Voto de desobediencia a los obispos
Pol¨ªticos que se declaran cat¨®licos, destacados te¨®logos y una gran masa de fieles ignoran doctrinas clave de la iglesia o polemizan sobre ellas - El debate por la ley del aborto evidencia este cisma
?Qui¨¦n hace caso hoy a la doctrina de los obispos en materia de familia, sexo, anticonceptivos, investigaci¨®n con embriones, incluso ante dogmas antes llamados fuertes, como la resurrecci¨®n y divinidad de Jes¨²s, la inmaculada concepci¨®n y la ascensi¨®n de Mar¨ªa, la infalibilidad del Papa o la real existencia del cielo, el infierno o el purgatorio? ?Significan estas discrepancias -ese no hacer caso a lo que predica la jerarqu¨ªa del cristianismo-, que existe un cisma en la Iglesia cat¨®lica actual? Cisma es, quiz¨¢s, una palabra fuerte porque, adem¨¢s de divisi¨®n, discordia o desavenencia entre personas de una misma comunidad -¨¦ste es su significado acad¨¦mico-, la palabra, en may¨²scula, alude a los cismas por antonomasia: la ruptura del cristianismo oriental y occidental en 1054, y las brutales escisiones del largo periodo comprendido entre 1378 y 1532, con Lutero como personaje principal y a?os de terribles guerras por el camino.
"Nunca antes se hab¨ªa visto una crisis parecida", dice Catal¨¢n Deus
Un arzobispo tacha de "exhibici¨®n de autarqu¨ªa" el voto de Bono sobre el aborto
Roma, escarmentada de cismas pasados, o insegura, no quiere romper con nadie
Los 'protestantes' de ahora prefieren convivir en discordia que abandonar
Los cismas de ahora son soterrados, porque Roma, escarmentada o insegura, no quiere romper con nadie, y los protestantes contempor¨¢neos tambi¨¦n prefieren una convivencia en discordia a una salida del santuario. Su estado de ¨¢nimo lo define el te¨®logo Hans K¨¹ng, colega y amigo del papa Ratzinger en tiempos del Concilio Vaticano II, m¨¢s tarde censurado y castigado por ¨¦ste. "Nunca he sentido la tentaci¨®n de abandonar la Iglesia. Es la comunidad de los creyentes en cuyo seno me encuentro y en la que encuentro mucho apoyo y alegr¨ªa. El hecho de que tenga problemas con sus administradores me causa molestias con frecuencia, pero nada puede expulsarme de mi patria espiritual natal".
La percepci¨®n del historiador Jaume Botey, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, es distinta. "Los protestantes de ahora se marchan de la Iglesia por la puerta de atr¨¢s, sin dar ning¨²n golpe. ?Cisma? Si por cisma entendemos ruptura, s¨ª lo hay. Pero no se puede hablar de cisma en el sentido de los del Renacimiento. En un mundo en el que el hecho religioso no pesa como entonces, no ha lugar a cismas como aqu¨¦llos. La sociedad ya no est¨¢ vertebrada en torno a la religi¨®n. Pero la ruptura existe, eso es evidente. Hay un silencio clamoroso de la Iglesia oficial ante los problemas de hoy, que contrasta con el compromiso de la mayor¨ªa de los fieles".
En todo caso, la crisis interna es clamorosa. Jos¨¦ Catal¨¢n Deus, que acaba de hacer un balance de los cuatro a?os de pontificado de Benedicto XVI con el t¨ªtulo Despu¨¦s de Ratzinger, ?qu¨¦?, define as¨ª la situaci¨®n: "Nunca antes el mundo hab¨ªa visto al Vaticano y a su Papa sumidos en una crisis parecida. Las ha habido, numerosas y terribles, a lo largo de los dos mil a?os de historia del cristianismo, pero el mundo no era consciente de forma plena, y mucho menos inmediata".
Cisma, crisis, deserciones o desobediencia interior, todo ocurre a la luz del d¨ªa. Un ejemplo acaba de producirse en torno a la ampliaci¨®n de la llamada ley del aborto de 1984. Los obispos han insistido en que viven en pecado y fuera de la comuni¨®n cristiana quienes votaron esa reforma, pero no han dado orden a sus sacerdotes de negar el sacramento a los pol¨ªticos concernidos. La orden no va a llegar nunca.
El caso paradigm¨¢tico tiene nombre propio. Se llama Jos¨¦ Bono, presidente del Congreso de los Diputados, la tercera autoridad del Estado. Bono suele declararse cat¨®lico confeso a poco que se le pregunte sobre creencias, pero ha polemizado en los medios de comunicaci¨®n con sus prelados a prop¨®sito del aborto y de su hipot¨¦tica exclusi¨®n del banquete eucar¨ªstico. Su queja termin¨® en bofetada, cuando record¨® a los prelados que nunca negaron la comuni¨®n a notorios criminales, como el dictador chileno, general Augusto Pinochet.
Naturalmente, Bono acudir¨¢ a comulgar a una iglesia cuando le plazca, y ning¨²n obispo le dejar¨¢ sin hostia consagrada en la lengua. Por si hubiera dudas, destacados eclesi¨¢sticos dejaron clara su postura en favor del presidente del Congreso. Uno de ellos ha sido el fundador de Mensajeros de la Paz, padre ?ngel Garc¨ªa, premio Pr¨ªncipe de Asturias por su ingente tarea caritativa y social. "En el siglo XXI no se deber¨ªa hablar de excomuni¨®n", manifest¨® sobre los anatemas episcopales. ?l le dar¨ªa la comuni¨®n a Bono. Lo ha proclamado en p¨²blico. Pese a todo, confiesa: "No tengo problemas con la Iglesia ni con los obispos. Nunca me han dado un baculazo".
M¨¢s radical se ha expresado el prestigioso te¨®logo Jos¨¦ Ignacio Gonz¨¢lez Faus. Jesuita y profesor de la Facultad de Teolog¨ªa en Barcelona, su tesis es que "buena parte del episcopado mundial y de la curia romana est¨¢ en pecado mortal y en sacrilegio p¨²blico" si se toma como buena la doctrina del portavoz del episcopado espa?ol, el tambi¨¦n jesuita Juan Antonio Mart¨ªnez Camino. "Quitar la vida a un ser humano es contradictorio a la fe cat¨®lica y quien contribuya a ello est¨¢ en la herej¨ªa, est¨¢ en pecado mortal p¨²blico, y no puede ser admitido a la sagrada comuni¨®n", dijo Camino.
Gonz¨¢lez Faus titula su respuesta La cochina l¨®gica (Unamuno), en el n¨²mero de diciembre de Revista 21, de la Congregaci¨®n de los Sagrados Corazones. "Sin salirnos de esa l¨®gica [episcopal] nos encontramos con que el catecismo de la Iglesia cat¨®lica no rechaza quitar la vida a un ser humano, en el caso de la pena de muerte (en ediciones posteriores, ante protestas de muchos fieles, avanz¨® hasta considerarla poco recomendable, pero no hasta condenarla como pecado mortal y contradictoria a la fe). Ese catecismo se public¨® con la aprobaci¨®n del cardenal Ratzinger, quien por tanto, y seg¨²n la l¨®gica del portavoz, est¨¢ en la herej¨ªa y en pecado mortal p¨²blico".
El te¨®logo Gonz¨¢lez Faus se pone en el lugar de un fiel cristiano del com¨²n, sin conocimientos para discernir sobre doctrinas. Desde esa hipot¨¦tica posici¨®n, a?ade: "El portavoz ha sido valiente, sin duda. Al pobre fiel le queda no obstante un dilema no resuelto. O el portavoz no ha previsto todas las consecuencias de su l¨®gica fustigadora, y v¨¢lida para todos los cat¨®licos, o ha echado mano del cl¨¢sico recurso de muchos predicadores antiguos cuando ten¨ªan que decir cosas serias a los poderosos: a ti te lo digo Pedro para que me entiendas, Juan. O sea: a ti te lo digo parlamentario, para que me entiendas t¨², obispo. O, a lo mejor es que, eso de la l¨®gica es una absoluta cochinada, como ya dijera don Miguel de Unamuno. Si alguien puede sacarme de este inc¨®modo dilema, le quedar¨¦ agradecido".
No hay dilema, sino resignaci¨®n. Es la actitud con que los prelados asumen la realidad. Apenas se han alzado voces frente a la rebeld¨ªa de los parlamentarios cat¨®licos. Quienes han criticado, lo han hecho desde la sorpresa, como si no pudieran creer una desobediencia semejante. Es el caso del arzobispo de M¨¦rida-Badajoz, Santiago Garc¨ªa Aracil, presidente adem¨¢s de la Comisi¨®n de Pastoral Social en la Conferencia Episcopal. As¨ª ha reaccionado frente "a los pol¨ªticos que han manifestado en los medios de comunicaci¨®n su voluntad de seguir participando de la eucarist¨ªa, a pesar de las manifestaciones de la Iglesia sobre la responsabilidad en que incurren quienes defienden el aborto".
El arzobispo Aracil observa "tres errores en un mismo comportamiento". "El m¨¢s importante es la actitud interior de desobediencia a la Iglesia, present¨¢ndose, simult¨¢neamente, como cristianos practicantes. El segundo error es el hecho de proclamar p¨²blicamente y, en tono desafiante, su prop¨®sito de incumplir las normas morales que debieron aprender desde ni?os en el catecismo. Suponiendo que sea cierto que viven el catolicismo del que alardean, deber¨ªan haber cultivado, profundizado y asumido firmemente a lo largo de la vida el sentido y la fuerza de la moral cristiana. Han tenido tiempo. Por este motivo, o su autosuficiencia es mayor, o su incoherencia es total. El tercer error es adoptar en p¨²blico la postura manifestada en los medios de comunicaci¨®n, sabiendo que las gentes les reconocen como pol¨ªticos cuya misi¨®n, entre otras, es procurar las leyes de obligado cumplimiento para lograr el bien com¨²n. Sorprende que estas mismas personas, exhibiendo su desobediencia interior y exterior a la Iglesia, de la que se manifiestan hijos salvo que hayan inventado una secta y se hayan apropiado sin derecho alguno del nombre que no les pertenece, sean defensores y protagonistas de una inflexible fidelidad de voto, y cerrados enemigos de la objeci¨®n de conciencia en casos verdaderamente graves", sostiene este prelado.
Lo que el arzobispo de M¨¦rida-Badajoz llama "exhibici¨®n de autarqu¨ªa" -"se consideran leg¨ªtimos promotores de leyes y conductas m¨¢s justas que las del evangelio", se queja el prelado-, se produce tambi¨¦n en el discurso sobre la familia. Los obispos han convocado en Madrid, por cuarto a?o consecutivo, una manifestaci¨®n-concentraci¨®n de fieles en defensa de la familia (el pr¨®ximo d¨ªa 27), porque sostienen que hay una ofensiva para destruirla. Y, nuevamente, personalidades del interior como el padre ?ngel Garc¨ªa, rechazan esa pesimista percepci¨®n. La familia ni corre peligro, ni est¨¢ amenazada por nadie, sino bien atendida por los poderes p¨²blicos, sostiene el carism¨¢tico fundador de Mensajeros de la Paz.
M¨¢s profundo es el foso que separa a la jerarqu¨ªa de la inmensa mayor¨ªa de los te¨®logos y de los movimientos de curas y cristianos de base, en materias como la moral sexual, los m¨¦todos anticonceptivos, el divorcio, el celibato opcional de los sacerdotes y, sobre todo, sobre el papel de la mujer en la Iglesia. El liderazgo de esas discrepancias tiene muchos nombres: Somos Iglesia, Redes Cristianas, Foro de Curas de Madrid, Curas Obreros, el movimiento por el celibato opcional (Moceop)...
"Nuestra Iglesia tiene muchos miedos: a la ciencia, a la mujer, a los medios de comunicaci¨®n, a la sexualidad, al pluralismo, etc¨¦tera. Dominada por esos miedos no se atreve a dar pasos de revisi¨®n que deber¨ªa haber dado hace tiempo, por ejemplo, la revisi¨®n de la moral sexual desfasada, la manera de elegir a los obispos, el celibato opcional del clero diocesano, la supresi¨®n de los concordatos anacr¨®nicos entre Iglesia y Estado, la autofinanciaci¨®n de las iglesias, la ordenaci¨®n para el ministerio pastoral como sacerdotes de fieles maduros de ambos sexos capaces de animar a las comunidades, el respeto a la laicidad del Estado y de las instituciones sociales, la opci¨®n por la justicia, en vez de la b¨²squeda de apoyos y privilegios y un largo etc¨¦tera. Esta larga retah¨ªla se podr¨ªa resumir en dos palabras: una Iglesia que olvida el evangelio de Jes¨²s y opta por el poder que Jes¨²s rechaz¨®, es una Iglesia que no sirve a Dios ni a la humanidad, que no sirve para nada", dice el te¨®logo Juan Masi¨¢, ex director de la c¨¢tedra de Bio¨¦tica de la Universidad Pontifica de Comillas.
Las cr¨ªticas alcanzan al nombramiento de obispos por el Papa romano, que las iglesias de base reclaman para s¨ª -el ¨²ltimo incidente se acaba de producir en la di¨®cesis de San Sebasti¨¢n-, pero tambi¨¦n hay discordias sobre la infalibilidad del Pont¨ªfice y otros dogmas de los llamados fuertes, entre otros la deidad de Jes¨²s, decidida o impuesta por el emperador Constantino en el concilio de Nicea, en el a?o 325. Son ya legi¨®n los te¨®logos condenados por volver a aquel apasionado debate.
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