Entre el silencio y la mano dura

Ni condolencias, ni comentarios. Los m¨¢ximos responsables iran¨ªes mantuvieron silencio ayer. La reacci¨®n oficial a las protestas del d¨ªa anterior qued¨® en manos de los medios de comunicaci¨®n estatales, que presentaron lo sucedido como unos disturbios callejeros sin ninguna connotaci¨®n pol¨ªtica. Ese silencio revela que de momento prevalecen quienes abogan por quitar importancia a las protestas con la convicci¨®n de que se agotar¨¢n con el tiempo, frente a los partidarios de una confrontaci¨®n total con los que tildan de "sediciosos".

"Es cuesti¨®n de semanas o meses, pero, dentro de un a?o, esto se habr¨¢ olvidado", aseguraba hace d¨ªas Mohamed Marandi sobre las manifestaciones de la oposici¨®n. Marandi, que es el jefe del departamento de estudios de Am¨¦rica del Norte de la Universidad de Teher¨¢n, se ha convertido en un portavoz oficioso de las posiciones del Gobierno, a pesar de que siempre subraya que no vot¨® por Mahmud Ahmadineyad en las presidenciales de junio.

Sin embargo, seis meses despu¨¦s de aquellos comicios, la crisis que desataron sus resultados no s¨®lo sigue abierta, sino que se ha agrandado. Los sectores m¨¢s duros abogan por cortar por lo sano la protesta, con una mayor presencia policial y la detenci¨®n de los "l¨ªderes sediciosos", en referencia a Mehdi Karrub¨ª, Mir-Hosein Musav¨ª y Mohamed Jatam¨ª, que a¨²n siguen cuestionando la legitimidad de Ahmadineyad. Un centenar de diputados ultras firmaron una carta en ese sentido. El director de Kayhan y confidente del l¨ªder supremo, Hosein Shariatmadar¨ª, promueve que se les juzgue por "traici¨®n". Y el hoyatoleslam Mohamed Hosein Rahimian incluso ha pedido para ellos la pena de muerte.

Aunque en varias ocasiones han circulado rumores de una inminente detenci¨®n, el Gobierno no ha llegado a dar ese paso temeroso de los efectos. El ayatol¨¢ Hosein Nuri-Hamedan¨ª, uno de los cl¨¦rigos que m¨¢s se ha significado a favor de Ahmadineyad, llam¨® a la calma a quienes clamaban en ese sentido tras el funeral del gran ayatol¨¢ Hosein Al¨ª Montazer¨ª, que se convirti¨® en una protesta antigubernamental. "Debemos analizar lo que resulta m¨¢s ¨²til. Y tal vez eso no sea lo m¨¢s ¨²til ahora", advert¨ªa.

Los observadores est¨¢n convencidos de que tal decisi¨®n echar¨ªa a la calle a muchos simpatizantes reformistas que hasta ahora se han mantenido a la expectativa. De momento, las detenciones se han parado en los colaboradores m¨¢s cercanos de los tres dirigentes reformistas. El mismo dilema se plantea ante el endurecimiento de la represi¨®n. Las muertes del domingo son un recordatorio de las consecuencias, y algo que la polic¨ªa ha querido evitar tras la reacci¨®n negativa que gener¨® la violencia del pasado verano. Unas fuerzas de seguridad que se dicen del pueblo no quieren ser percibidas como represoras al modo de la polic¨ªa del sah, tal como ayer denunci¨® el propio Karrub¨ª. De hecho, las informaciones de agentes que se negaron a disparar durante las protestas abre un serio interrogante sobre c¨®mo van a reaccionar en el futuro y tambi¨¦n marca la distancia entre la polic¨ªa profesional y los milicianos basiy¨ªs, mucho m¨¢s ideologizados.

"Los gobernantes est¨¢n sometidos a una gran presi¨®n, pero no dan se?ales de estar perdiendo el control", concluye no obstante un diplom¨¢tico occidental.