?Catalu?a pa¨ªs industrial?
La pregunta no se refiere al pasado. Si ¨¦ste fuera el caso, o no habr¨ªa pregunta o la respuesta ser¨ªa un s¨ª rotundo. Catalu?a ha sido en el siglo XX la f¨¢brica de Espa?a y uno de los motores industriales europeos. La pregunta se refiere al futuro, en varios aspectos. ?Es conveniente que lo siga siendo?, ?lo seguir¨¢ siendo?, y en todo caso, ?qu¨¦ hay que hacer para conseguirlo? Mi respuesta a la primera es un rotundo s¨ª. Y mi respuesta a la segunda es que depende de c¨®mo reaccionemos ante la tercera.
El tejido industrial catal¨¢n conserva todav¨ªa tantas potencialidades que ser¨ªa un error aceptar con indiferencia la desindustrializaci¨®n, con el espejismo de la sociedad de servicios. Ser¨ªa absurdo no aprovechar la gran cantidad de recursos que hemos acumulado en todo el siglo. No podemos olvidar que una parte importante del valor a?adido que hoy se produce en una econom¨ªa se genera todav¨ªa en el sector industrial. Pero la apuesta por la continuidad de la actividad industrial requiere al menos tres modificaciones.
Seguir fabricando no significa fabricar lo mismo ni seguir con productos de mucho componente material y poco conocimiento
La primera, el cambio de productos. Seguir fabricando no significa seguir fabricando lo mismo, y sobre todo no significa seguir fabricando productos con mucho componente material y poco componente de conocimientos. Hay que entender que la sociedad del conocimiento no significa s¨®lo pasar de los objetos a los servicios, sino que una parte importante del conocimiento se encuentra y se vende incorporado al producto. La continuidad de la actividad industrial s¨®lo se puede garantizar si se va desplazando hacia este tipo de productos, para los que se necesitan menos recursos materiales y muchos m¨¢s de tipo inmaterial. Hay a quien le gusta hablar de produ-servicios.
La segunda, el cambio de mercado. Hay que dejar de ser la f¨¢brica de Espa?a y convertirse en una de las f¨¢bricas de Europa. Durante algunos a?os nuestro mercado interior ha de ser Europa y adem¨¢s hemos de intentar exportar al resto del mundo. Los referentes para nuestra competitividad son los otros pa¨ªses europeos.
La tercera observaci¨®n es que el mantenimiento de la producci¨®n industrial no significar¨¢ el mantenimiento de la ocupaci¨®n, debido a los grandes aumentos de productividad que se van consiguiendo. No hay que esperar que se genere un incremento importante de empleo en la industria, pero aumentar¨¢ mucho la calidad de dicho empleo. El que se genere o mantenga tendr¨¢ un car¨¢cter muy distinto.
En resumen, se cambiar¨¢ el producto, se cambiar¨¢ el mercado y se cambiar¨¢ la forma de trabajar. Es muy importante que esto se tenga en cuenta cuando definitivamente se produzca un pacto -?es imprescindible que sea un pacto y es incomprensible que todav¨ªa no haya ocurrido!- para una reforma del mercado laboral. Las econom¨ªas como la catalana, con un gran peso de actividad industrial, tienen una rigidez a?adida para hacer evolucionar sus leyes y sus normas con el objeto de adaptarlas a las nuevas exigencias de este nuevo tipo de trabajo. Romper con inercias y h¨¢bitos que han sido ¨²tiles en una etapa anterior es una de las condiciones para salir de la crisis y preparar el futuro.
No es lo mismo trabajar con piezas para producir objetos que trabajar con bits para incorporar conocimiento a un producto. Ni el espacio, ni el tiempo, ni el ritmo, ni la distancia tienen el mismo papel para las piezas que para los bits. Conceptos como el puesto de trabajo, el tiempo de trabajo, la jornada laboral, el horario, las primas de productividad medida en t¨¦rminos cuantitativos, palabras que tan adecuadamente definen el trabajo en una l¨ªnea de producci¨®n, pierden poco a poco su sentido en el nuevo entorno del trabajo. En ¨¦l tienen mucha m¨¢s relevancia los objetivos, los plazos, la habilidad, la imaginaci¨®n, la flexibilidad, el compromiso...
Da una cierta angustia ver como las dificultades entre patronales y sindicatos para abordar el pacto se refieren a temas tal vez importantes, pero de muy corta perspectiva. Hay que establecer un entorno laboral que, manteniendo vigentes los avances de tipo social que se han establecido en Europa a lo largo del siglo pasado, rompa la rigidez de unas relaciones que pod¨ªan ser aceptables en una sociedad industrial, pero que son un lastre para una econom¨ªa que, sin abandonar su vocaci¨®n industrial, quiere y necesita incorporar el conocimiento, la creatividad, la innovaci¨®n y la calidad.
Joan Maj¨® es ingeniero y ex ministro Joan Maj¨® es ingeniero y ex ministro
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