Saber a qu¨¦ atenerse
La crisis comienza a da?ar seriamente el bienestar del conjunto de la sociedad espa?ola. Incluso empieza a hacer mella en la resistencia psicol¨®gica de quienes sufren m¨¢s intensamente sus efectos. Hoy Espa?a est¨¢ mal, y corremos el riesgo de estar peor cuando toquemos el fondo de la crisis. Entonces, atrapados por el pesado lastre que estamos acumulando sobre nuestras espaldas, probablemente estemos condenados a arrastrarnos por el fondo de ella durante mucho tiempo.
Lo que pueda salir de ese horizonte de impotencia colectiva es dif¨ªcil de calibrar. Pero en cualquier caso exige grandes dosis de sensatez y mesura, as¨ª como una reivindicaci¨®n intensa de eso que Hugh Teclo ha descrito en su libro Pensar institucionalmente. La crisis va a cambiar la percepci¨®n de nuestra medida de pa¨ªs y va a obligarnos a aceptar que se acab¨® el "pensar a corto plazo, el autobombo, el menosprecio por el deber, la indiferencia hacia los fines generales".
Alarma el empe?o del Gobierno de ofrecer un pacto sin antes asumir la gravedad de la crisis
El Partido Popular es amigo de pactos, pero a¨²n lo es m¨¢s de la verdad
Nos acercamos, por tanto, a un escenario extraordinariamente complejo. Un escenario en el que, quiz¨¢, volvamos a vernos inmersos en el bucle ancestral del problema de Espa?a. Un bucle que puede empezar cuando la historia del ¨¦xito colectivo que ha construido nuestro pa¨ªs como eje vertebrador de su identidad democr¨¢tica desde 1977 se vea cuestionado en la psicolog¨ªa de los espa?oles por el peso de una sensaci¨®n de fracaso acuciada por la imposibilidad de recuperar el bienestar que hemos disfrutado hasta hace bien poco.
Quiz¨¢ por todo ello empiece a ser el momento de dejar atr¨¢s el recordatorio del suma y sigue de errores -intencionados, o no- que el Gobierno socialista ha acumulado desde que en las pasadas elecciones generales de 2008, el PSOE y su l¨ªder, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, negaron la existencia misma de un horizonte de crisis para nuestro pa¨ªs. Los ciudadanos, y particularmente los cuatro millones de parados que sufren la crisis directamente, saben que las sucesivas estrategias de elusi¨®n de responsabilidad utilizadas por el Gobierno han sido un grave error. Como tambi¨¦n saben que el Gobierno se ha equivocado al apostar por una pol¨ªtica que decidi¨® revisitar a Keynes y apostar, 70 a?os despu¨¦s, por el gasto p¨²blico como soluci¨®n para salir de la crisis y reactivar nuestra econom¨ªa e, incluso, redise-?arla a trav¨¦s de una especie de New Deal, digamos, postmoderno, que los gur¨²s monclovitas bautizaron como la Ley de Econom¨ªa Sostenible.
La rotundidad de las cifras de paro, gasto p¨²blico, ca¨ªda de recaudaci¨®n, aumento del d¨¦ficit y falta de competitividad de nuestra econom¨ªa son incontestables. Todas ellas dibujan un panorama inquietante que exige del Gobierno un cambio de su
pol¨ªtica econ¨®mica y una rectificaci¨®n. Quedan dos a?os de legislatura y el PSOE sigue disponiendo de una mayor¨ªa suficiente para impulsar por s¨ª solo una pol¨ªtica que enderece la situaci¨®n.
Pero para abordar este cambio es imprescindible que el Gobierno asuma antes que quiere hacerlo y, por tanto, que quiere responder por ello ante los ciudadanos. El problema es que nada puede hacer si antes no expresa que quiere cambiar las cosas. Y aqu¨ª est¨¢ el n¨²cleo de la dificultad: que su diagn¨®stico de la situaci¨®n no se corresponde con la realidad econ¨®mica del pa¨ªs y mientras no haga esto todo lo dem¨¢s ser¨¢ in¨²til porque estar¨¢ faltando a la verdad y estar¨¢ minando su credibilidad y, lo que es peor, la credibilidad de nuestro pa¨ªs ante el mundo.
En este sentido, resulta alarmante el empe?o reiterado por el Gobierno de ofrecer un pacto de Estado para salir de la crisis sin antes asumir la verdad de la situaci¨®n real de nuestra econom¨ªa. Resulta alarmante porque un pacto nace siempre de un ejercicio sincero de buena fe y responsabilidad. Buena fe acerca de las intenciones que se buscan. Responsabilidad porque las partes se obligan a asumir rec¨ªprocamente obligaciones con el fin de lograr un objeto compartido. Pero para que ese pacto pueda ser sincero acerca de la realidad del mismo hace falta, como dec¨ªa Ortega, saber a qu¨¦ atenerse, pues, la fidelidad consigo mismo y con el otro que formaliza el pacto "no consiste en decir sino en un hacer". Y para saber a qu¨¦ atenerse hay que saber cu¨¢l es la verdadera realidad de las cosas, no su artificio, ni tampoco la dimensi¨®n desiderativa que se proyecta sobre el futuro.
Nuestro Gobierno no dice la verdad porque la teme. Y porque la teme, siguiendo de nuevo a Ortega, piensa mal la realidad, esto es, "sin ¨ªntima veracidad, vive mal, en pura angustia, problema y desaz¨®n". Y as¨ª es imposible dar con las soluciones a los problemas y se persiste en ellos.
Obsesionado por una especie de culpa inconsciente que hace que no sea capaz de reconocer sus propios errores, el Gobierno vive fuera de s¨ª. En dos semanas ha exteriorizado una fragilidad argumentativa y una vulnerabilidad emocional preocupantes. Ha hablado de conspiraciones y leyendas negras, organizado road shows para desmentirlas y encararse, de nuevo, con los mercados internacionales para afear a los inversores que quieran tener seguridad en su leg¨ªtima b¨²squeda de beneficios.
Lo m¨¢s preocupante de todo ello es que de esta conducta se deduce un sentido de eludir su responsabilidad de gobernar y responder por ello cuando puede, insisto, gobernar. Ofrece un pacto a la oposici¨®n y la abofetea desacreditando a su interlocutor, afeando su comportamiento, culp¨¢ndolo de antipatriota y de conspirar contra la estabilidad financiera y el cr¨¦dito de nuestro pa¨ªs.
Esta bipolaridad emocional y argumentativa no es buena y no da seguridad a nadie, y menos a quien se invita a colaborar. Empecinarse en esta actitud ciega cualquier pensamiento institucional, ya que no puede pedirse a la oposici¨®n que supla al Gobierno en la energ¨ªa parlamentaria que necesita para impulsar la pol¨ªtica econ¨®mica que requiere con urgencia Espa?a. Le falta al Gobierno valor pol¨ªtico a la hora de tratar de convencer y atraer a la oposici¨®n al respaldo de medidas sensatas que, como otras que ha puesto en marcha para salvar la estabilidad financiera de nuestro pa¨ªs, han recibido el apoyo del Partido Popular.
Espa?a necesita otra pol¨ªtica econ¨®mica y nuestro Gobierno est¨¢ en condiciones objetivas de poder impulsarla y hacerse responsable de ella en t¨¦rminos pol¨ªticos. Tiene, como se dec¨ªa m¨¢s arriba, 169 diputados, siete menos de la mayor¨ªa absoluta. Y tiene, adem¨¢s, dos a?os de legislatura por delante.
Si nuestro Gobierno hace lo que debe hacerse -restaurar una pol¨ªtica de austeridad, impulsar una reforma laboral y medidas que restablezcan el flujo de cr¨¦dito hacia las familias y las empresas- encontrar¨¢ a nuestro partido en el consenso porque nosotros pensamos en clave institucional, de Estado, y asumimos que aquello que se recibe como herencia de gobierno es una tarea que hacemos tambi¨¦n nuestra cuando gobernamos. Por tanto, nadie nos va a descubrir ahora la importancia que los pactos y el consenso tienen para la buena marcha de una sociedad abierta y plural como la nuestra.
Pero porque nos tomamos en serio la idea del pacto somos muy exigentes con ella y con las condiciones de lealtad y sinceridad que deben presidirla.
Mientras esa sinceridad falle por parte del Gobierno y no podamos saber a qu¨¦ atenernos ante el diagn¨®stico que hace de la situaci¨®n econ¨®mica, no podremos avanzar en la soluci¨®n de la crisis. Y es que somos amigos del pacto, pero m¨¢s amigos de la verdad. Y este Gobierno, desgraciadamente, hasta el momento nos ha demostrado con hechos que teme la verdad y la esconde porque no se atreve a responder de ella ante la sociedad.
Suplir este temor con nuestro apoyo sin condiciones ser¨ªa tanto como privar a los ciudadanos de una oposici¨®n y una alternativa, algo que Espa?a no puede permitirse.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle es secretario Nacional de Cultura del PP y diputado por Cantabria.
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