Que entre el sol en casa
La refinada arquitectura de Alvar Aalto en un fin de semana al sur de Finlandia
La mejor arquitectura es tambi¨¦n una biograf¨ªa. Retrata ideas y un momento. Pero tambi¨¦n la ambici¨®n de un arquitecto y la confianza de quien crey¨® en ¨¦l. Entre los bosques y los lagos de Jyv?skyl?, a tres horas en coche de Helsinki, un viaje de un fin de semana regala una inolvidable lecci¨®n de arquitectura. Y de humanidad. Alvar Aalto (1898-1976), el arquitecto finland¨¦s m¨¢s famoso de todos los tiempos, lleg¨® all¨ª con cinco a?os. Y algunos edificios delatan c¨®mo trat¨® de comprender la tradici¨®n local, y de modernizarla, antes de iniciar su revoluci¨®n tranquila.
En los a?os veinte del siglo XX Aalto no era todav¨ªa un arquitecto moderno. En realidad, ¨¦l nunca quiso ser moderno, sino un arquitecto humanista. De su abuelo, director de la Escuela Forestal, aprendi¨® una lecci¨®n de arquitectura sostenible: "El bosque puede arregl¨¢rselas sin el hombre, pero ¨¦ste, nunca sin el bosque". Y de su p¨ªcaro amigo Agust¨ªn Nyberg, el arte de dar el golpe por sorpresa que luego aplicar¨ªa a su arquitectura. El resto lo hizo el paisaje. Y el deporte. Con doce a?os construy¨® un castillo de nieve de tres pisos. Y para 1921 ya era arquitecto.
No un arquitecto cualquiera: un tipo curtido en las trincheras de la guerra civil que independizar¨ªa a su pa¨ªs de Rusia en 1917. Corr¨ªa 1923 cuando colg¨® un pomposo cartel en el n¨²mero 53 de la calle Vapaudenkatu: "Estudio de arte arquitect¨®nico y monumental Alvar Aalto". Comenz¨® haciendo viviendas y cas¨¢ndose con su ayudante, Aino Marsio. Quer¨ªan ser modernos y fueron de viaje de novios a Venecia en avi¨®n. Regresaron cl¨¢sicos: Italia marcar¨ªa para siempre la arquitectura de este finland¨¦s. Si uno quiere rastrear sus comienzos clasicistas en Jyv?skyl? tiene que visitar el hogar obrero, la iglesia de Muurame o, incluso, un primer abrazo al funcionalismo en la sede de la Guardia C¨ªvica.
El sanatorio de Paimio
Pero debe viajar hasta Paimio (algo m¨¢s de dos horas en coche) quien busque entender, en una sola visita, lo que la arquitectura puede hacer por la gente. Aunque en 1933 Fleming ya hab¨ªa descubierto la penicilina, su comercializaci¨®n no comenz¨® hasta veinte a?os despu¨¦s. En 1929, mucha gente mor¨ªa de tuberculosis. La enfermedad acechaba en esta zona del sur de Finlandia. Y la muerte lenta de casi todos los enfermos s¨®lo se pod¨ªa aliviar con sol, comida, ejercicio y aire fresco. ?C¨®mo ofrecer sol desde la nevada Finlandia? Un Aalto de poco m¨¢s de treinta a?os levant¨® un sanatorio en Paimio. Vis¨ªtenlo. La escalera, todav¨ªa pintada de amarillo y entre dos enormes ventanales, consigue que un sol lejano entre en el edificio. Los pelda?os, exageradamente bajos, permiten subir las escaleras sin agotarse: el ejercicio justo que necesitaba hacer un tuberculoso. En la azotea, la barandilla, inusitadamente baja, permit¨ªa a los enfermos disfrutar de las vistas del frondoso bosque de abedules mientras permanec¨ªan tumbados en sus hamacas. Los picaportes anchos hac¨ªan posible que personas debilitadas pudieran abrir las puertas sin ayuda. Incluso el primer ascensor con cabina acristalada que se instal¨® en Finlandia les daba a las monjas que cuidaban a los enfermos un respiro. Les recordaba que m¨¢s all¨¢ de la enfermedad se abr¨ªa el bosque.
Las fachadas de Mairea
Cerca de Noormarkku, en otro bosque a medio camino entre Paimio y Jyv?skyl?, una casa demuestra el poco tiempo -apenas un lustro- que tard¨® Aalto en liberarse del racionalismo (que tan maravillosamente aplic¨® y transgredi¨® en el sanatorio de Paimio) para empezar a hablar un idioma propio. En Villa Mairea (1939), uno tiene todav¨ªa la sensaci¨®n de que Alvar Aalto acaba de salir de la casa media hora antes de nuestra llegada. No tiene una fachada, sino muchas. Y no es bonita: es maravillosa. ?Por qu¨¦? Porque explica la vida y la personalidad de su due?a, Maire Gullichsen, tanto como la de su autor, Alvar Aalto. Y, al contrario de la mayor¨ªa de edificios que revelan las discrepancias entre clientes y arquitectos, ¨¦sta deja ver la magn¨ªfica relaci¨®n que a veces se da entre dos seres humanos.
El tiempo no parece pasar por all¨ª. Traten de ponerle fecha a la sucesi¨®n de inventos que el arquitecto ide¨® para acabarla. F¨ªjense en los cambios de materiales en el suelo, en las curvas de las marquesinas y pelda?os, en los listones de madera en el pavimento junto a la piscina estirados hasta formar un trampol¨ªn... Mairea es un pozo sin fondo. M¨¢s all¨¢ de albergar una espl¨¦ndida muestra de arte del siglo XX: de Matisse a Picasso, uno no deja nunca de admirar c¨®mo con tan poco (cer¨¢micas, yeso, mimbres) se puede conseguir tanto.
Pasi¨®n por el ladrillo
Como un Picasso de la arquitectura, Aalto tuvo diversas ¨¦pocas. Y si la inicial en Jyv?skyl? fue la azul y rosa y la cubista la representa el funcionalismo del sanatorio de Paimio, la madura desembocar¨ªa en una ¨¦poca de ladrillo rojo en la que el arquitecto tradujo al idioma moderno grandes temas de la antig¨¹edad. As¨ª, construy¨® un anfiteatro con troncos frente a la fachada de la Universidad de Jyv?skyl?. Cerca, en la isla de S?ynatsalo, la sala de juntas del Ayuntamiento puede recordar una iglesia, porque all¨ª se respira respeto y concentraci¨®n, pero es un monumento a la democracia que permite a los trabajadores disfrutar de un patio com¨²n, y a los comercios y a la biblioteca del pueblo compartir pelda?os con el se?or alcalde.
Museo y casa de verano
En Jyv?skyl?, el Museo Alvar Aalto es una de las ¨²ltimas obras del arquitecto. Y un libro abierto. Con columnas forradas de cer¨¢mica parece arquitectura de vanguardia. Dentro, uno ve a Aino dise?ando cuencos apilables para que quepan en la alacena. Y tambi¨¦n a Aalto, sin preocuparse por d¨®nde guardar su famoso y generoso jarr¨®n Savoy. A veinte kil¨®metros, en la isla de Muuratsalo se puede visitar en verano la vivienda estival del arquitecto, una casa experimental (1954) que construy¨® para probar desde cien tipos de ladrillos hasta el mantenimiento de las maderas. Esa casa piloto tiene un embarcadero frente al lago P?ij?nne, donde permanece el barco que Aalto dise?¨® para salir a pescar y a nadar. Aparte del vino, Italia y las mujeres, nadar era una de sus aficiones favoritas.
Aalto escribi¨® que la mesa de su ni?ez era grande y despu¨¦s sigui¨® creciendo. Sobre ella fue dibujando los escenarios de su vida. Muchos de ellos permanecen inalterados en esta zona del centro-oeste de Finlandia.
M¨¢s propuestas e informaci¨®n en la Gu¨ªa de Finlandia

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