Bernanke, ?h¨¦roe o villano?
El presidente de la Reserva Federal no vio llegar la crisis, pero la ha combatido con acierto
Si hay alguien que sabe por lo que pasa Ben Bernanke, es Paul Volcker. Su reelecci¨®n como presidente de la Reserva Federal fue la m¨¢s controvertida que se recuerda. Su nominaci¨®n se produjo con las heridas sangrantes de una profunda recesi¨®n. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, el profesor de Princeton se ha convertido en el saco de boxeo hacia el que se dirige la frustraci¨®n por un paro superior al 10% y por el rescate masivo de la banca.
La popularidad de Bernanke est¨¢ perdiendo enteros de una forma preocupante. Y el momento no puede ser m¨¢s inoportuno: a tres semanas de que venza su mandato, con la reforma del marco regulador financiero negoci¨¢ndose en el Senado y la econom¨ªa en una fase incipiente de recuperaci¨®n. Adem¨¢s, es a?o electoral en Estados Unidos y muchos senadores se escudan en la rabia de sus electores para garantizarse as¨ª el asiento en noviembre.
Los republicanos cargan contra Bernanke ante su pr¨®xima reelecci¨®n
Comparti¨® las tesis de Greenspan que alimentaron la burbuja
La clave est¨¢ ahora en c¨®mo retirar gradualmente los est¨ªmulos
Wall Street ve a Bernanke como el mejor preparado para la nueva etapa
Bernanke ha tomado medidas de una dimensi¨®n sin precedentes
Su actuaci¨®n agresiva ha evitado el riesgo de caer en una depresi¨®n
Tras el receso navide?o, el Senado contar¨¢ con poco m¨¢s de nueve d¨ªas para votar en pleno. Una cuarta parte de sus miembros estar¨ªa en contra de su reelecci¨®n, en su mayor¨ªa republicanos, los mismos que hace cuatro a?os le colocaron en la presidencia de la Fed para suceder a Alan Greenspan. Y por si la p¨¦rdida de apoyos pol¨ªticos no es suficiente para crear incertidumbre, el independiente Bernard Sanders propone que el proceso se suspenda.
Volcker, ahora asesor de la Administraci¨®n de Obama, recibi¨® 16 noes en su reconfirmaci¨®n en 1983. Ben Bernanke lo tiene peor y podr¨ªa doblar ese n¨²mero si los senadores deciden votar escuchando a Main Street, al ciudadano. Un 21% de los estadounidenses est¨¢ a favor de que siga cuatro a?os, seg¨²n Rasmussen Report. El 41% quiere una cara nueva. Si se extrapolan esos n¨²meros al pleno, el maestro podr¨ªa llegar a recibir entre 35 y 40 noes.
Christopher Dodd, presidente del comit¨¦ financiero, que se retira, conf¨ªa en que sea posible hacerlo antes de la fecha guillotina del 31 de enero. Si para entonces no estuviera confirmado, podr¨ªa presidir el consejo de gobernadores "pro tempore", como pas¨® con Marriner Eccles (1948) y el propio Alan Greenspan (1996). Pero si por falta de un apoyo s¨®lido optara por retirarse, el vicepresidente Donald Kohn tomar¨ªa su lugar hasta dar con un sustituto.
Nadie quiere pensar en este extremo. Pero la ret¨®rica que rodea el proceso de reelecci¨®n crea dudas en torno al apoyo pol¨ªtico que tendr¨¢ Bernanke para comandar la Fed en la nueva estructura del sistema de supervisi¨®n, y temen que su credibilidad se vea afectada de una forma sustancial. Los que le apoyan, como Dodd, dejan claro que es como reconocimiento a la creatividad y agresividad con la que actu¨® para evitar que EE UU cayera en otra depresi¨®n.
Bernanke era presidente de la Fed cuando el boom inmobiliario lleg¨® a su punto m¨¢s alto, antes de reventar en el verano de 2007. Es decir, tuvo el margen de tiempo suficiente para adoptar alguna acci¨®n. Cuando Greenspan le cedi¨® el testigo en febrero de 2006, la escalada de tipos estaba llegando a fin tras dos a?os de subidas. Hubo tres alzas m¨¢s de un cuarto de punto, hasta alcanzar el 5,25% a final de junio de ese a?o. Y ah¨ª se quedaron un a?o.
La prioridad, dijo, era mantener la inflaci¨®n y el desempleo bajos. Si deb¨ªa haber subido m¨¢s los tipos, para contener la expansi¨®n de la burbuja, o bajarlos, para que no reventara, es algo en discusi¨®n. Pero lo que no hizo fue elaborar planes de contingencia por si estallaba, ni alert¨® de los peligros que amenazaban a la econom¨ªa y, como regulador, fue incapaz de reconocer los problemas que acosaban a los bancos en su balance.
"No esperamos que el mercado de las hipotecas subprime afecte de forma significativa al resto de la econom¨ªa", dijo en mayo de 2007. Dos a?os antes, cuando presid¨ªa el consejo de asesores econ¨®micos de la Administraci¨®n de Bush, lleg¨® a decir que la burbuja inmobiliaria era una "posibilidad bastante improbable". Era lo mismo que pensaba Greenspan, que nunca mostr¨® gran preocupaci¨®n por lo que acab¨® siendo el epicentro del terremoto financiero e incluso teoriz¨® sobre un supuesto cambio de paradigma en que los tipos bajos ya no supon¨ªan el riesgo de alimentar burbujas.
Al no tener plan de emergencia desarrollado, dicen los analistas, la Fed no puedo actuar de manera m¨¢s r¨¢pida y coherente frente a la crisis. Tampoco protegi¨® de forma adecuada al consumidor ante los productos hipotecarios ex¨®ticos que ofrec¨ªan los bancos. Otros le critican no haber dejado actuar al mercado libremente, en alusi¨®n al rescate de Bearn Stearns,
AIG, Merrill Lynch o Citigroup.
Y est¨¢n los que le reprochan no haber hecho m¨¢s para combatir el paro, y que se limitara en los primeros balbuceos de la crisis a ayudar s¨®lo a la banca. "Usted es la definici¨®n del riesgo moral", le espet¨® el republicano Jim Bunning, el m¨¢s beligerante entre los senadores y que no pierde oportunidad para echar m¨¢s gasolina al fuego. Cree que su actuaci¨®n en la intervenci¨®n de AIG es "una raz¨®n m¨¢s que suficiente para mandarlo de vuelta a Princeton".
Los senadores echan la culpa a Bernanke por lo peor de la crisis, y Bernanke se la echa a ellos. Hace una semana, respondi¨® en Atlanta a las cr¨ªticas que sugieren que la pol¨ªtica de dinero ultrabarato entre 2001 y 2005 fue la causa de la burbuja inmobiliaria. Neg¨® la mayor. Y con un lenguaje duro, defendi¨® su gesti¨®n y la de su predecesor, diciendo que si hubiera una mejor supervisi¨®n se habr¨ªa evitado la proliferaci¨®n de hipotecas basura.
John Taylor, creador de una de las teor¨ªas que gu¨ªan la pol¨ªtica monetaria, cuestiona la reflexi¨®n de Ben Bernanke. "Los bajos tipos fueron un factor en la burbuja y su posterior estallido", dijo ante el mismo foro, mientras reiteraba que esta pol¨ªtica "elev¨® mucho la asunci¨®n de riesgos". Lo piensa igual Dean Baker, del Center for Economic and Policy Research. "No s¨¦ c¨®mo puede negar su culpabilidad".
Ya en agosto de 2007, cuando la crisis hipotecaria mostraba sus colmillos, Bernanke dijo que "era una mala idea" que la autoridad monetaria actuase como ¨¢rbitro en el precio de los activos. "La Fed no dispone de informaci¨®n mejor que otros en el mercado para decir cu¨¢l es el valor correcto de un activo". Y en este punto opin¨® que lo mejor era poner m¨¢s atenci¨®n en la supervisi¨®n de los bancos, para asegurar que adoptan pol¨ªticas sanas.
Si hubiera optado por identificar o desinflar burbujas, el alza de tipos habr¨ªa minado la incipiente recuperaci¨®n tras la recesi¨®n de 2001. Tanto Bernanke como Greenspan advirtieron en el pasado que el Banco Central no dispone de muchas opciones para mitigar posibles inestabilidades asociadas a estas espirales. Es una opini¨®n que tambi¨¦n comparte Barney Frank, presidente del comit¨¦ bancario de la C¨¢mara de Representantes.
"No se pueden desinflar burbujas sin desinflar la econom¨ªa", opina el congresista dem¨®crata, que tambi¨¦n est¨¢ de acuerdo en que debe ser la regulaci¨®n, y no la pol¨ªtica monetaria, la clave para prevenirlas en el futuro. Pero Frank recuerda que ya en 1994 se le dio poder a la Fed para supervisar el negocio hipotecario. Pero entonces Greenspan crey¨® que deb¨ªa dejar actuar al mercado.
Douglas Elliott, economista de la Brookings Institution, cree que los senadores "tienen motivos para estar enfadados" y opina que es "correcto" atribuir parte de la culpa de la crisis a la Fed. Pero espera que reflexionen antes de votar, y pongan en la balanza los pros y los contras. "L¨ªnchenlo si quieren. Pero reconf¨ªrmenlo", clama. Para Elliott es muy dif¨ªcil encontrar a alguien que no hubiera cometido errores en los a?os de la burbuja y cree que cambiar al presidente "pone en cuesti¨®n las acciones emprendidas".
"La cosa podr¨ªa haber sido peor sin Ben Bernanke", opinan los editores de la revista Time, en la explicaci¨®n de por qu¨¦ lo eligieron personaje del a?o. Es lo que piensa tambi¨¦n Barack Obama y as¨ª lo expres¨® cuando en agosto le renov¨® su confianza para que siga en la Fed. Ensalz¨® su experiencia ¨²nica como estudioso de la Gran Depresi¨®n, unas credenciales que en el momento de su nombramiento, con la econom¨ªa creciendo a fuerte ritmo, parec¨ªan ex¨®ticas. Pero que le han permitido identificar los paralelismos y las diferencias entre los dos eventos y actuar de forma muy agresiva, evitando p¨¢nicos bancarios, bajando los tipos al 0% e inundando el mercado de liquidez d¨¢ndole a la m¨¢quina de hacer dinero mediante la compra de activos, incluida la deuda p¨²blica. Pocos discuten que esa actuaci¨®n decidida y valiente, de una dimensi¨®n sin precedentes, ha conjurado el riesgo de una depresi¨®n y ha facilitado el camino para la recuperaci¨®n de la econom¨ªa.
Ahora lo que se teme es que las inyecciones masivas de liquidez adoptadas desde octubre de 2008 sean el germen de una nueva crisis. No es un debate s¨®lo interno en Estados Unidos. Tambi¨¦n externo. Desde Europa y Asia, especialmente China, opinan que mantener los tipos de inter¨¦s tan bajos durante tanto tiempo est¨¢ creando una nueva burbuja. Y por eso reclaman a la Fed que use la pol¨ªtica monetaria para evitar otro episodio similar.
De hecho, la atenci¨®n en este momento, creen los analistas, no debe concentrarse en el pasado sino en la habilidad del presidente de la Fed para desmantelar el apoyo masivo al sector financiero y a la econom¨ªa, para evitar una segunda recesi¨®n o que la inflaci¨®n ense?e sus garras. La misi¨®n, coinciden, es complicada, porque Bernanke debe medir muy bien en qu¨¦ momento y con qu¨¦ intensidad avanza hacia la normalidad monetaria.
Wall Street ve a Ben Bernanke como el mejor cualificado para ello, porque conoce c¨®mo funcionan las medidas de emergencia activadas desde octubre de 2008. La Reserva Federal, a partir de los discursos de sus gobernadores, tiene claro que deber¨¢ empezar a retirar los est¨ªmulos "bastante antes" de que la actividad econ¨®mica retome su pleno potencial, pero eso no quiere decir que los tipos vayan a subir pronto en Estados Unidos, sino que se empezar¨¢ con una retirada gradual de otras medidas extraordinarias de liquidez.
"La experiencia que Bernanke ha tenido durante el ¨²ltimo a?o y medio le hacen de lejos la persona mejor preparada para liderar la Fed durante los pr¨®ximos a?os", opina el senador republicano Bob Corker, de los pocos entre las filas conservadoras que se declaran p¨²blicamente a favor de la reelecci¨®n. El presidente de la Fed tiene lanzada una verdadera campa?a de relaciones p¨²blicas para conseguirlo, con entrevistas televisadas en horario de m¨¢xima audiencia, art¨ªculos y reuniones con los legisladores.
Los analistas coinciden en que Bernanke lider¨® claramente la lucha contra la crisis cuando las cosas se pusieron muy feas tras el colapso de Lehman Brothers. Y aprecian que reconociera muchos de los errores que cometi¨® al manejar la econom¨ªa, supervisar a los bancos y proteger al consumidor frente a los abusos. Son, adem¨¢s, fallos o deficiencias compartidas por otras agencias reguladoras, el Tesoro y el mism¨ªsimo Congreso de Estados Unidos.
Pero por si no fuera bastante, en Estados Unidos se vive una verdadera batalla pol¨ªtica por qui¨¦n debe controlar la Fed y para delimitar su campo de acci¨®n. La reforma que propone Dodd contempla quitarle poderes, para limitar su actuaci¨®n al campo de la pol¨ªtica monetaria y poder auditar su trabajo. Como no es de extra?ar, Bernanke se opone a la idea, no s¨®lo por defender la independencia futura de la Fed, sino porque cree que eso har¨¢ menos efectiva la supervisi¨®n futura. ?sa es una batalla que trasciende a Bernanke. ?Ser¨¢ la Reserva Federal capaz de prevenir y combatir a tiempo la pr¨®xima burbuja?
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