Espa?a contra la pared
La semana empieza conteniendo la respiraci¨®n: ?c¨®mo reaccionar¨¢n los mercados tras la tregua del fin de semana? Con el esbozo de reforma del mercado de trabajo, el Gobierno ha conseguido, de momento, detener en parte la hemorragia de la contestaci¨®n interior. Ahora tiene la batalla m¨¢s dura: convencer a los mercados internacionales de que Espa?a no es Grecia; que tiene un diagn¨®stico adecuado de la situaci¨®n; que va a gobernar aunque sea impopular hacerlo; que va a liderar una coalici¨®n social de apoyo a las reformas necesarias; y que convocar¨¢ a la oposici¨®n, con voluntad pol¨ªtica de pactar, para que de una vez ¨¦sta comparezca con soluciones concretas y no s¨®lo con conceptos esdr¨²julos.
El cierre de la semana anterior fue dram¨¢tico: acumulaci¨®n de p¨¦simos datos coyunturales en materia de desempleo y de d¨¦ficit p¨²blico (aunque haya indicadores parciales, por ejemplo la producci¨®n industrial, que indican que algo se est¨¢ moviendo), y cr¨ªtica de los mercados internacionales en forma de castigo a la calidad y al precio de la deuda p¨²blica del Reino de Espa?a. A partir de hoy, los responsables econ¨®micos se van de gira por Europa con inversores institucionales y agencias de calificaci¨®n de riesgo para convencerlos de que el Ejecutivo se ha puesto manos a la obra para corregir los fuertes desequilibrios.
Tropezar¨¢n para ello con una triple desconfianza. La principal, la duda sobre si existe un Gobierno eficaz y capaz de aguantar las presiones en contra de un severo plan de ajuste; el atropellamiento de medidas que se superponen unas a otras, las marchas adelante y atr¨¢s dependiendo de la reacci¨®n social que generan, han afectado a la imagen del Ejecutivo. Tener enfrente a los mercados es estar contra la pared; puede parecer bien o mal, justo o injusto y plantea un interesante debate sobre el papel hegem¨®nico de los especuladores y las agencias de calificaci¨®n de riesgos en las democracias y en la soberan¨ªa de los representantes libremente elegidos por los ciudadanos, pero es el que es y el que se ha permitido. Adem¨¢s, el Gobierno tiene un l¨ªmite que hasta hace poco parec¨ªa una ventaja: Espa?a preside la UE y ello dificulta los cambios pol¨ªticos que parecen imprescindibles para reaccionar.
La segunda desconfianza se expresa en el voluntarismo de los datos presentados en el Programa de Estabilidad enviado a Bruselas hace unos d¨ªas. Pocos expertos han cre¨ªdo en la capacidad de crecimiento del PIB que el Gobierno atribuye para los pr¨®ximos dos o tres a?os, toda vez que Espa?a es hoy el ¨²nico pa¨ªs del G-20 que sigue t¨¦cnicamente en recesi¨®n, despu¨¦s de siete trimestres seguidos de contracci¨®n. La tercera desconfianza permanece agazapada, pero en alg¨²n momento tendr¨¢ que salir: la sanidad del sistema financiero espa?ol. Se sabe, de manera agregada, que los bancos y cajas de ahorro poseen en sus tripas un riesgo promotor inmobiliario de 350.000 millones de euros, impagable en gran parte, y un stock de deuda p¨²blica espa?ola, ya deteriorada por el aumento del riesgo pa¨ªs, de unos 150.000 millones de euros. ?C¨®mo se descompone ese riesgo entre las entidades concretas?
En las ¨²ltimas semanas, el Gobierno ha iniciado un sigiloso cambio de rumbo en su pol¨ªtica econ¨®mica para evitar el estrangulamiento en su financiaci¨®n. Nada se puede hacer si no hay dinero, nos lo prestan muy caro o no nos lo prestan. Ese sigilo es el que ha dado lugar a ese "d¨¦ficit de explicaci¨®n" al que se refer¨ªa el ministro de Trabajo, para embridar la reforma de las pensiones. Zapatero ha de hacer frente a su ¨²ltima enso?aci¨®n sucumbida: que no va a haber recortes en la protecci¨®n social. Al crecimiento espectacular del desempleo, al empobrecimiento de las clases medias que ven reducida su renta disponible y el valor de sus activos inmobiliarios, se le van a sumar a partir de ahora, de una forma u otra, antes o despu¨¦s, unas condiciones m¨¢s exigentes para recibir las pensiones p¨²blicas (mientras las privadas, en el seno de las instituciones financieras, tambi¨¦n han perdido parte de su valor) y una reforma del mercado de trabajo que para mejorar la posici¨®n de unos conllevar¨¢ las p¨¦rdidas de derechos de otros.
Dif¨ªcil tarea. De pedagog¨ªa, pero tambi¨¦n de liderazgo y del consenso que requieren coyunturas excepcionales.
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