Un d¨ªa en la vida de una estrella del arte
Doug Aitken, que expone en Matadero, anima la recta final de la feria
El jueves, d¨ªa de la inauguraci¨®n al hilo de Arco de su espectacular pieza de v¨ªdeo The moment (en Matadero Madrid hasta el 21 de marzo), la estrella del arte contempor¨¢neo Doug Aitken (Redondo Beach, California, 1968), corr¨ªa escaleras abajo los 10 pisos de un hotel en Cincinnati (EE UU) para escapar de las llamas. "Afuera nevaba y all¨ª est¨¢bamos, helados de fr¨ªo, unos 300 hu¨¦spedes viendo c¨®mo el edificio ard¨ªa, rezando porque nuestras cosas no acabasen reducidas a cenizas", explic¨® ayer con envidiable tranquilidad el artista, el ¨²nico de peso internacional real que ha pasado por una deslavazada edici¨®n de la cita madrile?a, que hoy echa el cierre.
Ma?ana, Aitken, c¨¦lebre por sus reflexiones en forma de v¨ªdeo de alta definici¨®n acerca del tiempo, la repetici¨®n, el paisaje y c¨®mo demonios dar con una narrativa capaz de relatar el siglo XXI, volar¨¢ de vuelta a Los ?ngeles, donde vive, para, literalmente, destruir su casa de Venice Beach. Piensa construirse otra, claro, pero mientas eso sucede grabar¨¢ el proceso de demolici¨®n para una pieza que tiene en mente. "Al mismo tiempo filmar¨¦ a mis padres y los introducir¨¦ en ese contexto", dice, como quien cuenta un trayecto cualquiera en metro.
'The moment' suma arte, imagen, dise?o de espacios y arquitectura
El v¨ªdeoartista opina que la crisis es buena para la creaci¨®n art¨ªstica
?Otro d¨ªa m¨¢s en la cima del arte mundial? "Afortunadamente no me suceden cosas tan dram¨¢ticas todo el tiempo", responde Aitken, incluido en el programa paralelo de Arco como artista de la ciudad invitada, Los ?ngeles. "No creo que a estas alturas nadie pueda considerarse de ninguna parte".
De inagotable ambici¨®n, Aitken ha proyectado sobre las paredes del MOMA de Nueva York un v¨ªdeo (Sleepwalkers) sobre la desolaci¨®n, protagonizado por Tilda Swinton y Donald Sutherland ("quer¨ªa sacar el museo a la ciudad", se excusa), coloc¨® una gigantesca estructura blanca "similar a un coliseo" para reflexionar sobre el pasado y la nostalgia en la isla Tiberina en Roma o imagin¨® (y por encima de todo llev¨® a cabo) una instalaci¨®n en medio de la nada en Brasil que metaf¨®ricamente extrae el sonido del interior de la tierra con un mecanismo similar al de una prospecci¨®n petrol¨ªfera. "Aquello nos llev¨® seis a?os. Es mi forma de representar un sonido de las entra?as del planeta, sacarlo y ponerlo en el interior de un nav¨ªo de cristal en medio de ninguna parte y con una visi¨®n de 360 grados. Es una experiencia desorientadora".
The moment, la pieza madrile?a, suma arte, imagen, dise?o de espacios y arquitectura. Y tambi¨¦n persigue una severa alteraci¨®n de los sentidos del espectador. La oscuridad que recibe al visitante en la nave 16 de Matadero, un enorme espacio de 4.800 metros cuadrados, s¨®lo se ve quebrada por las 11 pantallas que, colgadas del techo y colocadas en forma de S, emiten un bucle de seis minutos sobre un d¨ªa en la vida de 11 personajes. "Me interesa pensar que el tiempo puede ser el¨¢stico", explica Aitken. "Por eso, adem¨¢s de ser un bucle, el tiempo se acelera o se ralentiza. La repetici¨®n ad eternum es interesante y tiene mucho que ver con lo que vivimos. Las cosas no tienen un principio o un final, no entiendo porqu¨¦ en el arte visual habr¨ªan de tenerlo".
"Lo bueno de la recesi¨®n es que ha quitado el dinero de la ecuaci¨®n del arte, y eso nos obliga a enfrentarnos a nuestro verdadero trabajo, que es crear y no vender", explica Aitken, mientras ofrece con la ayuda de un ordenador port¨¢til un paseo en fotograf¨ªas por sus proyectos futuros y pasados. Un vistazo a sus siguientes y secretas ocurrencias para los a?os venideros confirma, que, en efecto, no parece haber l¨ªmite para la ambici¨®n de este creador. Y de pronto, la referencia a las bondades transformadoras del cataclismo econ¨®mico suena contradictoria, viniendo de un artista de alto presupuesto. "No siempre trabajo en una escala grandiosa", argumenta. "Y s¨ª, creo que es un momento de posibilidades ilimitadas. El sistema se ha roto y eso nos permite dar un paso atr¨¢s y contemplarlo en b¨²squeda de soluciones. ?Insin¨²a que la crisis es esencialmente buena? "No para pagar la comida o el alquiler. Pero para el arte, s¨ª".
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