Muerte en la chabola
Una pareja fallece calcinada tras arder su chamizo en Legan¨¦s - La polic¨ªa cree que el incendio fue provocado por una vela
Dos personas fallecieron ayer carbonizadas tras arder la chabola de madera en la que viv¨ªan en el barrio de San Nicasio, en Legan¨¦s, una peque?a caja de conglomerado de madera de cuatro metros cuadrados que ardi¨® sobre las dos de la madrugada a causa, seg¨²n las primeras hip¨®tesis policiales, de la ca¨ªda accidental de una de las velas con las que se iluminaba la pareja. Los cuerpos carbonizados son los de Jos¨¦ Mar¨ªa, de 38 a?os, y su novia, Nieves R. G., de 29 a?os. Ambos viv¨ªan en la calle desde hac¨ªa m¨¢s de siete a?os.
Los restos del pantal¨®n del fallecido y sus pertenencias quemadas est¨¢n ahora en un mont¨®n sobre el barro, a cent¨ªmetros de la reconstrucci¨®n policial de la casita. Una reconstrucci¨®n hecha para comprobar desde qu¨¦ lado se origin¨® el fuego y que confirm¨® que las llamas partieron del interior. Por tanto, en principio, fue un fortuito.
A ra¨ªz del suceso, las administraciones se han echado las culpas unas a otras. El Consistorio de Legan¨¦s, adem¨¢s de asegurar que ofreci¨® hace una semana a la pareja fallecida una habitaci¨®n y ¨¦sta deneg¨® la ayuda, denuncia que la parcela es de la Comunidad. Como prueba aporta un documento catastral, seg¨²n informa Jer¨®nimo Andreu. La Comunidad arguye que el proceso burocr¨¢tico de realojo, "independientemente de quien sea el propietario de la finca", exige que el municipio traslade una petici¨®n a Medio Ambiente y Urbanismo, cosa "que nunca ha sucedido". Y refuta, tambi¨¦n, el documento catastral con otro.
Jos¨¦ Alberto Gozalo, uno de los vecinos de las peque?as infraviviendas que se alinean en la avenida del Cobre, junto a la tapia del hospital psiqui¨¢trico Jos¨¦ Germain, rememora con una botella de cerveza en la mano la ¨²ltima noche de su amigo Jos¨¦ Mar¨ªa. "Estuvieron con otro colega oyendo m¨²sica y a gusto hasta la una de la ma?ana", dice se?alando el charco sobre el que han estado los restos calcinados de sus amigos toda la ma?ana. Lo sabe porque otro de los que viven all¨ª, ?ngel, sali¨® de su chabola, la contigua, a hacer pis a esa hora y los vio. Despu¨¦s el acompa?ante, que ahora est¨¢ siendo buscado por los agentes, se march¨®.La siguiente vez que ?ngel se despert¨® fue por el reflejo de las llamas. "Intentamos tirar nieve y apagarlo as¨ª, pero ya estaba casi todo consumido", cuenta se?alando los restos desde el vano de la puerta de su casa.
Uno de los fallecidos, Jos¨¦ Mar¨ªa, se hab¨ªa criado en el barrio de La Fortuna, tambi¨¦n en Legan¨¦s, y seg¨²n su amigo ?ngel, con el que convivi¨® una temporada en la misma infravivienda que ayer acab¨® reducida a dos tablones tiznados y cenizas, iba a recibir en breve 7.000 euros de la herencia de su padre. "Ya es mala suerte, para una vez que iba a tener algo de dinero", se lamenta ?ngel en su choza de madera.
En la fila de construcciones improvisadas viven una treintena de personas, casi todas rondando la cuarentena y vecinos de siempre de Legan¨¦s. Todos o casi todos se dedican a la venta de chatarra o a la mendicidad. Algunos de ellos tienen la dentadura echada a perder y una delgadez extrema. Otros, aparentemente sin ninguna adicci¨®n, son compa?eros de calle desde hace tres lustros. Primero vivieron bajo el puente que separa San Nicasio del centro de su ciudad. Un pasadizo bajo las v¨ªas f¨¦rreas que atraviesan el municipio. Despu¨¦s en los alrededores de un supermercado y, finalmente, en el descampado de la avenida del Cobre. Comen todos los d¨ªas en La Vaquita, un comedor social cercano a sus chabolas.
"Somos gente del barrio de toda la vida que por unas cosas u otras nos hemos quedado en la calle", dice Jos¨¦ Alberto, erguido con sus botas de monta?a sobre el barro. "No tomamos drogas ni somos problem¨¢ticos, s¨®lo le pegamos a veces un poco a la botella, pero somos seres humanos", prosigue. "No montamos bronca, s¨®lo algunas discusiones, normales, por el dinero y esas cosas". De hecho, el fallecido ten¨ªa hoy un juicio pendiente por un altercado a cuenta de la recogida de la chatarra.
No son las ¨²nicas infraviviendas de la zona. Dentro del recinto vallado del psiqui¨¢trico, a menos de cien metros pero sin ninguna relaci¨®n con las otras chozas, hay otro grupo de infraviviendas adosadas a una ruina. Uno de sus habitantes, Jos¨¦, dice que ellos se dedican a otras cosas y tienen "televisiones y paredes". El descampado est¨¢ junto a un pol¨ªgono industrial y se encuentra cercano a un conjunto de viviendas
Sobre los restos calcinados se ha formado un corrillo con los amigos de la pareja. Se?alan las zapatillas quemadas y un trozo de aparato de m¨²sica, y lanzan acusaciones contra el alcalde Legan¨¦s. "Nosotros en la calle y ¨¦l con su coche blindado y de mariscada", se lamenta Jos¨¦, que asegura que hace una semana vinieron agentes locales para avisarles de un inminente derribo de las casas. "?Nos podr¨ªan dejar ocupar alguna de las naves vac¨ªas!", protestan, al tiempo que rechazan que las ayudas temporales sean una soluci¨®n a su situaci¨®n.
Desde el Ayuntamiento, a trav¨¦s de su concejal de Asuntos Sociales, Amelia Quir¨®s, recuerdan que el fallecido fue reclutado para trabajar por el Consistorio en varias obras y que "s¨®lo hace ocho d¨ªas le volvimos a ofrecer un techo".
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