El euro y el vino
El euro no es la causa de la crisis econ¨®mica espa?ola. He le¨ªdo atentamente el art¨ªculo de Paul Krugman La creaci¨®n de un eurocaos, publicado en El PA?S el 16 de febrero pasado. A mi modo de ver, contiene algunas equivocaciones en el an¨¢lisis de la situaci¨®n de Espa?a que invalidan su tesis sobre la responsabilidad del euro en la crisis actual.
Comparto su an¨¢lisis de la crisis diferencial de Espa?a con respecto al ¨¢rea central del euro, que puede resumirse, en primer lugar, en la p¨¦rdida de competitividad provocada por el aumento de los precios, un 35% en Espa?a frente al 10% en Alemania, en menos de 10 a?os y, en segundo lugar, en la burbuja inmobiliaria.
Pero discrepo en que la causa de la p¨¦rdida de competitividad sean los costes salariales. No es cierto: los costes salariales en Espa?a han seguido a los precios, y no al rev¨¦s, como consecuencia de las cl¨¢usulas de revisi¨®n vinculadas al IPC. Una fant¨¢stica demanda permiti¨® subir los precios para mejorar los m¨¢rgenes empresariales, y este aumento arrastr¨® los salarios en una espiral inflacionista.
Krugman se equivoca en el an¨¢lisis de la situaci¨®n de Espa?a y en responsabilizar al euro de la crisis actual El euro, como nuestros vinos, es una bendici¨®n con una gesti¨®n responsable, pero los excesos se pagan
El euro fue causa del boom de la econom¨ªa espa?ola. Por vez primera goz¨¢bamos de una moneda fuerte, con intereses que la inflaci¨®n anulaba. La afluencia de dinero barato llev¨® al endeudamiento de las familias y a la escalada de la demanda, as¨ª como al boom inmobiliario. Las transferencias de la Uni¨®n Europea a Espa?a tambi¨¦n contribuyeron a ello.
Discrepo en el problema de la movilidad de la mano de obra en la zona euro. Si bien es cierto que los trabajadores alemanes no han venido a Espa?a, s¨ª que lo han hecho los trabajadores de la Europa del Este y los de fuera del continente.
Millones de inmigrantes han llenado el mercado de mano de obra barata, lo que ha mantenido los sueldos bajos, hasta el punto de que los j¨®venes espa?oles no pueden aspirar a los sueldos de sus padres, circunstancia que dualiza el mercado laboral. El mecanismo de estabilizaci¨®n de salarios que se da en Estados Unidos tambi¨¦n se ha producido en Espa?a con el diferencial de la inmigraci¨®n.
Coincido con Paul Krugman en que, si no estuvi¨¦semos en el euro, la p¨¦rdida de competitividad la arreglar¨ªamos con una devaluaci¨®n de la moneda propia, una de las herramientas m¨¢s utilizadas en Espa?a.
Pero ?realmente la integraci¨®n de Espa?a en el euro es el problema? La respuesta es rotundamente no.
El euro se adopt¨® voluntariamente para conseguir unos costes de transacci¨®n menores con Europa y para disfrutar de una moneda fuerte, con tipos de inter¨¦s competitivos para los inversores espa?oles. Y lo hemos logrado.
?D¨®nde est¨¢ el problema? Que la integraci¨®n en el euro requer¨ªa modificar las estrategias econ¨®micas de todos los agentes sociales. Sin posibilidad de devaluaci¨®n, era preciso controlar la competitividad y, por tanto, que los precios y los salarios estuviesen subordinados a la productividad y no fijados, como siempre, con pautas inflacionistas. Adem¨¢s, se requer¨ªa no tener un d¨¦ficit exterior del 10% del PIB, aunque fuera posible.
Entramos en el euro aprovechando sus ventajas, pero haciendo caso omiso de sus exigencias. La culpa no fue de las ¨¦lites que adoptaron el euro; la culpa ha sido de las ¨¦lites espa?olas que ten¨ªan que gestionar la econom¨ªa en la zona euro.
El euro, como nuestros excelentes vinos, gestionado con responsabilidad es una bendici¨®n, pero los excesos se pagan.
Enric Colet es profesor de la Escuela Superior de Administraci¨®n y Direcci¨®n de Empresas (ESADE).
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