirse el 25? aniversario de la cat¨¢strofe. "Se trataba de que la gente viera que no es peligroso", aseguraba el ministro. Pero las manifestaciones de las v¨ªctimas detuvieron el intento. "El Gobierno quiere pregonar que est¨¢ limpio, que no hay problema, para quitarse de encima la descontaminaci¨®n del lugar y, por otra parte, absolver as¨ª a la empresa de sus responsabilidades", dice la portavoz de las v¨ªctimas.
Mientras tanto, en Bhopal y en algunas otras ciudades de India y del resto del mundo han comenzado una serie de campa?as recordando el desastre y exigiendo justicia. Amnist¨ªa Internacional sostiene en su campa?a que "Bhopal es una burla para los derechos humanos. El legado de Bhopal pervive porque sus habitantes nunca han podido reivindicar sus derechos. Es m¨¢s, los efectos negativos del escape afectan a las nuevas generaciones".
Pero a pesar de todo este movimiento internacional, las v¨ªctimas tienen poca fe. Un cuarto de siglo de espera les ha arrebatado la esperanza. Panna Lal, afectado y abuelo de los ni?os Vikas y Aman, es tajante: "Tal vez hubiera sido mejor morir el d¨ªa del desastre. Al menos los que murieron ya no est¨¢n aqu¨ª. Nosotros llevamos 25 a?os sufriendo".
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