El ataque que ganaron los especuladores
La tormenta financiera de los noventa llev¨® a una mayor cooperaci¨®n monetaria
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"Cuando la especulaci¨®n arrecia, no hay banco central que aguante la sangr¨ªa de divisas". El 17 de septiembre de 1992, el ministro de Econom¨ªa Carlos Solchaga tuvo que explicar en el Congreso el embate que le hab¨ªa llevado a llamar a la puerta de Bruselas y discutir durante horas hasta lograr un acuerdo para devaluar la peseta. Fue al d¨ªa siguiente de un mi¨¦rcoles negro con un parte de guerra desolador: la peseta, devaluada; la libra esterlina y la lira italiana, fuera del Sistema Monetario Europeo (SME), y una grieta en el proyecto de la Europa econ¨®mica. La peseta se devalu¨® dos veces m¨¢s en los meses siguientes y una cuarta, la ¨²ltima de la historia, en 1995.
Cuando Solchaga compara aquellos meses con las turbulencias de las ¨²ltimas semanas en la eurozona, recuerda que la tormenta de los noventa oblig¨® a mejorar la coordinaci¨®n monetaria de Europa. "La gente vivi¨® c¨®mo la disciplina monetaria alemana pod¨ªa arrastrar al resto y la tentaci¨®n era olvidar el proyecto del euro. Ahora que el problema son las pol¨ªticas fiscales distintas, la tentaci¨®n podr¨ªa ser la misma, pero hay que hacer justo al rev¨¦s: reforzar la cooperaci¨®n y apostar por la moneda com¨²n. Hay que dar un paso adelante en el poder econ¨®mico de Europa".
El 'mi¨¦rcoles negro' devalu¨® la peseta y llev¨® a la libra y la lira a salir del SME
"Hay que apostar m¨¢s por la pol¨ªtica econ¨®mica com¨²n", dice Solchaga
Ambas batallas tienen un origen y caracter¨ªsticas distintas, pero coinciden en el comportamiento del mercado: una masa de dinero caliente que huele la flaqueza de un pa¨ªs, abandona los activos d¨¦biles y se abalanza sobre los fuertes, en grandes cantidades y a corto plazo, contribuyendo a hundir a los primeros. En los noventa, los especuladores ganaron la batalla a los Estados. Ahora, con una moneda com¨²n, si el mensaje europeo de no dejar caer a Grecia cala en el mercado, el final va a ser distinto. "Bruselas por fin ha reconocido que Grecia es su problema. Si un hijo tuyo de 15 a?os suspende todas las asignaturas, el problema lo tienes t¨². Europa debe actuar", reflexiona Antonio Argando?a, profesor de econ¨®micas de IESE. La de entonces fue una crisis cambiaria y ahora un shock financiero global. Pero, seg¨²n Luis ?ngel Rojo, gobernador del Banco de Espa?a en 1992, "entonces hubo un problema de coordinaci¨®n, y ahora tambi¨¦n".
El golpe al sistema monetario de 1992 tiene su origen en los altos tipos de inter¨¦s del marco. El proceso de reunificaci¨®n de Alemania hab¨ªa disparado el gasto p¨²blico, aument¨® el d¨¦ficit presupuestario y la inflaci¨®n, por lo que el Bundesbank elev¨® los tipos de inter¨¦s. El SME, la antesala de la moneda ¨²nica europea, obligaba a los pa¨ªses a referenciar su tipo de cambio al ecu (el embri¨®n del euro) y, en la pr¨¢ctica, al marco, porque Alemania era la econom¨ªa m¨¢s fuerte y su pol¨ªtica econ¨®mica, la m¨¢s cre¨ªble. Si el marco se apreciaba, iban detr¨¢s la libra, la lira y la peseta, cuyas subidas eran menos cre¨ªbles en el mercado, de modo que empezaron a cundir las sospechas de devaluaciones y, con ellas, las fugas de las monedas d¨¦biles al marco. Tambi¨¦n la reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s de los d¨®lares desvi¨® inversi¨®n al marco. El tipo de cambio ya no era sostenible para los socios europeos. El no de Dinamarca al Tratado de Maastricht a primeros de septiembre tambi¨¦n gener¨® incertidumbre sobre el futuro de la moneda com¨²n.
Con este caldo de cultivo, el inversor de origen h¨²ngaro George Soros lleg¨® a vender m¨¢s de 10.000 millones de libras esterlinas y forz¨® la devaluaci¨®n de la moneda en aquel mi¨¦rcoles del 16 de septiembre, en el que gan¨® 1.000 millones de d¨®lares. Mientras fraguaba la operaci¨®n, anunci¨® p¨²blicamente que la libra perder¨ªa valor, una legi¨®n de inversores le emul¨® y, efectivamente, la moneda brit¨¢nica se hundi¨®. "Soros se puso delante de un movimiento que estaba viniendo y le dio un ¨²ltimo empuj¨®n", dice Argando?a. El Banco de Inglaterra gast¨® hasta 50.000 millones de d¨®lares en los mercados de divisas para defender la libra sin ¨¦xito. La operaci¨®n convirti¨® a Soros -hoy considerado un fil¨¢ntropo por su labor social- en s¨ªmbolo de la especulaci¨®n de la ¨¦poca. Para Solchaga, hoy un golpe as¨ª "no tiene posibilidades, porque ni Soros ni sus amigos tienen dinero suficiente para hundir el tipo de cambio de toda la eurozona".
Perder esta batalla supuso una humillaci¨®n para Inglaterra, que abandon¨® el SME, igual que la lira italiana, con quejas a Alemania por su negativa a bajar los tipos de inter¨¦s.
Ante la disyuntiva, el Gobierno espa?ol apost¨® por la devaluaci¨®n y mantenerse dentro del SME y reajustar el tipo de cambio, enviando el mensaje pol¨ªtico de que segu¨ªa en el barco. El Banco de Espa?a estuvo defendiendo su moneda (vendiendo marcos y comprando pesetas para sostener el precio) hasta que se empezaron a agotar las reservas de divisas extranjeras (el esfuerzo se lleg¨® a cifrar en 13.500 millones de d¨®lares). Solchaga propuso un plan de austeridad y una devaluaci¨®n de entre el 10% y el 12%, que la autoridad monetaria opt¨® por dejar en el 5% porque, de lo contrario, tem¨ªan arrastrar a otros pa¨ªses como Grecia. El mercado la consider¨® insuficiente y se sucedieron otras en noviembre (6%) y mayo de 1993 (8%). Otras monedas, como el franco o el escudo portugu¨¦s, sufrieron ataques.
Alemania recort¨® al final los tipos de inter¨¦s. Aunque Espa?a y Alemania cerraron 1993 en recesi¨®n, las grandes econom¨ªas empezaron a salir adelante, Estados Unidos ejerci¨® de locomotora y Europa levant¨® cabeza. La banca no hab¨ªa sufrido un colapso, aunque hubiera menos cr¨¦dito.
Seg¨²n Manuel Conthe, entonces director del Tesoro, "aquella crisis fue de tipo cambiario y se solucion¨® con devaluaciones, pero ¨¦sta es de desconfianza y va a requerir medidas dr¨¢sticas" en las econom¨ªas m¨¢s d¨¦biles. Y en cuanto a la necesidad de una mayor coordinaci¨®n fiscal, "ya hay una herramienta, que es el l¨ªmite de d¨¦ficit del Pacto de Estabilidad, pero no ha sido lo eficaz que esper¨¢bamos. El 3% tiene un efecto perverso, porque ha llevado a los Estados a endeudarse hasta ah¨ª incluso en ¨¦pocas de bonanza".
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