Hornos y vitrocer¨¢micas para calentar chabolas
La respuesta a la falta de electricidad de los gitanos rumanos del Gallinero, un poblado de la Ca?ada Real, al sur de Madrid, es robar la luz de un transformador de Uni¨®n Fenosa y conducirla por una mara?a de cables hasta sus chabolas. All¨ª no hay velas como en Legan¨¦s. El peligro viene por otras v¨ªas.
Planchas de vitrocer¨¢mica, hornos y estufas sustituyen a la calefacci¨®n en estas infraviviendas para contrarrestar las temperaturas bajo cero y la humedad del invierno. La instalaci¨®n pirata es un peligro para los vecinos, unas 80 familias con muchos ni?os. Los cables cruzan los caminos y los cortocircuitos son frecuentes en estas casas de madera, mantas y lat¨®n.
En los d¨ªas m¨¢s fr¨ªos, el consumo de electricidad aumenta para alimentar los aparatos que calientan las chabolas y falla el transformador de luz. Esta semana, muchas familias pasaron la noche sin m¨¢s cobijo que sus casuchas por este problema. T¨¦cnicos de Uni¨®n Fenosa trabajaban ayer a las cinco de la tarde en el poblado para arreglar la aver¨ªa, respondiendo al aviso de los voluntarios de la cercana parroquia de Santo Domingo. ?ngel Castiblanque, uno de sus cooperantes, ped¨ªa all¨ª que se primasen las necesidades b¨¢sicas sobre las ilegalidades: "Roban la luz, s¨ª, pero no pedimos que se les den lujos, sino lo b¨¢sico para que, pese a todo, vivan con un m¨ªnimo de dignidad".
Minutos despu¨¦s de que los operarios se marchasen, un grupo de j¨®venes manejaba los cables del transformador sin guantes. Saltaban chispas azules. Y segu¨ªan a lo suyo. "Estamos acostumbrados. No hay peligro. Esto ya lo hac¨ªamos en Rumania", dec¨ªa uno de ellos. Del transformador sal¨ªan decenas de cables negros, verdes y amarillos, colgados de los ¨¢rboles, de camino a las chabolas del poblado. Una de las infraviviendas a las que llegaba la red era la casa de Florica, que vive con su marido y cuatro hijos peque?os. Una plancha de cocina encendida al m¨¢ximo daba buen calor al lugar. En una pared hab¨ªa dos cables unidos sobre una punta, conectados con una floja cinta de esparadrapo.
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