La l¨¢mpara maravillosa
Nacido en Copenhague en 1967 y residente en Berl¨ªn, Olafur Eliasson es uno de los artistas actuales m¨¢s internacionalmente apreciados por la cr¨ªtica y el p¨²blico, todo ello sin recurrir a promocionales gestos intempestivos. En este sentido, que no s¨®lo exhiba en una prestigiosa galer¨ªa privada madrile?a un importante conjunto de obra ¨²ltima, sino que adem¨¢s est¨¦ ahormada por un designio monogr¨¢fico, como lo corrobora el ir¨®nico, o, mejor, l¨²dico t¨ªtulo de la convocatoria, Kepler was wrong -Kepler estaba equivocado-, lo que implica que ha sido concebida expresamente para el lugar, es, desde luego, un acontecimiento. Pero tambi¨¦n revela el buen talante del artista y el buen hacer profesional de la galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez. Es justo subrayarlo as¨ª, aunque tampoco ser¨ªa necesario hacerlo para quien se d¨¦ una vuelta por la exposici¨®n, porque todo en ella, tema, obras y montaje, refleja los destellos de un trabajo esmerado.
Olafur Elliasson
Galer¨ªa Elvira Gonz¨¢lez
General Casta?os, 3. Madrid. Hasta el 6 de marzo
A pesar de su todav¨ªa corta edad, que lo emplaza al comienzo de la madurez, Eliasson lleva unos veinte a?os de trayectoria p¨²blica notoria, marcada por un trabajo coherente de investigaci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica al servicio de un arte que no se constri?e ante nada, salvo a la banalidad. Eliasson demuestra una estirpe rom¨¢ntica, no s¨®lo por su actitud y pensamiento caracter¨ªsticos, sino porque su obra est¨¢ en muchos sentidos troquelada por ese ideal de la Gesamtkunstwerk, "la obra de arte total", pero sin caer en facilonas versiones espectaculares, ni, por otro tanto, rebajar de antemano la inteligencia cr¨ªtica del espectador. La genealog¨ªa art¨ªstica de Eliasson, dentro del contexto de la vanguardia del siglo XX, es muy clara: constructivismo, arte concreto, arte ¨®ptico, arte cin¨¦tico, minimal, land art..., una l¨ªnea que podr¨ªa sugerir que su mundo est¨¢ acotado por lo ingenieril, lo tecnol¨®gico, lo funcional o, en fin, lo eficazmente as¨¦ptico. No obstante, sus piezas e instalaciones tienen siempre "alma", un ¨¢nimo po¨¦tico, cuya pasi¨®n metaf¨®rica no est¨¢ exenta de iron¨ªa y entusiasmo, dos rasgos muy esencialmente rom¨¢nticos. Por lo dem¨¢s, artista cortado sobre un patr¨®n, dig¨¢moslo as¨ª, posmoderno, posee una sensibilidad muy refinada, una t¨¦cnica precisa y transparente, una gran fuctilidad de medios y materiales, y, en fin, una notable capacidad conceptual. Este h¨¢bil y sofisticado comunicador no cae, sin embargo, en ning¨²n didactismo manipulador. No es un designer, ni un tramoyista.
La instalaci¨®n de sus ocho piezas en la exposici¨®n de Madrid, que giran sobre problemas f¨ªsicos-matem¨¢ticos y ¨®pticos, m¨¢s o menos inspirados por las leyes y los c¨¢lculos de Kepler, nos introduce en un mundo maravilloso, donde la l¨¢mpara de Aladino, sin ser m¨¢gica, no deja de transportarnos a las visiones m¨¢s hermosas y excitantes de la luz. Quedamos atrapados y fascinados por la sensual belleza de este universo desubicado, donde el pensamiento no es incompatible con el sue?o, donde el arte y la ciencia se imbrican para mostrarnos c¨®mo asomarse al balc¨®n del mundo hace m¨¢s grata y estimulante nuestra vida, al fin y al cabo un trozo de naturaleza, en cuya inconmensurable magnitud no dejamos de estar en casa. A diferencia de Pascal, la emoci¨®n que siente Eliasson ante la infinitud del espacio no es la de un asombro aterrorizado, sino embriagador. La luz que emite su l¨¢mpara maravillosa nos llena de optimismo y nos invita a seguir la exploraci¨®n. En cierto sentido, al recorrer esta muestra de Eliasson, he sentido la misma sensaci¨®n de amparo que la que me produc¨ªa la obra de Adolfo Schlosser, lo que demuestra que, al margen de los dispositivos tecnol¨®gicos, importa la fuerza invocatoria y po¨¦tica que han caracterizado al cham¨¢n, al artista y al cient¨ªfico a trav¨¦s de los siglos.
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