Cuba, Espa?a, Europa
La prohibici¨®n de entrada de Y¨¢?ez muestra las deficiencias de la estrategia de Moratinos
Las autoridades cubanas denegaron la entrada en el pa¨ªs al eurodiputado espa?ol Luis Y¨¢?ez, quien se propon¨ªa realizar una visita privada a la isla en compa?¨ªa de su esposa. No es el ¨²nico signo de que el r¨¦gimen cubano no parece dispuesto siquiera a guardar las formas mientras se materializa la promesa del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, de cambiar el rumbo de la pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea (UE) respecto a la isla aprovechando el semestre de presidencia espa?ola: desde noviembre, el Gobierno castrista ha aumentado su presi¨®n sobre uno de los pocos espacios emergentes de libertad, como es la blogosfera. Algunos autores de blogs han sido detenidos y otros acosados de manera infame por partidarios del r¨¦gimen.
La actual pol¨ªtica de la UE hacia Cuba, inspirada por el Gobierno del Partido Popular, se ha revelado ineficaz para alentar cambios democr¨¢ticos en la isla, adem¨¢s de conducir las relaciones de los Veintisiete con La Habana a un callej¨®n sin salida. Son razones m¨¢s que suficientes para revisarla, sobre todo si se toma en consideraci¨®n que se aproxima un momento decisivo para el futuro de la isla. Pero, al igual que ha ocurrido en otras ¨¢reas relevantes para la diplomacia espa?ola en las que los Ejecutivos populares alteraron de manera gratuita posiciones consolidadas, no toda forma de emprender esa necesaria revisi¨®n de la pol¨ªtica de la UE es viable. A juzgar por los resultados, no lo es la que pretende llevar a cabo Moratinos.
Sus visitas oficiales a la isla no han servido por el momento m¨¢s que para ofrecer al castrismo la ocasi¨®n de utilizar a los presos pol¨ªticos como moneda de cambio ante la presi¨®n exterior: si ¨¦sta exige avances en la democratizaci¨®n y en el respeto a los derechos humanos, no hay liberaci¨®n de presos. Y s¨®lo la hay si la exigencia se reduce a mera cl¨¢usula formal o, incluso, desaparece. En el primer viaje oficial de Moratinos a La Habana, un miembro de su delegaci¨®n pudo entrevistarse con la oposici¨®n; en el segundo no hubo ya ning¨²n contacto, pero s¨ª excarcelaciones.
Seguramente el lugar m¨¢s inadecuado para adquirir el compromiso p¨²blico de cambiar la pol¨ªtica europea hacia Cuba sea La Habana, y eso es exactamente lo que ha hecho el Gobierno espa?ol. Es inadecuado, primero, porque concede al castrismo un amplio margen para provocar incidentes o recrudecer la represi¨®n, sabiendo que siempre podr¨¢ contabilizar como un nuevo agravio bilateral el hecho de que Espa?a se vea obligada a desdecirse de sus promesas con respecto a la Uni¨®n Europea.
Pero inadecuado, adem¨¢s, porque coloca a los socios europeos ante la tesitura de consentir que Espa?a se apunte como tanto bilateral en sus relaciones con Cuba un cambio de pol¨ªtica que ellos tienen que avalar. Con el a?adido de que si el cambio no se produce, el r¨¦gimen castrista lo interpretar¨¢ como una prueba del verdadero peso de Espa?a en la Uni¨®n.
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