El viento vuelve a soplar a favor de la derecha
Los republicanos celebran que el Supremo permita a las empresas gastar cuanto quieran en las campa?as pol¨ªticas
La decisi¨®n del Tribunal Supremo que permite a las empresas gastar cuanto quieran en las campa?as pol¨ªticas es la ¨²ltima prueba de que el viento vuelve a soplar favorable para la derecha en EE UU. La mayor¨ªa de los republicanos, que cuentan con un respaldo m¨¢s fiel entre las grandes fortunas y los gigantes empresariales, han acogido la medida como un triunfo. El l¨ªder de la oposici¨®n en la C¨¢mara de Representantes, John Boehner, la calific¨® como "una victoria de los principios constitucionales".
Los dem¨®cratas, en cambio, temen que esta decisi¨®n los sit¨²e en una posici¨®n de desventaja ante futuras confrontaciones electorales y la han criticado como una intromisi¨®n intolerable en la voluntad popular. "Es la luz verde a una estampida de los intereses econ¨®micos en nuestra pol¨ªtica", dijo Barack Obama.
Su preocupaci¨®n es comprensible. Una encuesta publicada ayer revela que el 77% de los hombres de negocios no considera al presidente suficientemente partidario de la libre empresa. Es f¨¢cil deducir hacia d¨®nde pueden dirigir a partir de ahora el dinero para defender sus intereses.
La decisi¨®n del Supremo no levanta la restricci¨®n sobre las cantidades que las corporaciones pueden entregar a la campa?a de un candidato, pero pueden gastar una cifra ilimitada a favor o en contra de cualquiera. Los cinco jueces que aprobaron la medida la justifican en el derecho a la libertad de expresi¨®n consagrado en la Primera Enmienda constitucional. Los cuatro magistrados que se opusieron advierten del alto riesgo que se corre de favorecer la corrupci¨®n pol¨ªtica.
Se trata de la mayor alteraci¨®n de las reglas de juego electoral que se produce en EE UU en m¨¢s de medio siglo y llega en un momento en el que los republicanos ven sus opciones electorales claramente en alza tras su triunfo en Massachusetts.
La oposici¨®n cree que el cambio propuesto por Obama ha sido ya derrotado y que las elecciones legislativas de noviembre pueden volver a darles el control del Senado y quiz¨¢ tambi¨¦n en la C¨¢mara de Representantes. Una decena al menos de los senadores dem¨®cratas que deben someterse a votaci¨®n a final de a?o est¨¢n al alcance de sus rivales republicanos, seg¨²n las encuestas.
Algunos conservadores, como la influyente columnista Peggy Noonan, celebran esta situaci¨®n como una prueba de la vitalidad de la sociedad norteamericana, capaz de mantener constantemente el control sobre la actuaci¨®n del Gobierno. Los dem¨®cratas, en cambio, conf¨ªan en que este movimiento del p¨¦ndulo sea un mero reflejo de la crisis econ¨®mica, que est¨¢ castigando particularmente a las clases medias.
Ambos pueden tener raz¨®n. Probablemente, la votaci¨®n de noviembre de 2008 no fue el fuerte mandato para el cambio que los dem¨®cratas creyeron interpretar. Pero tambi¨¦n es cierto que los republicanos no han expandido su causa tanto como los hechos m¨¢s recientes parecen indicar y cuentan a¨²n con el rechazo de bloques electorales decisivos, como las minor¨ªas raciales, las mujeres y la poblaci¨®n urbana. ?sta es a¨²n una crisis abierta.
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