La revoluci¨®n del impresionismo
Las obras maestras del Museo de Orsay desembarcan en la Fundaci¨®n Mapfre
Los nombres de Manet, Monet, Renoir, Sisley o C¨¦zanne est¨¢n ligados a uno de los momentos del m¨¢ximo esplendor de la pintura: el impresionismo. Su pincelada ligera, sus colores y sus temas lo han convertido en la corriente art¨ªstica m¨¢s popular de la historia del arte. Movimiento genuinamente franc¨¦s, su residencia habitual es el parisiense Museo de Orsay, una de las pinacotecas que, a?o tras a?o, m¨¢s visitantes recibe en todo el mundo. La esencia revolucionaria de lo que fue este deslumbrante grupo de artistas puede contemplarse desde hoy, a trav¨¦s de 90 obras maestras, en la sede madrile?a de la Fundaci¨®n Mapfre.
La muestra Impresionismo. Un nuevo Renacimiento, llamada a ser el gran acontecimiento art¨ªstico de la temporada, ocupa las dos salas principales de la fundaci¨®n. El 90% de las obras no se hab¨ªan visto nunca en Espa?a y el 70% no hab¨ªa salido nunca de la antigua estaci¨®n de trenes que ocupa el museo a orillas del Sena.
El 90% de las obras no se hab¨ªa podido contemplar nunca en Espa?a
Los comisarios Pablo Gonz¨¢lez Burillo, responsable de exposiciones de la Fundaci¨®n Mapfre, y Guy Cogeval, director del Museo de Orsay, explicaron ayer que el proyecto ha sido posible gracias a las obras de remodelaci¨®n y ampliaci¨®n que actualmente se realizan en Par¨ªs.
Cogeval precis¨® que los tesoros de la colecci¨®n est¨¢n ahora divididos en dos exposiciones: esta de Madrid y una segunda en Australia. La colaboraci¨®n e intercambio permanente entre estas dos instituciones es lo que ha hecho posible que las salas elegidas sean las de la Fundaci¨®n Mapfre.
Lo cierto es que han pesado tanto las buenas relaciones como la capacidad presupuestaria. Gonz¨¢lez Burillo reconoci¨® que ¨¦sta es la exposici¨®n m¨¢s cara realizada hasta el momento por la fundaci¨®n, ya que la prima del seguro ha sido de un mill¨®n de euros. Pero para ¨¦l no hay nada comparable a la oportunidad de presentar una colecci¨®n de obras que suponen el nacimiento del mundo moderno a nivel art¨ªstico.
Esta aut¨¦ntica revoluci¨®n en la forma de entender el arte se produce en un momento dram¨¢tico para Europa en general y para Francia en particular: acaba de terminar la guerra entre Francia y Prusia (1870-1871) y los sucesos de la Comuna (1871) convierten Par¨ªs en una ciudad deshecha a golpe de ca?onazos.
?douard Manet y su c¨¦lebre ¨®leo El p¨ªfano (1866) sirven de hilo conductor para contar un periodo en el que, junto a los impresionistas y su capacidad de transmitir felicidad a trav¨¦s de la pintura, conviven artistas vinculados al mundo m¨¢s acad¨¦mico, como Puvis de Chavannes (El globo, de 1870) o los que llevan las t¨¦cnicas fotogr¨¢ficas a la pintura, como Gustave Caillebotte con su asombrosa pintura Los acuchilladores de parquet (1875).
Pero es Manet, sobre todo despu¨¦s de su viaje a Espa?a, quien impone la revoluci¨®n volviendo la mirada a los maestros de la pintura antigua espa?ola. Y sobre todos ellos, Vel¨¢zquez. Jim¨¦nez Burillo explicaba ayer que lo que propone Vel¨¢zquez es que hay que enfrentarse al arte partiendo de cero, reinventando todo. "Con los impresionistas vuelve a empezar la historia del arte. Quieren contar la historia de otra manera y consideran que tienen la obligaci¨®n de hacer llegar lo que sienten al m¨¢ximo de gente posible".
En ese nuevo mundo entran los paisajes helados de Albert Sisley, Bajo la nieve: era de una granja en Marly (1876); las miradas sobre el Sena y los inconfundibles retratos de Auguste Renoir. Llegan despu¨¦s los campos anegados de escarcha de Camille Pissarro o el inquietante retrato de La casa del ahorcado de Paul C¨¦zanne (1873). Las dos salas finales son una apoteosis del impresionismo: La clase de danza (1876), de Edgard Degas, es el mejor cierre posible.
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