El paciente espa?ol
Est¨¢ realmente tan mal la econom¨ªa espa?ola o se equivocan los m¨¦dicos al diagnosticarla de pron¨®stico reservado? ?Es acertada la percepci¨®n de que el euro tiene en el paciente espa?ol su eslab¨®n d¨¦bil? Tengo la impresi¨®n de que el diagn¨®stico surge de una cierta ansiedad hist¨¦rica de los analistas m¨¢s que de la situaci¨®n objetiva del paciente.
Aun cuando algunas de sus constantes vitales est¨¢n bajo los efectos de la debilidad y el atolondramiento provocados por el batacazo de la crisis, el paciente espa?ol tiene mejores fundamentos macro y microecon¨®micos que los que le est¨¢n viendo tanto analistas externos como internos.
?De d¨®nde surge entonces ese diagn¨®stico de pron¨®stico reservado? Fundamentalmente de cuatro s¨ªntomas que interpretados con ansiedad agudizan el diagn¨®stico.
Algunas se?ales anticipan que la econom¨ªa espa?ola saldr¨¢ pronto de la UVI
El primero es el d¨¦ficit fiscal. No deber¨ªa sorprender su crecimiento. Ha sucedido en todas las econom¨ªas. Y ha sido mayor en las econom¨ªas que hab¨ªan experimentado un fuerte crecimiento econ¨®mico y del empleo en la fase anterior. Su causa no es el despilfarro del Gobierno, sino la propia crisis financiera y econ¨®mica. Cuesti¨®n de simple aritm¨¦tica: la recesi¨®n baja los ingresos p¨²blicos y aumenta los gastos derivados de salir en auxilio del sector privado -bancos, empresas y parados-. El efecto es el d¨¦ficit. A corto plazo es lo que se deb¨ªa hacer. Y ha funcionado. La econom¨ªa ha evitado el peor escenario imaginado al inicio de la crisis: la depresi¨®n.
Ahora se trata de disminuir y hacer m¨¢s selectiva la medicina del gasto hasta que el sector privado camine sin muletas. Pero, a la vez, hay que dise?ar un plan factible y cre¨ªble de retorno al equilibrio fiscal a medio plazo. Tenemos credibilidad para lograrlo. Durante los a?os de vacas gordas supimos mantener dos virtudes fiscales cardinales fundamentales: el super¨¢vit fiscal y la menor deuda p¨²blica europea, menor que la de la virtuosa Alemania (?alabado sea Pedro Solbes!). Y sigue siendo relativamente baja a pesar del d¨¦ficit. Si supimos ser virtuosos en la euforia, ?c¨®mo no vamos a serlo en la etapa de austeridad? Los mercados lo creen. De ah¨ª que la prima de riesgo de la deuda p¨²blica espa?ola siga siendo muy razonable.
Pero el escenario de retorno al equilibrio fiscal debe ser el medio plazo. Hay un error de an¨¢lisis econ¨®mico en los que defienden la vuelta al equilibrio fiscal a corto plazo. El perjudicado ser¨ªa el propio paciente que volver¨ªa a recaer. Pero hay tambi¨¦n un inter¨¦s pol¨ªtico: un programa de fuertes recortes del gasto p¨²blico y aumento de los impuestos a corto plazo har¨ªa que el reparto de los costes de la crisis recayese sobre los m¨¢s d¨¦biles. Las clases medias y trabajadoras saldr¨ªan de esta crisis como cornudos y apaleados. Primero, con sus impuestos, salvaron a los banqueros de la quiebra. Ahora tendr¨ªan que cargar tambi¨¦n con el coste de la crisis econ¨®mica. Y no deja de ser ir¨®nico que sean los banqueros los que defienden con mayor ardor esa estrategia de ajuste.
El segundo s¨ªntoma que alimenta las dudas es la microeconom¨ªa y la capacidad para crecer a medio plazo. La visi¨®n convencional sobre el sistema productivo espa?ol objeta la baja productividad, la d¨¦bil competitividad, los salarios elevados y el d¨¦ficit exterior.
Pero una lectura sosegada de los datos cuestiona en buena medida esa visi¨®n. Los salarios han contribuido a la moderaci¨®n de precios. Han sido los elevados m¨¢rgenes comerciales los que est¨¢n detr¨¢s de la inflaci¨®n diferencial acumulada en la ¨¦poca de euforia. La productividad del conjunto de la econom¨ªa ha sido tan baja porque ha estado tapada por la burbuja de empleo de baja productividad en la construcci¨®n y otros sectores como turismo. Limpiada la burbuja de empleo, ahora la productividad crece. Todos los sectores abiertos a la competencia tienen niveles de productividad buenos. Adem¨¢s, Espa?a es, despu¨¦s de Alemania, el pa¨ªs que mejor ha mantenido su cuota de exportaci¨®n en los mercados mundiales, a pesar del euro fuerte y la competencia china. Vamos, no somos la alegr¨ªa de la huerta, pero tampoco el ¨²ltimo de la fila.
El tercer motivo de preocupaci¨®n sobre nuestra econom¨ªa es la salud del sistema financiero. La City londinense no acaba de cre¨¦rselo. No es capaz de comprender c¨®mo no ha habido una quiebra bancaria significativa en Espa?a, mientras que ellos han tenido que nacionalizar la banca. Es verdad que tuvimos una mejor regulaci¨®n bancaria. Pero tienen raz¨®n, en este terreno falta informaci¨®n veraz. Y m¨¢s rapidez en sanear el sector. Mientras no se act¨²e de forma m¨¢s transparente, esas dudas de la City permanecer¨¢n y distorsionar¨¢n el diagn¨®stico.
En t¨¦rminos generales, la econom¨ªa espa?ola se parece a un paciente que tiene los m¨²sculos en relativo buen estado, pero que est¨¢ en la UVI porque el h¨ªgado no limpia las toxinas y el coraz¨®n no bombea la sangre. Es decir, porque falla el sistema bancario. Ha de ser sometido a di¨¢lisis para limpiar sus toxinas y recibir una transfusi¨®n. Pero, mientras tanto, se necesita alg¨²n bypass, a trav¨¦s del cr¨¦dito oficial, que haga circular la sangre. Especialmente hacia las empresas con capacidad de exportaci¨®n.
Sin embargo, algunas se?ales anticipan una pronta salida de la UVI. El consumo el¨¦ctrico despierta. La demanda de las familias sale de la anorexia. La producci¨®n industrial se mueve al alza. La inversi¨®n en equipo se desentumece. Las exportaciones avanzan. Las reservas hoteleras aumentan. La deuda de las familias desciende. Las tarjetas de d¨¦bito comienzan a moverse. Son muchas se?ales de que estamos ante un efecto brinco. No me digan que ser¨¢ d¨¦bil. Me doy con un canto en los dientes s¨®lo con que se produzca.
No es para ponerse a tirar cohetes. Pero anima. Ahora tenemos que dise?ar el futuro. ?ste es el reto. -
Ant¨®n Costas Comesa?a es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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