El S¨¢hara y la seguridad de Espa?a
La propuesta de autonom¨ªa de Marruecos significa legitimar una modificaci¨®n de las fronteras heredadas de la ¨¦poca colonial y hacer tabla rasa del principio de autodeterminaci¨®n. La v¨ªa sigue siendo el refer¨¦ndum
El conflicto del S¨¢hara occidental causado por la ocupaci¨®n marroqu¨ª es de acuciante actualidad para los pa¨ªses de nuestra regi¨®n, para la ONU y para las grandes y medianas potencias que buscan incidir en el curso de los acontecimientos que determinar¨¢n de una forma u otra la configuraci¨®n futura del Magreb.
Tras el regreso de Aminetu Haidar a El Aai¨²n y teniendo en mente la pr¨®xima ronda de negociaciones saharaui-marroqu¨ªes, aparecieron de forma sincronizada art¨ªculos de "opini¨®n" en diferentes medios de prensa espa?oles, de los que sobresale el firmado por M¨¢ximo Cajal, (El S¨¢hara y la raz¨®n de Estado; El PA?S, 11 de enero de 2010), que ofrecen al lector argumentos y profec¨ªas para justificar el intento marroqu¨ª de anexionar el S¨¢hara Occidental.
Rabat tendr¨ªa que trabajar para un futuro de amistad y cooperaci¨®n con la RASD
Argelia es la potencia regional indispensable sin la que nada es definitivo en el Magreb
Llama la atenci¨®n el recurso a la profec¨ªa sobre la inseguridad futura que se derivar¨ªa de la independencia saharaui. Como elemento de juicio y an¨¢lisis para escudri?ar el futuro en busca de la certeza, la profec¨ªa es algo que los grandes profetas han evitado, dejando sin respuesta preguntas cruciales planteadas por los fieles acerca del futuro de la humanidad.
La inseguridad es algo que ha acompa?ado al hombre desde sus or¨ªgenes. El hombre es un lobo para el hombre que podr¨ªamos extrapolar a las naciones. Las sociedades organizadas en un marco nacional o internacional han invertido enormes esfuerzos para lidiar con el caos creado por la inseguridad. Se han articulado sistemas nacionales -llamados Estado de derecho- e internacionales, hoy representados por la Carta de la ONU, que convergen en la idea esencial resumida por Benito Ju¨¢rez cuando dijo aquello de "entre los individuos como entre las naciones, la paz es el respeto al derecho ajeno".
Marruecos se resiste a aceptar esta verdad y recurre a una t¨¢ctica de diversi¨®n, al argumento de la seguridad, espoleando el temor de otros, present¨¢ndose como la garant¨ªa absoluta ante el miedo, en la esperanza de que sea considerado como factor exclusivo y determinante en la soluci¨®n del conflicto del S¨¢hara Occidental. Marruecos, como cualquier otro pa¨ªs en estos tiempos, tiene problemas de seguridad, pero ¨¦stos no son evidentemente fruto o resultado de la independencia del S¨¢hara Occidental, ya que sigue estando bajo ocupaci¨®n, ni est¨¢n relacionados con dicha independencia.
Resulta obvio tambi¨¦n que los esfuerzos que Marruecos ha venido haciendo para convencer a ciertas capitales sobre una relaci¨®n entre el Frente Polisario y cualquier conato de inseguridad en la llamada regi¨®n del Sahel no son cre¨ªbles. Es arar en el mar.
Debemos sin embargo ser ecu¨¢nimes. Marruecos agrava su propia inseguridad y la de la vecindad geogr¨¢fica al perseverar en el prolongado y costoso intento de modificar por la fuerza las fronteras heredadas de la ¨¦poca colonial, que es el principio b¨¢sico sobre el que descansaba la seguridad y estabilidad del conjunto regional. La propuesta de autonom¨ªa que ofrece como la "¨²nica soluci¨®n" al conflicto significa legitimar esa modificaci¨®n de las fronteras y hacer tabla rasa del principio de autodeterminaci¨®n para una cuesti¨®n de descolonizaci¨®n, sin darse cuenta tal vez de que con ella no hace sino abrir una caja de Pandora dentro del propio Marruecos que har¨ªa ver¨ªdico aquello de ir por lana y regresar trasquilado.
No es por tanto la v¨ªa m¨¢s apropiada para resolver el conflicto actual ni para afianzar la seguridad tanto de Marruecos como de la regi¨®n y por consiguiente de Espa?a. El reconocimiento de la Rep¨²blica ?rabe Saharaui Democr¨¢tica (RASD) por la Uni¨®n Africana y particularmente por los pa¨ªses de la regi¨®n -Argelia, Mauritania y Mal¨ª- no ha podido ser zarandeado por la diplomacia marroqu¨ª porque a trav¨¦s de ese reconocimiento el Continente y la regi¨®n insisten en subrayar la ¨ªntima relaci¨®n entre la seguridad, la libre autodeterminaci¨®n y la intangibilidad de las fronteras que cada pa¨ªs hered¨® de la ¨¦poca colonial.
Es m¨¢s f¨¢cil volver al compromiso inicial que Marruecos hab¨ªa suscrito ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas consistente en cooperar con la Comunidad Internacional en la organizaci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n abierto a todas las opciones reconocidas por la ONU, que incluyen la independencia del S¨¢hara Occidental, y trabajar con los ojos puestos en el futuro para que las relaciones con la RASD sean de amistad y cooperaci¨®n privilegiada, incluido el ¨¢mbito de la seguridad regional. Esto fue lo que hemos ofrecido a Marruecos a trav¨¦s de la propuesta de soluci¨®n de la que tom¨® nota el Consejo de Seguridad en abril de 2007.
Marruecos finge que no ha firmado varios planes de paz, que no ha visto nada, que no ha o¨ªdo nada, porque en el fondo no est¨¢ interesado en una soluci¨®n del conflicto. Parece insinuar que la no soluci¨®n es la mejor soluci¨®n ya que sus dividendos internos son por ahora tangibles, hasta el d¨ªa en que el c¨¢ntaro de la lechera se rompa. Es en reflejo de ello como se explica la insistencia en otra operaci¨®n de diversi¨®n. La acusaci¨®n a Argelia, que algunos en Espa?a asumen como propia. Tal acusaci¨®n es cuanto menos infantil, poco seria, y particularmente contraproducente para Marruecos y para los intereses estrat¨¦gicos de Espa?a.
De un lado, Espa?a obtiene de Argelia parte esencial de la energ¨ªa que protege a millones de familias del crudo invierno. La relaci¨®n de confianza existente entre los dos pa¨ªses se refleja en el acuerdo sobre un nuevo gasoducto que llegar¨¢ a Almer¨ªa. Grandes empresas espa?olas se benefician de suculentos contratos firmados con este pa¨ªs que por sus riquezas naturales tiene medios para sufragar grandes proyectos econ¨®micos. Argelia no tiene ning¨²n contencioso territorial con Espa?a ni ha enviado, ni amenaza con hacerlo, a miles de "emigrantes" a las costas espa?olas. Su contribuci¨®n a la seguridad regional e internacional es reconocida y apreciada por las grandes potencias. Argelia es, se quiera o no, la potencia regional indispensable sin cuyo consentimiento y aprobaci¨®n nada podr¨¢ ser considerado como definitivo en la regi¨®n del Magreb.
De otro, el primer gasoducto que llev¨® gas argelino a Espa?a pasa todav¨ªa por territorio marroqu¨ª. Fue una decisi¨®n pol¨ªtica de amistad hacia Marruecos que le sigue permitiendo a Rabat percibir anualmente 100 millones de d¨®lares. Fue una invitaci¨®n al futuro, de apuesta concreta por el proyecto magrebino que no fue correctamente apreciada por las autoridades marroqu¨ªes.
La amistad de Argelia con la RASD no es un secreto; pero insinuar que de esa amistad y de la densidad actual de sus relaciones con Madrid emerger¨ªa un peligro para Marruecos o para Espa?a cuando la Historia, los hechos y las intenciones prueban lo contrario, es una insinuaci¨®n que no concuerda con la l¨®gica.
Nadie est¨¢ m¨¢s interesado por la seguridad en el ¨¢rea que la RASD y sus amigos en la regi¨®n, y tenemos experiencia y voluntad pol¨ªtica para asumir la parte que nos corresponde para contribuir, hoy y ma?ana, a la seguridad de todos, en el marco de una seguridad compartida, en perfecta consonancia con el principio de legalidad internacional.
?stos son hechos e intenciones verificables. No profec¨ªas.
Ahmed Bujari es representante del Frente Polisario ante la ONU.
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